Juan Orellana sobre la película de María Magdalena: bella, Cristo creíble, pero final muy ideológico
Juan Orellana es crítico de cine en el semanario "Alfa y Omega" y uno de los mejores analistas cinematográficos con perspectiva cristiana en España. Es también autor del libro Cine e ideología (Stella Maris). En Alfa y Omega ha comentado la película recién estrenada en España, y apoyada con mucha publicidad, centrada en el personaje de María Magdalena y su relación con Cristo y con la sociedad de su época.
El crítico aprecia su belleza formal, que no se busca desdivinizar a Jesús y que Jesús se refleja de una forma creíble y humana. Pero denuncia el exceso de ideología feminista que hunde la película en sus últimos 10 minutos.
***
María Magdalena. ¿Víctima de una sociedad patriarcal?
por Juan Orellana
La última película del australiano Garth Davis ofrece una reinterpretación feminista del Evangelio y de los orígenes de la Iglesia, presentados desde la perspectiva de María Magdalena.
El guion está escrito por las británicas Helen Edmundson y Philippa Goslett. La primera es una veterana escritora, muy premiada por sus adaptaciones de clásicos, y curtida en trabajos sobre el empoderamiento de la mujer. Goslett es menos conocida, coautora del guion de How to talk to girls at parties, una cinta transgresora adolescente que indaga en los roles masculino y femenino de forma rompedora.
En realidad, el guión se apoya en algunos textos evangélicos apócrifos gnósticos, como el llamado Evangelio copto de Tomás, o el de la Magdalena, para ofrecer una lectura sorprendente de la relación de la Magdalena con los apóstoles, y concretamente con Pedro, que la deja fuera de la comunidad apostólica por considerarla nociva.
En la película, Jesús la trata con cierta preferencia, y ello molesta a Pedro, al que se le nota claramente celoso; pero que ella fuera la primera testigo de la Resurrección era más de lo que Pedro –y casi todos los apóstoles– eran capaces de asumir.
Esta fantasía ajena a la tradición y al magisterio, aunque es la columna vertebral de la propuesta del filme, no la agota completamente.
La película –estéticamente brillante– cuenta muchos momentos de la vida pública de Jesús, y aunque casi nunca se respeta la literalidad evangélica, sí nos ofrece imágenes muy hermosas de la misericordia del Señor y de su profunda empatía humana, sin que se pueda hablar nunca de una intención desdivinizadora.
Por otra parte, aunque Joaquin Phoenix no parezca a priori el actor más idóneo para encarnar a Cristo, lo cierto es que es tal la fuerza de su mirada, que consigue dar una hondura creíble al personaje.
La película pasa de puntillas por la vida de Jesús, así como por su Pasión, porque la verdadera protagonista es María de Magdala (Rooney Mara), que no es una prostituta sino una joven que ha roto con su familia por negarse a contraer un matrimonio concertado por los varones de su casa.
En este sentido la película la señala casi como una pionera del feminismo que se rebela contra un modelo patriarcal. De hecho, la película pone mucho énfasis en mostrar cuál era la situación de la mujer en aquel mundo, y nos presenta a Jesús como el primer gran luchador por la igualdad entre el hombre y la mujer.
La Magdalena encuentra en Jesús una mirada distinta, que le comprende, apoya y que no hace distingos en función del sexo. Es una mujer de gran capacidad de amor, como nos deja clara la escena del parto del comienzo del filme. Ella se convierte en confidente de Jesús, sin que exista ninguna ambigüedad sentimental entre ambos, y tiene una sensibilidad que le permite entender a Jesús mucho mejor que otros discípulos, incluso que Pedro (interpretado por el actor afroamericano Chiwetel Ejiofor).
Por ello se convierte en una más de los apóstoles, va con ellos a todas partes, e incluso está presente en la Última Cena, a la derecha de Jesús.
Llega incluso a recibir de Jesús un mandato sorprendente de cara a los apóstoles: «No dejes que ellos lo paren», refiriéndose al Reino de Dios.
En fin, una película que, sin sus últimos diez minutos de militancia ideológica, hubiera ganado mucho. Esos diez minutos son su harakiri.