Grégory Turpin, estrella musical y productor
«Vamos con retraso, en nuestras parroquias se canta lo que gustaba a los jóvenes hace quince años»
“Dios escribe derecho con renglones torcidos”. Es un poco así la vida de Grégory Turpin. En poco tiempo, se ha convertido en una de las figuras artísticas católicas más conocidas en Francia.
Aunque procede de una familia bastante anticlerical, cuando se fue de su pueblo para entrar en un colegio, el joven Grégory descubrió otro rostro de la Iglesia. Cuando tenía quince años las reliquias de Santa Teresa de Lisieux fueron hasta él. Este encuentro hizo tambalear todo.
Con 18 años entró en el Carmelo de Montpellier. Su salud le obligó a dejar el noviciado al cabo de un año.
Retomó sus estudios y trabajó para pagárselos: durante el día en un supermercado, cantando en bares por la noche. Algunas discográficas lo ficharon.
Pero Grégory se abandonó a placeres peligrosos: la droga y el alcohol. No tardó en llegar la depresión. Pero una noche Teresa fue hasta él por segunda vez.
El poema Mon chant d’aujourd’hui (Mi canto de hoy, ndt) creció dentro de él como una evidencia: es ahora cuando es necesario amar. Para ello hay que vivir en Dios sirviendo a su Iglesia.
Es la elección que Grégory se planteó enseguida poniéndose a disposición de una capellanía parisina.
Paralelamente, siguió con la música y sacó tres álbumes. En 2013, el álbum Thérèse, vivre d’amour del que es uno de los creadores junto al cantante Grégoire recibió el disco de platino. Lanzado a partir de ese momento lanzado, ya no se le puede parar.
-Sin dejar de lado su carrera, usted quiere ayudar gracias a su productora a otros artistas cristianos. ¿Por qué?
-Es verdad que he creado mi productora, Ultreïa, nombre del canto de los peregrinos de Compostela (que significa «Ir más lejos, más alto», ndr), con un socio. Al gozar de una cierta visibilidad, deseo que otros artistas puedan llegar al gran público en sus diferentes estilos, llegar a los jóvenes allí dónde estén, con artistas que les hablen.
-Entre ellos hay un cierto Kodjo, cuyo álbum ha salido antes del verano…
-Conocí a Kodjo, un artista formidable con una historia increíble. Me reconocí inmediatamente en su camino. Converso, tomó la decisión, con una carrera ya bien encaminada, de hablar de Dios en sus canciones. Entre los católicos el rap no es aún muy conocido, ni está muy extendido. Detrás de su imponente envergadura hay una verdadera bondad y una ternura que hacen de él un gran hermano para esos jóvenes que han perdido sus referencias.
-¿Hacia qué se orienta Ultreïa ?
-En primer lugar, queremos verdaderamente apoyar a los artistas. Por lo tanto, la música está en un primerísimo lugar. Pero nosotros queremos también desarrollar proyectos con los medios de comunicación, sobre todo la televisión, desarrollar espectáculos musicales, pero no solo. Sueño con un «One man show» católico. ¡No tenemos humoristas católicos y, sin embargo, tenemos de qué reírnos!
-¿Por qué? ¿Los católicos no saben reírse?
-Creo que sufrimos un cierto bloqueo, una tensión que nos impide reír de buena fe. Cuando vemos las películas de Don Camilo, es divertido, campechano y nos sabíamos reír de nosotros mismos. A pesar de todo, creo que tenemos buenos humoristas; los católicos tienen una verdadera experiencia humana, sobre todo gracias al acompañamiento de las familias, los matrimonios, los jóvenes. Habría material para reírse, sobre todo porque sabemos de qué se habla (risas).
-¿Espectáculos con jóvenes?
-Nos gustaría montar una Academia del espectáculo en París. Mi deseo es encontrar un lugar para formar a los jóvenes al oficio del espectáculo, enseñándoles que pueden ser misioneros con el arte siendo muy competentes y profesionales en los ámbitos de la música, el canto, el vídeo, el sonido, la técnica. Es un poco lo que hemos vivido con los jóvenes del Frat (concentración que reúne cada año en Lourdes a jóvenes de institutos de la Île-de-France, ndr). Les hemos formado para que hagan un álbum y animen a una concentración como esta, en la que se enfrentan a diez mil jóvenes. Han conseguido salir de ellos mismos, ha funcionado. La apuesta existe.
