Joseph Pearce le rinde un nuevo homenaje
Toledo, 1936: cuando Roy Campbell se jugó la vida por salvar los manuscritos de San Juan de la Cruz
La figura del poeta surafricano Roy Campbell (1901-1957) era prácticamente desconocida en la España contemporánea (aunque tuvo bastante predicamento en los años 50) hasta que Joseph Pearce, biógrafo de todos los grandes escritores católicos ingleses del siglo XX, le consagró su obra Roy Campbell: «España salvó mi alma» (LibrosLibres). En ella daba cuenta de las variadas peripecias por las que atravesó su vida, antes y después de su conversión en 1934, y del amor a España latente en todas ellas, en particular en su actuación decisiva para salvar un importante elemento de nuestro patrimonio cultural: los manuscritos de San Juan de la Cruz.
Recientemente Pearce ha recordado estos y otros hechos en un artículo publicado en The Imaginative Conservative, que reproducimos a continuación (los ladillos son de ReL):
El hombre que salvó los papeles de San Juan de la Cruz
Fue en marzo de 1936. Una serie de disturbios anticlericales barrieron Toledo. Las iglesias fueron quemadas y los sacerdotes y monjes eran atacados en la calle. Durante estos incidentes, varios monjes carmelitas, vestidos como laicos, buscaron refugio en el hogar del poeta británico Roy Campbell, quien el año anterior se había trasladado a la ciudad con su esposa, María, y sus dos hijas.
Una de las características fotos de Roy Cambpell con su sombrero de ala ancha, o también de tipo cordobés.
Cuatro meses después, el 21 de julio, las fuerzas republicanas empezaron a ocupar la ciudad. Protegidos por la oscuridad, los monjes carmelitas acudieron de nuevo a los Campbell. Esta vez, sin embargo, no buscaban refugio par sí mismos sino para sus valiosísimos archivos, que incluían los papeles personales de San Juan de la Cruz. Campbell accedió a custodiar esos archivos, y aquella noche un pesado baúl de documentos antiguos fue trasladado en secreto desde la biblioteca carmelita hasta el vestíbulo del hogar de los Campbell.
Al día siguiente, las fuerzas republicanas tomaron la ciudad, obligando a los defensores a retirarse en el Alcázar. Sin los soldados de la guarnición para defenderlos, los sacerdotes, monjes y religiosas cayeron como presa de los milicianos. Los 17 monjes del monasterio carmelita fueron llevados como un rebaño hasta la calle y fusilados.
En la Plaza del Ayuntamiento, los milicianos de Madrid prendieron enormes hogueras donde quemaron crucifijos, vestiduras litúrgicas, misales y cualquier otro objeto religioso que encontraban en las iglesias y casas saqueadas. Desde su casa, el poeta británico y su familia contemplaron con horror la biblioteca carmelita en llamas.
El momento más tenso y una promesa cumplida
Unos días después, los Campbell fueron visitados por una patrulla de milicianos. Como esperaban esa intrusión, Roy y Mary habían ya tomado la precaución de quitar todos los crucifijos y cuadros religiosos de las paredes. Su principal temor era que el arcón que contenía los archivos carmelitas, incluidas las cartas personales de San Juan de la Cruz, fuese descubierto. La búsqueda, sin embargo, no fue particularmente meticulosa. En un momento dado, algunos milicianos llegaron a apoyar sus rifles sobre el baúl sin que se les ocurriese abrirlo.
Como revelaría en una entrevista radiofónica años después, durante este registro de su hogar Campbell rezó a San Juan de la Cruz e hizo el voto de traducir sus poemas al inglés si su familia salía con vida de aquello. Campbell cumplió su obligación con San Juan de la Cruz y tradujo las poesías del santo con gran acogida de la crítica.
Pearce cumplió el voto realizado en un momento en el que vio peligrar su vida y la de toda su familia.
La poetisa y crítica Kathleen Raine, en un artículo en The New Statesman, sintetizaba el consenso de los especialistas de que las traducciones de Campbell suponían una perfección suprema del verso inglés: “De todos los poetas ingleses vivos, Roy Campbell es el más magistral en su uso de la rima, y es capaz de emplear la métrica para expresar sentimientos de intensa pasión. Ha reproducido la rima y la métrica españolas con tanta cercanía como es posible, y sin embargo sus versiones inglesas tienen la frescura de un poema original”.
La poetisa Kathleen Raine (1908-2003) destacó la rara perfección de la traducción de San Juan de la Cruz por Roy Campbell: es como leer al santo directamente en inglés.
En una charla sobre San Juan de la Cruz televisada por la BBC en 1952, Cambpell afirmó que el éxito de sus poemas se debía más a una gracia obtenida por intervención sobrenatural del santo, que a su genio innato. “Si fuese supersticioso diría que San Juan de la Cruz me trajo suerte”, dijo, “pero no siendo supersticioso diré que obró un milagro”.
De forma similar, nada más terminar una conferencia en el Ateneo de Madrid en 1954 un sacerdote del público le preguntó a qué atribuía el extraordinario éxito de su traducción de los versos de San Juan de la Cruz. “Pero, padre, ¡el santo me ayudó!”, replicó Campbell: “Verá, cuando estaba cansado, o mi espíritu decaía, solamente miraba por encima del hombro y allí debía estar San Juan de la Cruz, sentado en el cielo, sonriéndome. Él decía ¡Arre, burrito! [en español en el original] Y yo empezaba a trotar”. Esta encantadora mezcla de humor travieso y humildad mística encantó a la audiencia española, que estalló en una carcajada espontánea y un aplauso.
