Fray Salvador: «Venir a Tierra Santa debería ser para todo cristiano un compromiso con la propia fe»
Fray Salvador Rosas Flores es un fraile proveniente de México que actualmente vive en la fraternidad franciscana que custodia el Santo Sepulcro de Jerusalén. Además, realiza guías a las peregrinaciones provenientes de distintos lugares que llegan a Tierra Santa, como por ejemplo las que organiza CARF (Centro Académico Romano Fundación).
Este religioso explica por qué es importante peregrinar a la tierra donde nació, vivió, murió y resucitó Jesús. De este modo, asegura que “Jerusalén es el corazón de la Tierra Santa, la síntesis de la acción de Dios por el bien de toda la humanidad”.
Unión de Dios con los hombres
Citando a San Juan Pablo II agrega este franciscano: “¡Cuántos recuerdos, cuántas imágenes, cuánta pasión y qué gran misterio encierra la palabra “Jerusalén”! Para nosotros, los cristianos, representa el punto geográfico de la unión de Dios con los hombres, de la eternidad y la historia”.
Por ello, fray Salvador confirma que “esta emoción ha estado siempre presente en los corazones de millones de peregrinos que a lo largo de los siglos de historia de cristianismo han satisfecho su gran deseo: ser testigos de que aquello que existía desde el principio, el Verbo de vida, del cual han oído tanto en su patria, aquí en Tierra Santa lo han podido escuchar, lo han podido ver con sus propios ojos, lo han podido contemplar y palpar con sus manos”.
Peregrinar a Tierra Santa aunque sea una vez en la vida
De este modo, el religioso considera que “venir a Tierra Santa debería ser para todo cristiano, al menos una vez en la vida, no tanto una obligación, sino un compromiso con la propia fe”.
“Una peregrinación a los Santos Lugares debería ser como ese homenaje que cada hijo rinde a su madre sólo por el hecho de que ella nos dio la vida, un homenaje de agradecimiento. Venir a Nazaret, a Belén, a Jerusalén es venir a dar gracias a ese Dios que por amor se hizo hombre y que dio su vida para nuestra salvación. Es, en pocas palabras, un acto de fe, que alimenta nuestra caridad y nos mantiene en la esperanza”, agrega.
Como un miembro más de la Orden de los Hermanos Menores (los franciscanos) que “viviendo en Tierra Santa, custodiamos, estudiamos y hacemos acogedores los Lugares que son el origen de la fe cristiana y, viviendo en ellos, anunciamos las maravillas del amor que el Altísimo, Omnipotente y Buen Señor AQUÍ quiso hacerse hombre como nosotros para la salvación de todo el género humano, os invito a nuestra casa, la casa de todos: la Tierra Santa”.