En 1935 vivían en la misma calle madrileña, Ferraz
José María Zavala: «San Josemaría e Isidoro Zorzano visitaban con frecuencia a la Madre Esperanza»
Continúa la difusión en España y América de la vida y obra de la Madre Esperanza de Jesús (en el siglo María Josefa Alhama Valera, 18931983) religiosa de Santomera (Murcia) que goza de gran devoción en Italia, donde vivió gran parte de su vida y murió, en el santuario de Collevalenza que es hoy un gran centro de peregrinación. El principal instrumento para ello está siendo el libro Madre Esperanza, de José María Zavala, sobre el cual el escritor fue entrevistado recientemente por Rocío Lancho para Zenit:
Madre Esperanza. Los milagros desconocidos del alma gemela del Padre Pío es el libro que profundiza en la vida y obra de la Madre Esperanza, una religiosa española fundadora del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza. Una mujer que “leyó el alma de Jacqueline Kennedy” y que fue beatificada en el 2014.
El autor, José María Zavala, ha tenido acceso a los archivos de la Congregación, a la Positio y sobre todo a testimonios y dos diarios inéditos de personas muy significativas que trataron a la Madre Esperanza y que revelan detalles desconocidos sobre su relación con San Juan Pablo II, el Padre Pío y San Josemaría Escrivá de Balaguer. La primera edición del libro se agotó en 24 horas, al día siguiente de presentarlo con Iker Jiménez en el programa de televisión Cuarto Milenio, donde el autor colabora.
-¿Cómo nació la idea de escribir este libro?
-Pura Providencia. Fui a vivir con mi familia el año pasado a Murcia sin saber muy bien qué se nos había perdido allí, barajando diversos asuntos laborales. Pero en el momento más inesperado, un sacerdote me habló por primera vez de la Madre Esperanza, añadiendo: “Tienes que escribir su biografía para darla a conocer en España”. Me dejó un folleto sobre ella y, conforme lo leía, me convencí de que debía escribir ese libro. A partir de entonces, me embarqué en un viaje a Collevalenza y a Roma, donde pude entrevistarme con testigos aún vivos que trataron a la Madre Esperanza durante muchos años, y acceder al formidable Archivo del Santuario del Amor Misericordioso.
-¿Cómo fue la tarea de documentación?
-Manejar también la Positio, es decir, el proceso de canonización de la Madre Esperanza, como me sucedió en su día con el Padre Pío para componer un libro que lleva ya dieciséis ediciones en España y ha sido traducido en Italia, fue una experiencia maravillosa y un inmenso privilegio. En la Positio hay un auténtico arsenal de documentos, muchos de ellos inéditos, que salen a relucir ahora en el libro, junto a los diarios desconocidos también del padre Mario Gialletti, secretario de la Madre Esperanza hasta el momento de su muerte, y de Pietro Iacopini, uno de sus hijos más queridos.
-Además de dar a conocer a la Madre Esperanza, ¿qué ofrece este libro?
-Por ejemplo, el testimonio escrito ex profeso para el libro de los padres de Francesco María, el niño cuya milagrosa curación sirvió para que el Papa Francisco autorizara el decreto de beatificación a la Madre Esperanza en 2014. Y muchas más cosas: el día en que la Madre Esperanza empezó a vomitar sangre, llegando a empapar cuatro toallas enteras, sabiendo que faltaban escasas horas para que el turco Ali Agca atentase contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981. Aquella misma madrugada, avisaron al médico personal de la religiosa, Tommasso Baccarelli. En cuanto vio a su paciente, dispuso una transfusión de sangre urgente, alegando que de lo contrario se moriría.