-Los jóvenes están presentes en muchos de vuestros proyectos. La evangelización de esta nueva generación, ¿es la orientación principal de vuestro camino?
-Con la producción en primavera de este álbum del Frat he querido aprovechar la oportunidad de promover el talento, la innovación y esta especie de vanguardia que los jóvenes llevan dentro de sí. Actualmente tenemos un verdadero retraso en nuestras parroquias… Se canta lo que gustaba a los jóvenes de hace quince años. ¡Me gustaría que no perdiéramos más el tiempo!
»Otro proyecto importante para mí es el que estamos llevando a cabo para las Obras Misionales Pontificias. En principio, las OMP de Francia me habían pedido que compusiera un pequeño álbum para niños. Nunca he dicho mucho sobre esto, porque en realidad no es mi especialidad. Pero el álbum se hizo y se ha vendido bastante bien. Entonces la responsable de Francia se fue a Luxemburgo. Yo le había contado mi proyecto de hacer un espectáculo con niños.
»La idea hizo su camino y en otoño de 2013 nos reunimos con la responsable de las OMP en el dicasterio de la Propagación de la Fe, en el Vaticano, que se mostró muy entusiasmada con el proyecto y nos animó a llevarlo adelante a gran escala. Nos reunimos con los responsables de las OMP de todos los países de Europa y les prometimos que les proporcionaríamos un kit que les permitiría crear ellos mismos su espectáculo musical.
-¿Cuál es el contenido de este espectáculo?
-No es un texto bíblico, sino una historia que evoca temas faro de la vida y de la fe. El espectáculo se compone de diversas escenas cuyo personaje central está, cada vez, inspirado en una figura bíblica. En el kit ponemos a disposición la banda sonora, los decorados, la puesta en escena, el texto, unas fichas pedagógicas para preparar el espectáculo y unos instrumentos para la comunicación.
»La inculturación del proyecto prevé la participación de un artista local para la grabación del álbum. Todo esto se llevará a cabo dentro de algunos meses en varios países, en todos al mismo tiempo. En Francia, por ejemplo, trabajaremos con el equipo de Ze Bible (ZeBible.com), que tiene una bonita experiencia en el ámbito de la evangelización de los jóvenes.
-Usted ha hablado también de emisiones en grandes medios de comunicación. ¿Algún proyecto en particular?
-Además de los medios de comunicación cristianos (en este caso un proyecto de emisión en KTO), estamos trabajando sobre varios conceptos de emisión. En particular, nos gustaría crear una emisión histórica para hablar de la Historia vista desde el interior de una comunidad religiosa, por ejemplo, los cistercienses.
»Poder hacer algo pedagógico, volviendo sobre ciertos tópicos, a través de una emisión al gran público. Pienso en la Inquisición, sobre la que seguro que se han transmitido los fantasmas más inverosímiles, nutridos por la televisión. Pero todo es muy lento, hay que tener paciencia.
-¿Cómo definiría el proceso?
-Trabajo mucho, pero mi fin no es ocupar el terreno. Todo lo que pueda realizar, lo hago por Cristo. Mi objetivo no es simplemente cantar sino encontrar, por todos los medios, el modo de llegar a los jóvenes y en especial a los más alejados de la fe. Si hoy firmara un contrato con una gran discográfica (Universal, ndr), sería con el fin de llegar a los jóvenes que no conocen a Dios.
-En esto, el álbum Thérèse, vivre d’amour, que ha grabado con Grégoire, ha sido un elemento detonante
-Esta aventura ha sido un trampolín increíble, una profesionalización de mi trabajo, porque nosotros los cristianos ¡hacemos «bricolaje»! Era para mí una especie de proyecto prueba. Que haya sucedido con Teresa no es una casualidad, porque ella ha estado siempre en los grandes momentos de mi vida. Pienso también que ella ha abierto, con este proyecto, una nueva puerta a través de la cual, al principio, yo no me quería hacer engullir.
-¿Por qué?
