Ireneo fue discípulo de Policarpo, quien fue discípulo de San Juan; habla de la Nueva Eva
5 enseñanzas sobre la Virgen que nos llegan desde el s.II (o antes) gracias a San Ireneo de Lyon
En 2022, el Papa Francisco designó a San Ireneo de Lyon, obispo en las Galias en el siglo II, como Doctor de la Iglesia, especialmente por sus enseñanzas contra la tentación gnóstica.
Ireneo nació en Esmirna (actual Turquía) hacia el año 130, y fue discípulo allí de San Policarpo, que a su vez fue discípulo de San Juan Evangelista. Llegó a Lugdunum (actual Lyon, en Francia) como evangelizador, y luego fue el obispo del lugar. La Iglesia lo celebra el 28 de junio.
La gran importancia de San Ireneo en el campo de la devoción mariana es que nos muestra que ya los cristianos antiguos, en el siglo II, los que se habían formado con discípulos de los apóstoles, honraban a la Virgen y la veneraban profundamente, reflexionando sobre su papel teológico.
Sobre eso ha escrito el padre Edward Looney, un sacerdote de la diócesis de Green Bay (la de las apariciones de Champion, únicas aprobadas en EEUU), autor de varias obras de devoción mariana (A Lenten Journey with Mother Mary, A Heart Like Mary’s, A Rosary Litany), que señala 5 aportaciones de San Ireneo a lo que la Iglesia conoce sobre María.
1. Un mariólogo en el siglo II
Señala Looney que se suele considerar al sacerdote español Francisco Suárez (1548-1617) como fundador de la mariología sistemática, por su libro De mysteriis vitae Christi, publicado en Alcalá de Henares en 1592. Pero 14 siglos antes San Ireneo ya hacía mariología, a su manera. San Ignacio de Antioquía o San Justino Mártir ya habían hablado de la Virgen como signo de santidad, pero San Ireneo fue de los primeros en intentar sistematizar la aportación de María a la historia de la salvación.
2. Lo que los cristianos antiguos pensaban de María
La idea de María como una nueva Eva (una Eva mejor, que no pecó, que cumplió su papel plenamente) la encontramos en San Justino (muerto hacia 165, escribía desde Roma), en Tertuliano (muerto en el 222, escribía desde África) y en Ireneo (fallecido en el 202, escribía desde las Galias). El mariólogo dominico C.X.J.M. Friethoff señala que ninguno de los tres se alarga mucho al dar esta comparación, como dándola por bien conocida entre los fieles. Ireneo quizá conoció esa comparación de mano de su maestro, San Policarpo. San John Henry Newman creía que la reflexión de María como Nueva Eva fue la primera meditación de la Iglesia antigua sobre la Virgen.
Contraste entre María y Eva, María es la nueva Eva que triunfa donde la primera fracasó.
3. María como destructora de herejías
Ireneo quería refutar las herejías gnósticas y marcionitas (del griego Marción, 85-150 dC.) que despreciaban el Antiguo Testamento. Ireneo ponía la relación entre Eva y María como ejemplo de la continuidad y complementariedad entre ambos testamentos. Al insistir en la Encarnación del Verbo en María, una mujer concreta y real, Ireneo refutaba muchas fantasías gnósticas, que reducían varias enseñanzas cristianas a meras simbologías y figuras metafóricas.
4. María como colaboradora en la redención
Hay algunos mariólogos que reclaman para María el título de «co-redentora y mediadora de todas las gracias». Looney señala que muchos piensan que la partícula «co-» significa «igual a», como si María fuera redentora al nivel de Cristo, pero afirma que debe entenderse como «colaboradora, participante», aunque no al nivel de Cristo. Ireneo ya lo dejó claro al usar dos palabras griegas distintas para expresar a Cristo como salvador-redentor, y a María como una trabajadora subordinada en el esfuerzo de redención.
Una escultura de San Ireneo en Copenhague y un icono copto moderno en el que María consuela a Eva.
5. Cimentó a María como «la que desata nudos»
El Papa Francisco ha difundido la devoción a María como «desatadora de nudos», con la imagen de la Virgen desatando un nudo, en un cuadro de Johann Georg Melchior Schmidtner de 1687 que fue encargado como acción de gracias por la ayuda de la Madre de Dios a un matrimonio en problemas.
Pero Ireneo ya hizo una reflexión sobre este simbolismo en el siglo II en su libro ‘Contra los herejes’: «Y así también se aflojó el nudo de la desobediencia de Eva con la obediencia de María. Porque lo que la virgen Eva había atado con su increencia, la Virgen María lo liberó mediante la fe».
Looney comenta: «La obediencia y fe de María deshace los nudos de la desobediencia e increencia de Eva. En María vemos la perfección de la virtud porque ella no tiene pecado. Su ejemplo de las virtudes nos puede ayudar a deshacer muchos vicios en nuestra vida, no sólo consiste en que nos ayude con sus plegarias».
(Publicado originariamente en el portal de noticias marianas CariFilii.es)