Máxima medalla del Papa para el poeta José Jiménez Lozano, enamorado de los místicos, a los que reza
El poeta y escritor José Jiménez Lozano, de 87 años, Premio Cervantes en 2002, recibirá el 4 de noviembre la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, la máxima distinción que el Papa confiere a seglares, «como premio a su fidelidad a la Iglesia y su servicio distinguido a la comunidad», de manos del cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez. El poeta vive en Valladolid y fue el arzobispo quien pidió la medalla al Santo Padre para él.
Lozano, gran estudioso y admirador de San Juan de la Cruz y los místicos del Siglo de Oro español explicaba hace unos años en La Razón que "nunca se han publicado tantos libros sobre San Juan de la Cruz como en estos momentos, pero no en España, sino en otros países. Quizá es que el estudioso necesita una distancia. En América se están publicando biografías esplendorosas. Santa Teresa fue toda una escritora. Yo diría que San Juan fue más bien un poeta. Por supuesto, cuando los lees adquieres cierta afinidad por ellos, y si conoces los lugares donde vivieron, sus paisajes, más aún".
Explicaba que esos santos "tenían una espiritualidad muy distinta a la de nuestros días. Eran místicos, nosotros no. La espiritualidad es algo muy íntimo".
Y confesaba: "Claro que les he rezado. Y no solo para pedir: rezar no es solo pedir".
¿Los ignacios y las teresas de hoy?
Preguntado por los "ignacios, las teresas, los juan de la cruz de hoy", respondía: "Los hay que son como ellos, místicos, pero no escriben, y por eso los desconocemos. No sabemos si esa señora que sale de comprar de Galerías Preciados es una mística. Podría ser: la gente es más valiosa de lo que pensamos a menudo".
José Jiménez Lozano explicaba que no se opondría a beatificar a Isabel la Católica. Decía del llamado "nuevo ateísmo" de la anti-navidad y los anti-belenes que "es una estupidez bastante lamentable. Habrá gente que se sienta herida con sus frases hirientes, yo no. Pero sí con el asalto a las capillas, eso sí me hiere. No se puede aceptar ese comportamiento. Tampoco si se llegara a asaltar un centro de una asociación librepensadora".
Y sobre la familia cristiana en Occidente se declaraba "razonablemente esperanzado". "Decían los clásicos que la esperanza es una serpiente que se escapó de la caja de Pandora, pero mi esperanza es razonable. La familia se debilitará durante una temporada, pero es una institución natural y volverá con fuerza, por su propia lógica. Ya ha pasado antes y volverá a pasar", anunciaba.
De periodista a poeta y literato
José Jiménez Lozano nació en Langa (Ávila), en el año 1930. Pasó la infancia en Arévalo y ha desarrollado su vida profesional en Valladolid. Se licenció en Periodismo en Madrid en 1951, en Derecho por la Universidad de Valladolid y en Filosofía y Letras por la de Salamanca. Fue director de «El Norte de Castilla», es autor de novelas, ensayos, poesía y diarios. Recibió el Premio Nacional de las Letras (1992) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (1998) y el Premio Cervantes en 2002.
La valoración del cardenal Blázquez
El cardenal Blázquez alaba del escritor su modo de vida es «sobrio y discreto» y su «asombrosamente» larga y cualificada trayectoria profesional. «Abarca la corresponsalía en Roma durante el Concilio Vaticano II, la evocación de figuras bíblicas, el estudio de personajes como san Juan de la Cruz, fray Luis de León, Pascal, etcétera. Novelas y cuentos y particularmente el periodismo que culmina como director de El Norte de Castilla», detalla.
Blázquez también fue uno de los impulsores de las primeras exposiciones de Las Edades del Hombre (www.lasedades.es), «un proyecto sorprendente que se convirtió en un éxito rotundo» y que, tal y como explica Ricardo Blázquez al Santo Padre, fue ideado en gran parte por el escritor y su amigo el sacerdote José Velicia, fallecido hace 20 años. El propio Jiménez Lozano, autor de los guiones de las cuatro exposiciones de la primera etapa, explicó que con ellas se persigue «no solo abrir un espacio a la fruición estética, sino emitir un mensaje de índole teológico-catequético».
Como escritor católico, Blázquez lo propone "la ejemplaridad de personas como el candidato, que ha unido magistralmente su fe, sus manifestaciones culturales y artísticas y el mensaje de nuestro tiempo".
Una medalla papal para laicos
La condecoración fue instituida por el Papa León XIII, en 1888, con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Se trata de una cruz octogonal con la flor de lis en los cuatro cantones y con su imagen rodeada por la frase «Leo XIII PM anno X» (León XIII, Pontífice máximo, año diez de su pontificado). En el anverso de la medalla, sobre los brazos de la Cruz, aparecen representados cometas, que, con las flores de lis, forman el escudo de armas de la familia Pecci, a la cual pertenecía el Papa. Grabadas en el reverso están las palabras Pridie (Día primero), Kal (de las kalendas), Ianuar (de enero) y el año 1888. En el reverso aparecen los emblemas papales (las llaves y la tiara de san Pedro) y el lema Pro Ecclesia et Pontifice. A partir del pontificado de Juan Pablo II los colores de la cinta de la medalla son el amarillo y blanco.
Desde su institución han recibido este reconocimiento varios centenares de personas públicas y anónimas en todo el mundo, en su mayoría seglares. Entre las españolas, la reina consorte de los belgas, Fabiola de Mora y Aragón, o la vallisoletana Eloísa García de Wattemberg.
