Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Naufragaron en una isla en 1966 y estuvieron solos 15 meses: ¡gran ejemplo de colaboración!

«El Señor de las Moscas» real y positivo: 6 chicos católicos naufragados, rezaban y les fue bien

«El Señor de las Moscas» real y positivo: 6 chicos católicos naufragados, rezaban y les fue bien
Una escena de la versión de 1990 de El Señor de las Moscas... pero en caso real de 1966 es mucho más edificante y luminoso

P.J.Ginés/ReL

¿Qué pueden hacer unos niños naufragados en una isla? ¿Dejarse llevar por el salvajismo y matarse unos a otros, como en la novela El Señor de las Moscas, de William Golding? ¿Son los niños, los adolescentes, unos bárbaros llevados por impulsos, sólo contenidos por una capa fina de civilizacion?

William Golding publicó su novela en 1951 y vendió muchos millones de ejemplares. Él era alcohólico, con tendencia a la depresión y violento con sus hijos. "Siempre entendí a los nazis, porque soy, por naturaleza, de ese tipo", confesó en cierta ocasión. "En parte, por ese autoconocimiento", admite, escribió El Señor de las Moscas. En esa historia, unos niños de colegio británico naufragados en una isla se dedican a hacer cada uno lo que prefiere, buscan lo fácil y la gratificación inmediata y terminan recurriendo a la violencia y hasta al asesinato.

¿Es así el hombre? ¿Ha habido algún caso similar de niños crueles en isla desierta?

Sí, ha habido un caso de niños en isla desierta y lo vamos a relatar, pero parece que demostró más bien lo contrario que la pesimista novela.

Un fragmento de la película de 1963 adaptando El Señor de las Moscas

Aquí un fragmento de la película de 1990; esta historia ficticia oscura y violenta es famosísima, la historia real y edificante de los 6 náufragos de 'Ata es desconocida

Los 6 niños que naufragaron en 'Ata

El historiador holandés Rutger Bregman, al que le gusta escribir de utopías positivas, en su libro Humankind: a hopeful history explica lo que les sucedió en 1966 a un grupo de 6 adolescentes de una escuela católica de la isla de Tonga, de 13 a 16 años. Bregman encontró el caso rastreando hemerotecas y acudió a Tonga a hablar con algunos de los protagonistas, ahora sesentones. Este pasado sábado el diario The Guardian publicaba un extracto del libro explicando lo que descubrió Bregman.

Mano, que tenía 15 años y fue uno de los protagonistas, explicó a Bregman su historia. Con sus amigos Sione, Stephen, Kolo, David y Luke robaron una barca para hacer una escapada y saltarse un par de días de comida que no les gustaba en la escuela católica en la que estaban internos. Se perdieron a la deriva: no llevaban brújula, ni mapa, y quedaron dormidos. Una tormenta destrozó su vela. Después se rompió el timón. Y quedaron a la deriva.

Llevaban consigo sólo 2 sacos de plátanos, unos pocos cocos y un hornillo de gas. "Estuvimos 8 días a la deriva, sin comida, sin agua", explicó Mano al historiador. No consiguieron pescar. Bebían agua de lluvia que guardaban en los cocos vacíos: un sorbo cada uno por la mañana, y otro por la noche.

Una isla rocosa y perdida

Al octavo día, llegaron a la isla de 'Ata. No es un paraíso de playas blancas y palmeras, sino una roca enorme de 600 metros de radio, con un cráter volcánico y playas de piedra.

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La playa de 'Ata en Tonga, la isla en la que sobrevivieron 15 meses los 6 chavales

En la isla los chavales se organizaron en tres grupos de dos y estructuraron un horario y un turno de tareas. Cada día empezaba y finalizaba con oración y canciones. Kolo usó madera de deriva, medio coco y 6 cuerdas de alambre tomadas de su bote inutilizado para hacer una guitarra: aún la guarda en su casa. La música y la oración los mantenía unidos, animados y esperanzados.

En verano casi no llovió, y sufrían terriblemente de sed. Más adelante recogieron agua de lluvia en troncos ahuecados. A veces se peleaban, pero enseguida frenaban la pelea declarando un "tiempo muerto". También hicieron un pacto de no pelearse entre ellos.

