Elia Stelluto, el monaguillo que hacía misa con el santo, veía los estigmas y sacaba fotos
«El Misterio del Padre Pío», luz en los cines... y muchas imágenes las tomó este muchacho
Viernes 23 de noviembre: se estrena la película El Misterio del Padre Pío en cines de unas 40 ciudades españolas. (La lista de cines se puede consultar en la web elmisteriodelpadrepio.es ; aquí publicamos una reseña sobre la película y los milagros que cuenta y nos asombran).
Es una película ágil, sin narrador, que deja hablar a los testigos. Durante 90 minutos, los espectadores de este documentadísimo trabajo se asoman, como si fuera un thriller de investigación, a un enigma por resolver, que puede llevar a un misterio para contemplar.
El enigma es: ¿el padre Pío de Pietrelcina, monje franciscano, es un histérico, o es un estafador implicado en asuntos turbios, como dicen sus enemigos? Entre sus detractores hay grandes cristianos, por el médico sacerdote Gemelli, un antiguo ateo pero ahora hombre de fe sincera y amigo del Papa. ¿O de verdad el padre Pío sufre los estigmas de Cristo, pierde sangre pero no se debilita, puede leer los corazones y realiza milagros y curaciones asombrosas? Y el misterio a contemplar es este: si Dios interviene de forma tan asombrosa y milagrosa a través de San Pío de Pietrelcina, ¿no significa eso que Él está cerca de nosotros, y puede actuar, y cambiar nuestra vida?
Hablamos con el monaguillo del santo... que fue su fotógrafo
El documental es cine, el cine se hace con imágenes y al padre Pío no le gustaban las fotografías, nunca posó ni dio permisos para ser fotografiado. La excepción más o menos tácita fue su monaguillo de la misa de las cuatro o cinco de la madrugada, Elia Stelluto: de él son muchas de las fotografías que usan los devotos y también muchas de las que, por primera vez, salen a la luz en El Misterio del Padre Pío.
Elia Stelluto, en 1954, con 19 años, cuando se despide
del padre Pío, con el que ha sido monaguillo, para ir al extranjero
Él estaba allí, a su lado, en las misas de madrugada. Fue creciendo con él y así le hizo fotos desde 1947, cuando tenía 12 años, hasta 1954, cuando con 19 años dejó el pueblo. También más adelante, en otras visitas que hizo. El padre le dejaba hacer fotos dentro del convento porque lo consideraba un chiquillo. Elia trabajaba en la tienda de un fotógrafo que era un converso, uno hijo espiritual del Padre Pío, y que tenía una tienda de artículos religiosos e imágenes del Padre, puesto que él atraía multitudes de peregrinos. "Haciendo grandes sacrificios, logré comprar una pequeña cámara, Condoretta, la más barata que había en el mercado, y tomé las primeras fotos al Padre Pío".
El jefe del joven Elia le alentó a hacer fotos dado que el monje se lo permitía. Ahí surgieron miles de imágenes, muchas de las cuales ilustran el documental y así nos ponen cerca del santo. Como decía el fotógrafo Robert Capa: "si tu foto no es lo suficientemente buena, no estás lo suficientemente cerca". Pero Elia Stelluto sí estuvo muy cerca.
Dos niños impactados por el padre Pío; Elia fue su monaguillo y fotógrafo en los años 40 y 50; a su lado, Matteo Pío Colella fue el niño curado milagrosamente en el año 2000 por intercesión del Padre Pío, lo que permitió canonizarlo en 2002; ambos cuentan sus historias en El Misterio del Padre Pío
Misa a oscuras, con solo dos velas... pero fotos luminosas
Elia Stelluto hoy nos enseña sus fotos de la Condoretta de los años 40 y 50 en un potente iPhone. "Fíjate qué luminosidad, qué claridad, qué definición... pues bien, estas fotos yo las hacía en misa, que se celebraba de noche, en el templo sin luz, sin electricidad, en la oscuridad, solo con dos velas, sin flash. Esta luz es sorprendente", explica a ReL.
