Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Emilio de Diego, biógrafo del militar y político catalán

«Prim, aunque masón, ¡era español!: llevaba en el pecho la Virgen de Misericordia, patrona de Reus»

A la izquierda, el discutido Prim político; a la derecha, el indiscutible héroe de los Castillejos.
A la izquierda, el discutido Prim político; a la derecha, el indiscutible héroe de los Castillejos.

Carmelo López-Arias / ReL

El 6 de diciembre de 1814 nació en Reus (Tarragona) uno de los políticos más relevantes del siglo XIX español, Juan Prim y Prats, asesinado el 30 de diciembre de 1870 cuando era presidente del Gobierno, en un crimen que nunca llegó a resolverse del todo y aún hoy sigue siendo objeto de hipótesis e investigaciones.

Adscrito desde su juventud a los sectores más progresistas y radicales del liberalismo, su descollante carrera militar incluye como punto álgido la batalla de los Castillejos, al sur de Ceuta, durante la guerra de África. La actuación de Prim el 1 de enero de 1860 durante las operaciones de la toma de Tetuán le valieron para siempre el sobrenombre de "héroe de los Castillejos", y afianzaron su prestigio.

El historiador y profesor universitario Emilio de Diego acaba de publicar una obra fundamental sobre el afamado general: Prim. Mucho más que una espada (Actas), una sugerente interpretación sobre la vida y obra del personaje en clave de una regeneración de la vida política nacional que, sugiere el autor, permitió a Prim encarnar las esperanzas de al menos una parte notable de los españoles.


Emilio de Diego es uno de los grandes estudiosos
del siglo XIX español, y autor de varios libros y estudios sobre Prim.


Le hemos preguntado al profesor De Diego por un aspecto biográfico concreto: las razones del notorio anticlericalismo de Prim.

-¿Cuál fue su formación religiosa?
-Acorde a los patrones de la época. Fue bautizado, asistía a la iglesia, era monaguillo en la iglesia de San Pedro... Recibió una formación religiosa básica como cualquier otro niño de su tiempo. Pero no una religiosidad profunda: su padre, Pablo, era un liberal en todos los sentidos, lo cual en el ámbito religioso implicaba un distanciamiento de la Iglesia.

-¿Cuándo abandona Prim esa primera instrucción católica?
-Algo apunta ya en las luchas entre liberales y absolutistas en los años 18201823 [el Trienio Liberal del reinado de Fernando VII], cuando aún tiene sólo seis o siete años. Pero luego, durante los enfrentamientos de la Primera Guerra Carlista (18331840), que fue muy violenta en Cataluña. En Reus, algunos franciscanos y dominicos que militaban en el bando carlista cometieron algunos excesos contra los liberales (también sucedería al revés), incluso encabezando partidas, y eso le hace al joven Prim romper con la Iglesia.

-Sus primeros discursos políticos son incendiarios...
-En 1841 ya es un joven diputado a Cortes que clama virulentamente contra el Papa Gregorio XVI.

-¿Es entonces cuando se afilia a la masonería?
-No se sabe exactamente cuándo ingresó. El historiador jesuita José Antonio Ferrer Benimelli duda incluso de que lo hiciese, aunque la mayor parte de los historiadores piensan que sí. De hecho tuvo su propio nombre simbólico: Hermano Washington.


Prim. Mucho más que una espada es una obra clave no sólo para entender a Prim, sino la política decimonónica española en su conjunto.

-¿Influyó esa pertenencia en su soflamas anticlericales?

-No, más bien las causas que antes citaba, que sugirieron en él la idea de una Iglesia opresora y violenta.

-Pero la masonería era militantemente anticatólica...
-Sí, pero hay que tener en cuenta que durante el siglo XIX pertenecen a la masonería una gran parte de los militares y políticos de la época. La masonería es una plataforma de relación y de poder, y si Prim pertenece a ella es más con esos objetivos que por perseguir los propios fines de la masonería. De hecho, aunque masón... ¡era español!... y fue muy devoto de la Madre de Dios de Misericordia, patrona de Reus. La llevó siempre junto a su pecho.

-¿Se convirtió in articulo mortis?
-Su partida de defunción se encuentra en la parroquia de San José, que era la que le correspondía, y no hay noticia de que mantuviese contacto alguno con ella. Y en los tres días que pasaron hasta su muerte desde el atentado de la noche del 27 de diciembre, aunque su estado general mejoró en algún momento, no estuvo en condiciones de ocuparse de eso.

-La masonería ha sido señalada como uno de los posibles instigadores del crimen...

-Es poco probable que la masonería tuviese algo que ver con su asesinato, no hay elementos para señalarla como responsable. El historiador Miguel Morayta (18341917), que fue masón del Gran Oriente, lo niega, aunque es una fuente parcial. Que algún masón supiese que Prim iba a ser asesinado es posible, porque mucha gente en Madrid lo sabía, pero hay otros responsables más verosímiles.

-¿A quién atribuye usted haber inducido el asesinato?

-Lo más probable es que el inductor fuese Antonio de Orleáns, el duque de Montpensier. Prim era el único obstáculo que le quedaba para acceder al poder. Cuando, en 1878, Alfonso XII se casó con su hija Mercedes, desaparecieron 1500 legajos del proceso del asesinato...

-Esto nos lleva a la personalidad de Amadeo de Saboya, el Rey que Prim trajo y que llegó a Cartagena para reinar en España el día del asesinato de su padrino... ¿Cuáles eran sus convicciones religiosas?
-El de Amadeo es un caso como el de Prim. La Casa de Saboya estaba en relación con la masonería, pero al modo instrumental que antes mencioné para el héroe de los Castillejos. De hecho, Amadeo estaba casado con María Victoria dal Pozzo, sobrina del cardenal Francisco Javier Ghislain de Mérode y una mujer profundamente católica. Ahora bien, sin duda el hecho de que el padre de Amadeo, Víctor Manuel II, ocupase Roma trasladó a los españoles la imagen de la casa de Saboya como enemiga radical de la Iglesia.

-Volvamos a Prim. ¿Cómo se condujo con la Iglesia como presidente del Consejo de Ministros?
-A medida que va pasando el tiempo, sus ímpetus juveniles anticlericales se transforman en una mayor madurez personal y un respeto creciente por la Iglesia. Como gobernante, buscó un entendimiento con el Vaticano, aunque siempre desde la base de una separación entre la Iglesia y el Estado, que es el objeto mismo del liberalismo. Defendía la libertad de cultos, pero comprendió que la mayor parte de la sociedad española profesaba la religión católica.

-¿Le apoyó algún obispo?
-Aunque el episcopado español no era un bloque monolítico, y algún obispo estaba próximo a las ideas de apertura y tolerancia, otra cosa es que hubiese un prelado concreto que apoyase a Prim, apartándose de la sintonía con las directrices del Vaticano...

-Fueron tiempos de un enfrentamiento radical en los principios...
-La Revolución y la Contrarrevolución estaban prestas al combate, y muy equilibradas: ambas tenían fuerza suficiente para pelear, pero ninguna tenía fuerza suficiente para imponerse del todo a la otra. Eso explica la dureza de la lucha.

 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: Prim. Mucho más que una espada Ocio Hispano
Autor: Emilio de Diego  
Editorial: Actas  
Páginas: 635 + 24 de fotos  
Precio 29,90 €  


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