La conversión
Pero, ¿cómo es que un poeta británico había acabado en Toledo al estallar la guerra civil? ¿Qué atrajo a Campbell y a su familia hasta España?
Habín llegado inicialmente a Barcelona en el otoño de 1933, tras residir varios años en la Provenza. Su llegada coincidió con unas huelgas anarquistas como respuesta a la victoria de la derecha en las recientes elecciones. “Para los catalanes, como para los irlandeses, la política es una industria nacional”, escribió Campbell a un amigo.
A pesar de la turbulencia de la época, los Cambpell se enamoraron de España y de la cultura española. El viejo aprecio de Mary por la figura de Santa Teresa de Ávila había encendido su imaginación con España desde su juventud, y evidentemente había contagiado ese fuego imaginativo a su marido, como prueba el poema sobre España que escribió tras su llegada al país.
"Mis padres eran unos románticos”, afirmó Anna, la hija menor de los Campbell: “Veían la vida y veían a España como una aventura. Los veían como en una nube, una especie de España imaginaria”.
'Recordando a Roy Campbell' recoge las memorias de sus hijas Ann y Tess, que aparecen en la cubierta junto a sus padres, Roy y Mary, en una obra que prologó Joseph Pearce.
“Desde los mismos inicios mi mujer y yo comprendimos lo que se jugaba realmente en España”, escribió Campbell: “No podía haber compromiso… entre Oriente y Occidente, entre la Credulidad y la Fe, entre la innovación irresponsable… y la tradición, entre las emociones (disfrazadas de Razón) y la inteligencia”.
Cansados de su breve interludio de vida urbana, los Campbell se trasladaron a la ciudad de Altea, cerca de Alicante, en mayo de 1934. Fue aquí donde toda la familia fue recibida en la Iglesia católica. "No creo que ni mi familia ni yo nos convirtiésemos por un hecho concreto en un momento dado”, escribió Campbell más tarde: “Vivimos durante un tiempo en una pequeña granja en la sierra de Altea, donde los trabajadores eran mayoritariamente buenos católicos, y había como una fragancia y frescura en su vida, en su coraje, en su reverencia, que nos ganó a todos de forma imperceptible”.
El padre Gregorio, párroco del pueblo, estaba encantado de que toda una familia de “ingleses” hubiese sido ganada para la Iglesia. Dos años después, el sacerdote sería asesinado por milicianos enviados desde Valencia. Para entonces, como hemos visto, los Campbell se habían trasladado a Toledo, a la que Cambpell había encomiado en uno de sus poemas como “una ciudad sagrada de la mente”.
Serenidad antes del brutal adiós
En abril de 1957, Roy y Mary abandonaron en su pequeño Fiat 600 su casa en Portugal, con destino a la celebración de la Semana Santa en Sevilla. Hicieron un alto en el camino de varios días en Toledo, “la ciudad celestial que significa para mí más que el mundo entero”, como Campbell la describía en una postal a un amigo. Durante la semana de procesiones en Sevilla, Mary percibió que su marido estaba inusualmente silencioso y particularmente serio en sus devociones.
El 23 de abril salieron de regreso para Poartugal, cruzando la frontera a primera hora de la tarde. Un neumático delantero reventó y el vehículo perdió el control y se golpeó contra un árbol. Mary sobrevivió, pero Roy murió en el lugar del accidente. Así acababa, a la edad de 55 años, la vida de uno de los más extraordinarios y controvertidos poetas del siglo XX, un poeta que contó entres sus amigos a George Orwell, Aldous Huxley, T.S. Eliot, Evelyn Waugh, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.
Aragorn y El Señor de los Anillos
En lo que respecta a su amistad con Tolkien, una de las más fascinantes razones de la celebridad de Campbell es que inspiró el personaje de Aragorn, interpretado por Viggo Mortensen en la versión cinematográfica de El Señor de los Anillos.
Tolkien conoció a Campbell como un extranjero miserioso en un pub de Oxford en 1944, que escuchaba con intensidad su conversación con C.S. Lewis. Mientras Campbell escrutaba atentamente a Lewis bajo su sombrero de ala ancha, a Tolkien, le recordó a Aragorn, el misterioso desconocido que escucha subrepticiamente la conversación de los hobbits en el Prancing Pony, el pub de la historia en el que los hobbits conocen a Aragorn.
Viggo Mortensen como Aragorn en 'El Señor de los Anillos', en una pose que a Tolkien le inspiró Cambpell escuchando a C.S. Lewis bajo el ala de su sombrero.
Como en ese momento Tolkien estaba en plena redacción de El Señor de los Anillos, y quedó profundamente impresionado por la vida aventurera que Campbell había vivido en España y otros lugares, es probable que Cambpell ayudase a configurar el personaje de Aragorn en la imaginación de Tolkien.
"España salvó mi alma"
En cuanto a la historia del hombre que salvó las cartas originales de San Juan de la Cruz, podría decirse que España y la Iglesia católica están en deuda con él por su papel en la preservación de una parte preciosa de su herencia. En cuanto a Campbell, también estaba en deuda con España, describiéndola como “un país al que se lo debo todo, porque salvó mi alma”.
Traducción de Carmelo López-Arias.