Solo una vez usó un flash, porque su jefe -devoto del santo- quería una foto de los estigmas en misa. El flash sorprendió al santo, se asustó y no entendía de donde había salido. El muchacho le pidió perdón por asustarlo. El santo le dijo "no utilices ese trasto, no lo necesitas" (el flash). Y, efectivamente, siguió haciendo fotos de buena calidad, sin flash, pese a la escasez de luz.
Esta es la foto de los estigmas en misa que Elia hizo con flash
La enfermedad llegó a la familia: fe y ciencia
Tras toda una vida como devoto y divulgador del padre Pío, la enfermedad toco a la puerta de Stelluto y su familia. En 2009 a su hermana Maria se le diagnosticó una grave leucemia. "Me daban dos meses de vida", explica María a ReL, en español con acento de Argentina, donde vivió muchos años.
"Mi familia entera, y mi hermano, y yo con fe, rezábamos al Padre Pío. También entregaba mi sufrimiento al Señor, como el padre Pío enseñaba en el hospital que fundó. Rezábamos con sus reliquias. En mi caso, la ciencia y la fe fueron juntas. Los dos meses se alargaron, alargaron, usaron células estaminales conmigo. Pero de los otros enfermos que me acompañaban, la única que sigue viva hoy soy yo". Nos muestra también un rosario: se lo trajeron de Medjugorje durante la enfermedad y es el que usa hoy.
María Stelluto: "me daban dos meses de vida"
Elia nos explica que cuando él rezaba al Padre Pío en su cripta, por su hermana, le hacía "un poco de chantaje": "Te necesitamos, Padre Pïo, mira que llevo toda la vida difundiendo tu mensaje y para eso necesito a mi hermana, porque ella me ayuda mucho". Pero en realidad intentar chantajes, por así decirlo, no tiene mucho sentido. A mi hermana le ha ayudado la oración de muchos grupos que rezaron por ella".
En el confesionario con el padre Pío: la guerra no es excusa
Haber sido monaguillo durante años de un cura santo y milagroso deja huella. También haberse confesado con él, que confesó a multitudes y desde el confesionario producía conversiones y milagros asombrosos. Elia confirma que aunque el Padre Pío era jovial y alegre, a veces incluso bromista, en el confesionario podía ser estricto.
En cierta ocasión, durante la Segunda Guerra Mundial, antes de ser monaguillo, Elia fue a confesarse con él.
- ¿El domingo fuiste a misa? -preguntó el fraile.
- No, padre.
- ¿Y por qué no?
- Pues, por la guerra -dijo el niño, convencido de que era buena excusa.
- Pero la guerra no ha llegado a esta iglesia -dijo el santo, nada impresionado.
"De hecho, el pueblo de al lado fue bombardeado pero en San Giovanni Rotondo no cayó nunca ni una bomba", recuerda Elia.
Ya siendo monaguillo, el padre Pío le negó la absolución en cierto momento porque veía que no estaba realmente arrepentido y no valoraba de verdad el perdón. Él acudía como monaguillo allí cada día a la misa de las cuatro de la madrugada, luego intentaba confesarse en la confesión semanal y el padre Pío le echaba y le decía "búscate otro confesor". Elia se enfadó y decidió dejar de ir a misa con esos madrugones... "pero me desvelaba igual, así que continué yendo". Pasados seis meses, ya con otra mentalidad, Elia entendió el valor de la confesión y el padre le absolvió.
Elia y su hermana Maria son solo dos de la nube de testigos que cuentan sus experiencias con el Padre Pío en el nuevo documental. Es a través de ellos que conocemos su personalidad afable pero firme, su poder asombroso para transformar a las personas, su paciencia ante una persecución pertinaz y su capacidad para influir en el mundo y las multitudes sin salir de su convento.
El hombre de la misa escondida, oculta, a oscuras con dos velas, es ahora el protagonista de una historia luminosa contada con imágenes que iluminan el corazón de los que la ven.