Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Bennet Omalu se enfrentó a la liga de fútbol por la salud de sus jugadores

El médico al que interpreta Will Smith en «La verdad duele»: «Mi fe católica me ayudó a ser honesto»

La fe de Bennet Omalu queda reflejada en la película de Will Smith.
La fe de Bennet Omalu queda reflejada en la película de Will Smith.

Carmelo López-Arias / ReL

Will Smith creía merecer el Oscar, o al menos la nominación, por su interpretación del doctor Bennet Omaru en La verdad duele [Concussion] (ver el tráiler tras este párrafo) y por eso ha montado la escandalera sobre la supuesta marginación de los negros en los premios de la Academia, llamando al boicot a la gala de este domingo.

Sea como fuere, la película dirigida por Peter Landesman, amén de poner de nuevo sobre el tapete el debate sobre la salud a largo plazo de los jugadores de fútbol americano, ha servido para poner los focos sobre un personaje muy interesante: el médico que descubrió las lesiones de cerebro asociadas a la práctica del deporte rey (junto con el béisbol) en Estados Unidos.

En efecto, La verdad duele, basada en hechos reales, refleja las investigaciones del neuropatólogo nigeriano Bennet Omalu, de 47 años, afincado en Estados Unidos desde 1994. En su laboratorio de Pittsburgh, al hacer la autopsia del ex jugador Mike Webster (1952-2002), descubrió en su tejido cerebral acumulaciones de proteínas similares a las de los enfermos de Alzheimer, y sugirió la hipótesis (en cuya demostración invirtió sus propios recursos económicos) de que las discapacidades cognitivas que habían aquejado a Webster en sus últimos años se debían a los golpes recibidos en la cabeza durante su ejercicio profesional.


En 2014 el doctor Omalu publicó un libro sobre su investigación: Play hard, die young [Juega duro y muere joven].

Caracterizó esa enfermedad como encefalopagía crónica traumática, y su tesis parece estar recibiendo un creciente apoyo empírico. Un estudio de 2015 realizado por el Departamento de Veteranos de la administración y por la Universidad de Boston concluyó que 87 de los 91 ex jugadores examinados daban muestras de esa dolencia. Como resultas de las investigaciones emprendidas desde 2002 por Omalu, la NFL (Liga Nacional de Fútbol, por sus siglas en inglés) ha firmado con 4500 jugadores seguros por valor de mil millones de dólares.

La épica del fútbol americano
La amenaza que sintió la poderosa NFL con esa investigación no se debió solamente a una cuestión económica. El mismo Omalu sostiene que su investigación no afecta solamente al fútbol americano, sino a cualquier otro deporte donde la cabeza reciba frecuentes golpes o sacudidas, entre las que señala "el boxeo, el hockey sobre hielo, las artes marciales mixtas o el rugby".

Es también la épica del fútbol americano la que está en juego si la protección contra estas lesiones afectase sustancialmente a la naturaleza del juego. Su asociación con la guerra "es más que anecdótica", subraya Martín Alonso en su libro La ciudad en la cima: "Está estructurado como la guerra. [Su esencia] es conquistar territorio o defenderlo del enemigo... [Su terminología] es un préstamo del lenguaje bélico". Y, como en la guerra, sus valores asociados "son la agresividad frente al contrario, la disciplina de seguir instrucciones a rajatabla, el valor ante un peligro físico cierto, la abnegación y el estoicismo de jugar lesionado y en dolor constante, el sacrificio por el equipo y la búsqueda de esa variante elevada del honor que es la aprobación de los pares".



De ahí que este deporte esté tan imbricado en la esencia nacional y sea "casi una religión en las zonas más tradicionalistas: el Sur y el Medio Oeste", e incluso tenga su trascendencia política, pues "la ventaja republicana en el segmento de población de aficionados es muy elevada".

Las lesiones duraderas forman parte de su leyenda, y no eran desconocidas cuando el doctor Omalu las investigó. El fútbol "es violento y cruel para con sus practicantes", insiste Alonso, quien sin embargo destaca la condición de viejos guerreros que otorga a sus jugadores: "El honor... le prohíbe mostrar dolor. El noventa por ciento de los jugadores retirados tiene problemas serios para llevar vidas normales y la NFL no ha sido muy generosa con sus planes de pensiones. Pero todos sin excepción minimizan sus dificultades y aceptan el precio por haber jugado al deporte que aman por encima de su integridad física. Cuando están solos apenas pueden andar o erguirse. Pero si alguien se acerca, en un supremo esfuerzo, paralelo en determinación a las proezas que protagonizaron... sus piernas se enderezan, sus hombros se ciernen hacia atrás y su espalda describe una línea recta. Y sus labios dibujan una sonrisa".

Una fe católica intensamente vivida
La verdad duele centra su tensión dramática en el enfrentamiento entre Omalu y la NFL, en las presiones recibidas por el médico para que no airease su descubrimiento y en el problema de conciencia que se le plantea: plegarse a los intentos de acallarle o decir la verdad honestamente y afrontar los riesgos para él y su familia.


Alec Baldwin también interpreta a un personaje real: el doctor Julian Bailes, médico en el equipo de Mike Webster.