»Pero mientras le practicaban los pertinentes análisis para determinar su grupo sanguíneo, el doctor Baccarelli se quedó estupefacto al comprobar que su nivel de glóbulos rojos era completamente normal. Aun así, la Madre Esperanza no dejó de vomitar sangre, entre estertores, hasta que supo que la vida de Juan Pablo II estaba ya fuera de peligro. La reconstrucción de lo que sucedió aquel día en la celda de la Madre Esperanza he podido hacerla con los testimonios que obran en la Positio, entre ellos la declaración de Sor Amada, que estuvo en todo momento a su lado y a quien conocí en persona en Collevalenza.
-¿Por qué llamarla “el alma gemela del Padre Pío”?
-Eran como dos gotas de agua, espiritualmente hablando. Ambos tuvieron los estigmas de Jesucristo en manos, pies y costado durante más de medio siglo, así como el don de bilocación (la posibilidad de estar en dos lugares distintos al mismo tiempo), el de introspección de conciencias, curaciones milagrosas, profecía… Y en el caso de la Madre Esperanza, también multiplicaba alimentos con los que daba de comer a más de 3.000 personas cada día en Roma, durante la Segunda Guerra Mundial. Y por si fuera poco, también convertía el agua en vino.
»Al Padre Pío y a la Madre Esperanza les unía también la dolorosa persecución que ambos sufrieron por parte de la propia Iglesia.
-¿Cómo fue el encuentro con Jacqueline Kennedy?
-La joven viuda del ex presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, llegó a Collevalenza el 15 de noviembre de 1967. La más joven First Lady [Primera Dama] en la historia de su país tenía entonces treinta y ocho años y casi toda una vida por delante, tras el terrible atentado que costó la vida a su marido cuatro años antes, pero su alma se debatía entre fuertes convulsiones.
Jacqueline Kennedy, en una misa por su marido meses después del magnicidio.
»Le acompañaba aquel día el embajador español ante la Santa Sede, Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate, a quien las malas o tal vez indiscretas lenguas atribuían entonces un romance inconfesable con la bella y elegante dama norteamericana. La viuda de JFK estuvo reunida con la Madre Esperanza, quien, tras leer su alma, le dio algunos consejos para acercarse a Dios y dar sentido a su vida de intenso sufrimiento.
-¿Por qué cree que la vida y obra de Madre Esperanza es poco conocida en España?
-Ella, en efecto, ejemplifica muy bien que nadie es profeta en su tierra. Pero le diré que ya hay millares de personas nuevas que la conocen a través de su libro, cuya primera edición se agotó en tan sólo 24 horas tras presentarse en el programa Cuarto Milenio, que dirige Íker Jiménez, con quien colaboro. Esa misma noche no pude conciliar el sueño respondiendo a los centenares de mensajes de personas que habían visto el programa y quedaron impactados por la figura de la Madre Esperanza.
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-Ha tenido acceso a dos diarios inéditos de personas que trataron a la Madre Esperanza y que revelan detalles desconocidos sobre su relación con San Juan Pablo II, el Padre Pío y San Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Podría adelantarnos algo al respecto?
-Empecemos, si le parece, por San Juan Pablo II. El entonces arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, visitó a la Madre Esperanza en Collevalenza, en 1964, con el fin de que le diese la clave para desbloquear el proceso de beatificación de Sor Faustina Kowalska… ¡y ella se la dio! El Padre Pío los puso en contacto.
»El Padre Pío y ella se vieron durante un año entero en bilocación en el Santo Oficio, y ambos se enviaban recíprocamente almas para ser atendidas.
Isidoro Zorzano, miembro del Opus Dei a quien Francisco declaró venerable este jueves.
»San Josemaría Escrivá de Balaguer mantuvo también estrecho contacto con ella en el Madrid de 1935. El fundador del Opus Dei residía entonces en la Academia DYA, que estaba en la misma calle Ferraz donde también vivía la Madre Esperanza. San Josemaría la visitaba a menudo en compañía de Isidoro Zorzano, uno de los primeros numerarios del Opus Dei, y trataba de consolarla ante la brutal persecución que sufría entonces ella por parte de la Iglesia.