«Bergoglio y los libros de Esther»: así el jesuita guardó el legado de su amiga marxista asesinada
El joven licenciado en química Jorge Bergoglio conoció a Esther Ballestrino trabajando con ella en 1953 y 1954, en el laboratorio de análisis químico que ella dirigía.
Esther era médica bioquímica farmacéutica, de origen paraguayo. En Paraguay, en los años 40, había sido militante marxista, fundadora de un movimiento obrero y feminista. Exiliada a Argentina, era exigente con su aprendiz. Quién le iba a decir a ella que el joven argentino sería Papa 60 años después. Quién le iba a decir a ella que sería secuestrada, torturada y arrojada viva al mar 20 años después.
La historia la cuenta con detalle, y con sus últimos misterios revelados, como el destino de los libros de Esther, el periodista Nello Scavo, de Avvenire, el periódico propiedad de los obispos italianos. La historia, estremecedora, tiene forma de libro pequeño, de 90 páginas, pero que viaja a las profundidades del corazón humano. Se trata de Bergoglio y los libros de Esther, en la editorial Ciudad Nueva.
"Ella me enseñaba la seriedad del trabajo"
Bergoglio ha recordado a Esther Ballestrino en varias entrevistas. "Me enseñaba la seriedad del trabajo. Realmente le debo mucho a esa gran mujer”. En otra oportunidad, en 2010 frente a un tribunal oral federal, el entonces arzobispo de Buenos Aires agregó más detalles: “Una mujer con mucho sentido del humor, que me introdujo en el mundo de la política. Era una febrerista, del Partido Febrerista Paraguayo, exiliada aquí. Me hacía leer varias cosas, los artículos de Barletta, por ejemplo, conversábamos sobre eso, los comentábamos. A pesar de que yo era cura, seguimos siendo amigos”.
Una familia secuestrada y torturada
Esther sufriría mucho. Tras el golpe militar de 1976 en Argentina, ACNUR le reconoció el estatus de "refugiada", pero eso no la ayudó mucho. El 13 de septiembre fue secuestrado Manuel Carlos, marido de su hija Mabel. El 13 de junio de 1977 fue detenida su hija Ana María, que tenía 16 años y estaba embarazada de 3 meses. Fue torturada y liberada en octubre. Su novio desapareció junto con otros 30.000 argentinos.
En Argentina, Esther participó en las primeras actividades de Madres de Plaza de Mayo, que desfilaban con pañuelo blanco pidiendo información sobre sus hijos desaparecidos. Acudía a reuniones de jóvenes militantes de la Vanguardia Comunista en la iglesia de Santa Cruz, en Buenos Aires. Cuando Ana María fue liberada, Esther huyó con sus tres hijas a Brasil y luego a Suecia. Pero volvió a Argentina, a seguir con actividades de Madres de la Plaza de Mayo.
Entre el jueves 8 de diciembre y el sábado 10 de diciembre de 1977, Esther fue secuestrada en la iglesia de Santa Cruz, junto a otras 11 personas relacionadas con la asociación, incluyendo las fundadoras Azucena Villaflor y María Ponce, y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Las torturaron unos 10 días en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) y las arrojaron después al mar, drogadas y atadas, el 17 o 18 de diciembre. Los cadáveres empezaron a llegar a la costa el 20 de diciembre. Las monjas habían sido cuidadoras de un hijo con síndrome de Down del general Videla, y el niño las quería mucho. Eso no las salvó: el detalle confirma la frialdad y crueldad del general.
Bergoglio ayudó a rescatar a quien pudo
Nello Scavo explica que, antes de morir, Esther había contactado con Bergoglio. Él ya tenía cierta experiencia. Por ejemplo, siendo ya provincial de los jesuitas había ayudado a los jesuitas de Uruguay a contactar con el General, el padre Arrupe, para que el Vaticano contactase con el Gobierno uruguayo y liberase a unos clérigos y laicos presos.
Y había avisado al jesuita español José Luis Caravias de que iban a por él en Argentina. Detuvieron a Caravias y lo sometieron a un simulacro de fusilamiento. Al día siguiente, un monseñor avisado por Bergoglio conseguía sacarlo y enviarlo a España.
El misterio de "los libros de Esther"
Esther tenía una petición para Bergoglio. "Me preguntó dónde podíamos esconder la biblioteca, porque la tenían vigilada. Ya le habían secuestrado una hija, a la que después soltaron", explicaría décadas después, en un juicio, Bergoglio, siendo arzobispo de Buenos Aires.
¿Qué pasó con los libros? ¿Habría sido inmoral quemar libros comunistas en una época en que ponían en peligro a las personas? No eran incunables ni tomos especialmente valiosos.
Scavo señala que cuando el Papa Francisco visitó Paraguay en 2015, allí se reunió y abrazó, fuera de programa, con las hijas de Esther. "No lo veíamos desde que nos devolvió los libros de mamá", explicaron ellas a Lucia Capuzzi, de Avvenire.
Las hijas de Esther Ballestrino recuerdan, con fotos, a su madre, asesinada en 1977
"Durante años, el jesuita había custodiado aquella herencia de Esther, lo hizo de modo que ni una sola página se perdiera. Eran libros que Esther había leído, repasado, subrayado. libros que había amado y en los que había reflexionado. Por más apartado de las teorías marxistas que estuviese el Papa Francisco, el padre Jorge los escondió y protegió como si fuesen personas", señala Scavo en su libro.
No pudo salvar a más: habría perdido a los que tenía
En los años de las dictaduras, Bergoglio salvó a los que pudo salvar. ¿Pudo hacer más? Scavo, que trabajó con tesón en otro libro sobre esos años, "La lista de Bergoglio", en 2013, escribe: "De vez en cuando actualizo el número de los que, directa e indirectamente, fueron protegidos por Francisco. Y la respuesta es que no habría podido, y sobre todo no habría debido hacer nada más. Un paso de más y el 'tinglado' de Bergoglio habría sido descubierto".
El libro de Scavo, a partir de la historia de Bergoglio y los libros de Esther, nos lleva con mano firme a una época oscura de persecución y mentiras. Pero también en esa época, como en la nuestra, fue posible actuar con humanidad.
Adquiera AQUÍ Bergoglio y los libros de Esther, en la editorial Ciudad Nueva.
(www.ciudadnueva.com).