¿Cómo ser una minoría creativa que cambia el mundo? Lo explica el cardenal Müller en su libro
"¿Cómo ser una minoría verdaderamente creativa? Lean al cardenal Müller y verán sugerencias alimenticias para seguir viviendo en cristiano", propuso el pasado martes en la Universidad Francisco de Vitoria el obispo de Almería, Adolfo González Montes, que además de ser responsable de temas de Doctrina de la Fe en España es doctor en Teología por la Universidad alemana de Tubinga y fue asistente de españoles en ese país.
González Montes se refería al librito-entrevista que ha escrito el cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto para la Doctrina de la Fe, con Carlos Granados, director de la Biblioteca de Autores Cristianos: Informe sobre la Esperanza.
Ventajas de las entrevistas bien preparadas
El obispo de Almería alabó el género de la entrevista en profundidad, siempre que se puedan preparar y documentar las respuestas, y revisar el producto final. "El mismo cardenal Müller explica que su libro-entrevista fue todo un trabajo de investigación", explicó González Montes con el cardenal presente en el Aula Magna de la universidad, acompañado de Carlos Granados y del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
El libro, explicó el obispo, mantiene una estructura similar a la entrevista de Vittorio Messori al cardenal Ratzinger en 1985 "Informe sobre la fe". En este caso, la clave para entender todo el libro, dijo González Montes, se da en la Misericordia, concepto que Müller aborda con detenimiento.
González destacó, entre los temas del libro, "su antropología del cuerpo iluminada por la fe en la Resurrección, la corporeidad de la existencia, y la transformación del hombre por el Espíritu Santo, frente al culto al cuerpo de la cultura actual, un culto que no supera la muerte. Dios no nos salva del cuerpo sino que nos salva en el cuerpo", quiso detallar.
Otros temas del libro son "la comunión con las debidas disposiciones, la relación entre iglesia visible e invisible, la necesidad de que la Iglesia pida perdón, el ecumenismo y la mariología, las vocaciones al sacerdocio, la familia, la ideología de género, que el Papa Francisco entiende como una colonización ideológica..."
El libro también es valiente al pedir "reformular los cursos prematrimoniales, aprender a orar como matrimonio”, al abordar el tema del aborto o recordar las enseñanzas sobre familia de la Familiaris Consortio de Juan Pablo II.
Una sociedad con miedo...¡necesita esperanza!
Carlos Granados, que fue quien colaboró con el cardenal al plantear los temas y trabajar la redacción final, explicó que el gran tema de la sociedad actual es la esperanza. La sociedad, dijo, vive paralizada por el miedo: miedo a engendrar hijos, en la crisis de natalidad; miedo ante el futuro, que dificulta que los jóvenes se atrevan a casarse; miedo a encontrar una vocación, miedo por los populismos, la política, la crisis en las instituciones… "Urgía un libro para dar esperanza", explicó.
"Müller es un hombre de fe, un creyente, también un teólogo, un apasionado por la verdad del hombre. Es el prefecto para Doctrina de la Fe, que salvaguarda la fe, el depósito mejor que tenemos. Él espera que el libro ayude a muchos a vislumbrar razones para la esperanza", aseguró el director de la BAC.
A continuación el cardenal Müller expuso una disertación sobre uno de los temas de su libro: ¿Qué cabe esperar de la sociedad?
Un Dios que se revela
Primero el cardenal destacó que los cristianos creen en un Dios que es Logos, que tiene significado: "Él nos ha creado a su imagen y semejanza para que pudiéramos relacionarnos libre y personalmente con Él; ha querido que la razón humana fuera un sello evidente de esa relación".
Después advirtió que sin Dios, y sin un dios cognoscible y tratable y generoso, "solo nos quedaría una ardua hybris, el tentativo, prometeico, titánico ser nosotros los que dan sentido al mundo… que es lo que ha hecho la modernidad, con los resultados que conocemos", dijo refiriéndose a los horrores totalitarios y las guerras mortíferas del siglo XX.
Frente a la tentación de caer en "actitudes de alegría frívola o de resignación; o ante los indiferentes con la suerte de sus hermanos", el cardenal explicó que "la Iglesia está llamada a presentar al hombre de Dios todo lo necesario para esperar de verdad, para no naufragar en el sinsentido".
Firmeza en los principios, ternura al acompañar
Para ser fieles a Cristo propuso una "doble tensión: la firmeza en los principios y la ternura al acompañar". "A esto nos llama el Papa Francisco: a la gravedad en los principios junto con la cercanía a los hombres". "Sería un error fatal si la Iglesia fallase en uno de estos dos elementos", insistió.
También defendió el derecho de la Iglesia a hablar de temas sociales. "Cuando el Santo Padre habla de la justicia o la paz no se puede decir ´eso no es misión de la Iglesia´, porque esos temas forman parte de la misión profética de la Iglesia, improvisó Muller separando la vista de los papeles que leía en español.
La defensa de la razón y la ley moral son para la Iglesia una forma de proteger al hombre de los poderosos sin escrúpulos. "Sin la ley moral, nuestra vida estaría sometida a los influjos nefastos del poder ejercido de modo abusivo y arbitrario, con previsibles consecuencias. Sin reconocer la moral natural, nuestra esperanza dependería solo de nuestros límites, los compromisos de la hybris, la ley del más fuerte. La ley moral natural, aunque neguemos su existencia, resurge como si estuviera escrita de forma indeleble en algún remoto ángulo del corazón humano".
La fuerza de la esperanza
Müller reivindicó "palabras del Papa siempre proféticas: no os dejéis robar vuestra esperanza".
Y habló más de esta esperanza. "La esperanza dada por Cristo es un deposito precioso dado de una vez por todas, que la Iglesia conserva para todas las generaciones: este es el autentico tesoro que la Iglesia deja entrever en sus innumerables heridas, la perla preciosa del Evangeliio, la verdadera riqueza que la Iglesia puede ofrecer a su tiempo… Este es el núcleo de la Misericordia: una vida, cultura y civilización que no permiten que se pierda lo auténticamente humano, para que el hombre, cansado por las pruebas de la vida, no se rinda en su esfuerzo de construir un mundo más humano".
El cardenal Muller y el arzobispo Osoro, de Madrid
Amar como Cristo, al hombre concreto
Después añadió: "La Iglesia ama al hombre como Cristo ha amado al hombre, al hombre concreto que se debate, con un amor que no son emociones pasajeras, sino que ama la verdad del hombre concreto. También Benedicto XVI hablaba de una ecología humana en el mundo". "La Iglesia no deja de reclamar el horizonte positivo, al Logos de Dios, el amor que mueve el sol y las estrellas, como decía Dante", añadió.
Cuando hay esperanza, hay acción que multiplica el bien. "Cuando los bienes de los que disponemos no se usan solo para las propias necesidades, estos bienes se difunden, se multiplican y dan un fruto que no esperábamos" aseguró citando al Papa Francisco. "La tarea de los cristianos es redescubrir, vivir y anunciar esta unidad entre provecho y solidaridad, para que disminuyan las pobrezas económicas que nos afligen tanto".
Finalizó señalando el poder de esa esperanza que es un don de Dios: "En ella el encuentro con Cristo ha potenciado nuestro amor, verdad y misericordia, convirtiéndonos en una minoría creativa, indispensable en el mundo".
En este vídeo, una ponencia del cardenal Müller unos días antes en Valencia, sobre el mismo libro, Informe sobre la Esperanza
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