"La novela histórica debe nacer del amor a sus protagonistas, hay autores que odian a sus propios personajes", denuncia Jiménez Lozano en esta entrevista (a partir del minuto 5)
Lozano, gran estudioso y admirador de San Juan de la Cruz y los místicos del Siglo de Oro español explicaba hace unos años en La Razón que "nunca se han publicado tantos libros sobre San Juan de la Cruz como en estos momentos, pero no en España, sino en otros países. Quizá es que el estudioso necesita una distancia. En América se están publicando biografías esplendorosas. Santa Teresa fue toda una escritora. Yo diría que San Juan fue más bien un poeta. Por supuesto, cuando los lees adquieres cierta afinidad por ellos, y si conoces los lugares donde vivieron, sus paisajes, más aún".
Explicaba que esos santos "tenían una espiritualidad muy distinta a la de nuestros días. Eran místicos, nosotros no. La espiritualidad es algo muy íntimo".
Y confesaba: "Claro que les he rezado. Y no solo para pedir: rezar no es solo pedir".
¿Los ignacios y las teresas de hoy?
Preguntado por los "ignacios, las teresas, los juan de la cruz de hoy", respondía: "Los hay que son como ellos, místicos, pero no escriben, y por eso los desconocemos. No sabemos si esa señora que sale de comprar de Galerías Preciados es una mística. Podría ser: la gente es más valiosa de lo que pensamos a menudo".
José Jiménez Lozano explicaba que no se opondría a beatificar a Isabel la Católica. Decía del llamado "nuevo ateísmo" de la anti-navidad y los anti-belenes que "es una estupidez bastante lamentable. Habrá gente que se sienta herida con sus frases hirientes, yo no. Pero sí con el asalto a las capillas, eso sí me hiere. No se puede aceptar ese comportamiento. Tampoco si se llegara a asaltar un centro de una asociación librepensadora".
Y sobre la familia cristiana en Occidente se declaraba "razonablemente esperanzado". "Decían los clásicos que la esperanza es una serpiente que se escapó de la caja de Pandora, pero mi esperanza es razonable. La familia se debilitará durante una temporada, pero es una institución natural y volverá con fuerza, por su propia lógica. Ya ha pasado antes y volverá a pasar", anunciaba.
De periodista a poeta y literato
José Jiménez Lozano nació en Langa (Ávila), en el año 1930. Pasó la infancia en Arévalo y ha desarrollado su vida profesional en Valladolid. Se licenció en Periodismo en Madrid en 1951, en Derecho por la Universidad de Valladolid y en Filosofía y Letras por la de Salamanca. Fue director de «El Norte de Castilla», es autor de novelas, ensayos, poesía y diarios. Recibió el Premio Nacional de las Letras (1992) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (1998) y el Premio Cervantes en 2002.
La valoración del cardenal Blázquez
El cardenal Blázquez alaba del escritor su modo de vida es «sobrio y discreto» y su «asombrosamente» larga y cualificada trayectoria profesional. «Abarca la corresponsalía en Roma durante el Concilio Vaticano II, la evocación de figuras bíblicas, el estudio de personajes como san Juan de la Cruz, fray Luis de León, Pascal, etcétera. Novelas y cuentos y particularmente el periodismo que culmina como director de El Norte de Castilla», detalla.
Blázquez también fue uno de los impulsores de las primeras exposiciones de Las Edades del Hombre (www.lasedades.es), «un proyecto sorprendente que se convirtió en un éxito rotundo» y que, tal y como explica Ricardo Blázquez al Santo Padre, fue ideado en gran parte por el escritor y su amigo el sacerdote José Velicia, fallecido hace 20 años. El propio Jiménez Lozano, autor de los guiones de las cuatro exposiciones de la primera etapa, explicó que con ellas se persigue «no solo abrir un espacio a la fruición estética, sino emitir un mensaje de índole teológico-catequético».
Como escritor católico, Blázquez lo propone "la ejemplaridad de personas como el candidato, que ha unido magistralmente su fe, sus manifestaciones culturales y artísticas y el mensaje de nuestro tiempo".
Una medalla papal para laicos
La condecoración fue instituida por el Papa León XIII, en 1888, con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Se trata de una cruz octogonal con la flor de lis en los cuatro cantones y con su imagen rodeada por la frase «Leo XIII PM anno X» (León XIII, Pontífice máximo, año diez de su pontificado). En el anverso de la medalla, sobre los brazos de la Cruz, aparecen representados cometas, que, con las flores de lis, forman el escudo de armas de la familia Pecci, a la cual pertenecía el Papa. Grabadas en el reverso están las palabras Pridie (Día primero), Kal (de las kalendas), Ianuar (de enero) y el año 1888. En el reverso aparecen los emblemas papales (las llaves y la tiara de san Pedro) y el lema Pro Ecclesia et Pontifice. A partir del pontificado de Juan Pablo II los colores de la cinta de la medalla son el amarillo y blanco.
Desde su institución han recibido este reconocimiento varios centenares de personas públicas y anónimas en todo el mundo, en su mayoría seglares. Entre las españolas, la reina consorte de los belgas, Fabiola de Mora y Aragón, o la vallisoletana Eloísa García de Wattemberg.
"La novela histórica debe nacer del amor a sus protagonistas, hay autores que odian a sus propios personajes", denuncia Jiménez Lozano en esta entrevista (a partir del minuto 5)
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