Al principio la comida era muy escasa: peces, cocos y pájaros de los que bebían la sangre y comían la carne.

Explorando encontraron más recursos

Después, cuando pudieron explorar la isla con más detenimiento, descubrieron que en lo alto, en la caldera volcánica, había árboles frutales (taro y bananas)... ¡y gallinas y pollos! Ellos no lo sabían, pero cien años antes la isla estaba poblada. Un barco esclavista se llevó a la mitad de la población a Sudamérica; la otra mitad pasó a otra isla de Tonga. En esa época, la isla ya contaba con una iglesita protestante wesleyana, recién establecida. Cuando abandonaron la isla, sólo las gallinas quedaron en 'Ata y se reprodujeron por su cuenta durante un siglo.

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Los chicos se organizaron con 3 tareas básicas:

- atender el jardín y los animales
- preparar la comida
- montar guardia esperando un rescate

Intentaron construir una balsa para dejar la isla, pero las olas la destruyeron enseguida.

La cosa empeoró cuando Stephen resbaló un día, cayó de un risco y se rompió la pierna. Los otros chicos lo llevaron a lo alto y le recolocaron la pierna usando madera y vendas de hojas. Bromearon con él diciendo que le cuidarían y podría tumbarse a descansar como el mismísimo rey de Tonga. Cuando meses después un médico pudo verlo quedó asombrado de lo bien que había sanado.

Los chicos no solo sobrevivieron, sino que prosperaron, en su aventura de 15 meses.

La patrulla scout perfecta

En realidad, los chavales vivieron a lo bruto y sin paliativos la experiencia que diseñó Lord Baden Powell, el creador de los scouts, con su primer campamento para muchachos en la isla de Bronwsea en 1907. El militar inglés, preocupado por el fenómeno de las pandillas y la urbanización, quería acercar a los chavales a la naturaleza, a la amistad con trabajo y esfuerzo, a la aventura con retos que hacen crecer. Llevó a 24 chavales de 11 a 17 años a la isla y los organizó en grupos de 6, el número perfecto para que todos se sepan necesarios y apreciados. También los muchachos de la isla de 'Ata eran seis y de esa edad: sería la patrulla scout arquetípica y todos los scouts del mundo podrían conocerlos e inspirarse en ellos.

El rescate y la alegría

El 11 de septiembre de 1966 les encontró por pura casualidad y sin saber nada de ellos el barco de Peter Warner, un aventurero australiano hijo de Arthur Warner, quien en los años 30 se había enriquecido vendiendo componentes de radio en su empresa Electronic Industries. Stephen vio el barco y saltó y gritó en inglés: era un muchacho casi desnudo con el pelo hasta los hombros.

Cuando Peter Warner explicó por radio que había encontrado seis chicos vivos en la isla abandonada (y sanos y fuertes), su pueblo entero lloró de ilusión y alegría. Llevaban 15 meses desaparecidos y familias y vecinos habían celebrado sus funerales y agotado su duelo.

"Gracias por rescatar a seis de mis súbditos. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?", planteó el rey de Tonga, Taufa‘ahau Tupou IV, al capitán Warner. El australiano le pidió permiso para cazar langostas en las aguas de su país. El rey se lo concedió, y Warner contrató a los chavales para que trabajaran con él en su barco de pesca.

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El historiador Rutger Bregman plantea que esta historia
real y positiva es desconocida, mientras la ficticia y negativa
es muy popular y muchos creen que representa el alma humana bien

Peter Warner contó esta historia al historiador Rutger Bregman, y le enseñó sus memorias. En la primera página se puede leer: "La vida me ha enseñado mucho, incluyendo la lección de que deberías siempre buscar lo bueno y positivo en las personas". Algo que encaja muy bien con el enfoque optimista que el historiador holandés tiene respecto a la historia y la gente.

Bregman señala que la historia positiva de los 6 chavales de Tonga cayó en el olvido y era desconocida en el ancho mundo, mientras que la historia ficticia e inquietante de El Señor de las Moscas la han leído millones que creen que describe la realidad humana.

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