"Mi fe cristiana, mi fe católica, es lo que me hizo ser fuerte, ser honesto", explica el doctor Bennet Omalu, quien actualmente ejerce en California, a National Catholic Register. En efecto, este científico nigeriano -y así lo refleja la película- es un hombre de fe, para quien su responsabilidad ante Dios es guía principal de sus pasos.

En la entrevista concedida a Chris Kudialis, Omalu afirma que la película, que él mismo sugirió a Hollywood hace seis años, salvo algunas legítimas licencias creativas es "muy fiel" a la realidad de lo que sucedió.

"Practicar autopsias todos los días me recuerda mi propia mortalidad", explica al dar cuenta de la inspiración religiosa de todo su trabajo científico: "Sé que vengo del polvo y volveré al polvo... Intento vivir en el Espíritu, que mi vida manifieste el amor de Dios".

Él no quería la fama que le dio su investigación sobre Mike Webster, pero espera que ese conocimiento público de que ahora goza sirva para algo más que para mejorar la salud de los jugadores de fútbol americano: "Te mezclas con gente sumergida en el mundo, que vive en la oscuridad, que literalmente carece de todo conocimiento de Dios en su vida... Así que creo que fue voluntad de Dios que mi camino se cruzase con el de Mike Webster. No creo que fuese mera coincidencia. Estoy abierto a la voluntad de Dios, a ser utilizado como vehículo de su paz y de su amor. Porque Dios Todopoderoso no bajó del cielo para ayudarnos como seres humanos. Él utiliza nuestra condición humana para mostrar su poder y su amor en nuestra vida".

Cuando llegaron las primeras presiones de la NFL, el doctor Omalu supo cómo resistir amparándose en dos versículos de San Pablo sobre Jesucristo: "Porque en Él reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en Él, que es la cabeza de todo principado y de toda potestad" (Col 2, 910).

"Permenecí firme en mi fe, sabiendo que el Dios al que adoro está por encima de todas las cosas", explica. Cuando sentía miedo, porque confiesa que lo sintió, también San Pablo acudía en su socorro: "Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder" (Ef 6, 10).

Una lucha heroica que invirtió recursos propios
Omalu hizo la autopsia de Webster aunque no tenía obligación de hacerla, estudió su cerebro aunque no tenía obligación de hacerlo, y cuando, para llevar al final su investigación, necesitó más fondos que le fueron negados, los puso de su propio bolsillo. Dice que sintió una especial empatía con Mike, porque, como él, en un tiempo también sufrió depresiones.



Y es muy sincero al explicar por qué pudo afrontar el medio millón de dólares empleados a lo largo de 13 años en desplazarse por todo el país examinando jugadores, hablando con sus familias o sufragando pruebas de laboratorio: "Tenía 32 años y estaba soltero, ganaba 200.000 dólares al año, y me casé tarde, a los 38, así que tenía dinero para hacerlo".

Una historia de fe
Sí, pero no todos se lo habrían gastado de esa forma. Algo le impulsó: "Mi historia es una historia de fe. Sin mi fe católica en modo alguno podría haber hecho nada. Con fe, lo imposible se convierte en posible".

El doctor Omalu es católico de nacimiento porque su padre fue uno de los primeros conversos al catolicismo en su región de Idemili, así que bautizó a sus siete hijos, de los que Bennet es el sexto. Se casó en Nigeria cuando ya vivía en Estados Unidos, y, "como muestra la película" -subraya- conoció a su esposa por medio de su párroco en Pittsburgh.


El doctor Omalu (Will Smith), a la salida de misa en una escena de la película.

"Mis padres me enseñaron lo que necesitas saber para ser una buena persona y vivir una vida buena: tratar a los demás con respeto, como querrías que te tratasen a ti. Luego, al ir creciendo, comprendí lo vulnerable y débil que era como ser humano, especialmente durante mis estudios de Medicina: pasé una profunda depresión. Sabía que tenía que haber algo más fuerte que yo. Empecé a buscar algo más fuerte que yo. Y descubrí a Dios".

Sobre el Rosario y la Iglesia
El Rosario es muy importante en su vida: "Cuando quiero hacer una oración de meditación profunda, el Rosario es mi oración más eficaz. No consiste sólo en recitar el Padrenuestro, es una oración de mucha meditación. Siempre que rezo el Rosario, lo termino sintiendo mucha paz. El Rosario es la espada de mi fe. Doy gracias por rezar el Rosario, especialmente los misterios luminosos que introdujo Juan Pablo II: son los pilares de nuestra fe como católicos. ¡Es una oración tan poderosa! La rezo varias veces al mes. Cojo mi Rosario cuando quiero estar especialmente cercano a Dios".

Una de las cosas que más aprecia el doctor Omalu del catolicismo es lo que esa palabra significa, la universalidad, que ha experimentado al ir a misa en distintos países: "Me impresiona la universalidad de la fe católica. Como católicos, todos somos uno. Me enamora e impacta el hecho de que en nuestro mundo cientos, si no miles de millones de católicos tenemos un único líder, el Papa. La universalidad de la Iglesia, desde Ecuador a Dubai, es algo increíble".

"Puede que la Iglesia no sea perfecta", concluye, "pero es lo bastante perfecta para que quiera unirme a ella, apoyarla y amarla. Como católicos, debemos vivir vidas ejemplares y hacernos siervos, de modo que otros cristianos y no cristianos nos miren y piensen: ¿qué tenéis vosotros que yo no tengo?".
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