-Tengo la sensación de que cuando somos cristianos nos decimos fácilmente: «Es necesario que mi trabajo quede escondido, que no se me vea demasiado, porque corro el riesgo de caer en el orgullo, etc.». ¡Con mayor fuerza que al principio - y este deseo no me ha abandonado nunca - quiero ser religioso y carmelita por encima de todo! Permanecer oculto, sé de qué se trata… Cuando entendí que debía seguir adelante, esto no fue fácil de inmediato.
»Sin embargo, puedo decir que hoy he encontrado un verdadero equilibrio en esta dualidad interior dividida entre placer y desgarro. No me interesa ser una estrella; me interesa que el mensaje de Cristo se difunda. Una vez esté esto bien enraizado, las montañas se desplazarán porque habremos encontrado la rectitud que nos permitirá permanecer en la verdadera humildad.
-Y esta «verdadera humildad», ¿qué es?
-La humildad no es creerse bueno en algo, sino más bien al contrario, ser bueno en lo propio poniendo el talento al servicio de la misión que recibimos de Dios.
-En su opinión, las grandes discográficas ¿son receptivas al mensaje de la Iglesia?
-Con el éxito que ha tenido Thérèse, vivre d’amour entre los católicos y el gran público, hemos hecho entender que los cristianos están presentes, que tienen ganas de que se hable de ellos y de su mensaje. Vemos que las discográficas se interesan por nosotros, no porque hay dinero que ganar, sino porque ven que hay calidad artística. ¡Estas grandes casas no contratarían a alguien que no sabe cantar! Ahora que acabo de firmar para Universal, nuestros proyectos artísticos pasarán a otra dimensión muy distinta…
-Frente a esta profusión de proyectos, ¿cuál es su secreto para «aguantar»?
-Me di cuenta enseguida de que si no tenía una vida extremadamente regular, no aguantaría. Trabajo mucho, me acuesto tarde, por lo que tengo tres puntos firmes sin los cuales no llego a nada: una vida de oración diaria, el acompañamiento y la confesión, que es el pilar de mi vida.
»Soy muy consciente de mi debilidad y mi recorrido es testimonio de ello. Pero estoy totalmente convencido de que cuando testimoniamos - y todo cristiano debe hacerlo -, si no somos coherentes con la misericordia de Cristo, no podemos evangelizar. No podemos ser testimonios si no somos misericordiosos.
»San Juan de la Cruz decía que «un confesor no debe asombrarse de nada». Obviamente, esto vale también para nosotros… Si nos dedicamos a asombrarnos, a juzgar, a condenar, ¿cómo podemos anunciar? Si tenemos el deber y el derecho de decir las cosas, también tenemos el deber de tener un corazón misericordioso, enternecido ante el hombre que Dios ha creado. Es por esto que es indispensable, en mi opinión, estar acompañado y no llevar solo la barca.
-¿Y su oración?
-La oración es una vida interior, una vida de silencio… Es decir, ¡lo contrario de lo que hago a diario! Ciertamente es muy difícil, es por esto que prefiero tomarme mi tiempo por la mañana. Me obligo de manera muy concreta, a una hora determinada y con una duración precisa, en un lugar específico. El Señor nos visita con regularidad, viene a fecundarnos en la medida de nuestra fidelidad. Esto lo hago en mi casa, después del ritual del despertar, etc.
»Si a causa de una cita no puedo tomarme este tiempo, preveo cuando me tomaré este tiempo en el día… En caso contrario, todo está perdido, empezamos a olvidarnos una vez y luego dos. El acompañamiento espiritual permite que no nos abandonemos a lo fácil. La oración es aceptar ponerse bajo la mirada de Dios tal como somos, lo que nos hace crecer por fuerza en la humildad. Es el único modo de avanzar. «Que se haga tu voluntad»; si no, no tiene sentido.
-Volviendo a su corta carrera, ¿qué ve usted?
-¡A menudo me gustaría que las cosas fueran más rápidas! Ahora bien, cada vez que he querido acelerar la marcha, algo la ha aminorado. Todo se enlaza poco a poco, el Señor sabe lo que hace. Las circunstancias de la vida me recuerdan sin cesar el abandono a la Providencia y esto me convierte. «Todo llega al que sabe esperar…»
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Grégory Turpin ha interpretado varias canciones de Thérèse, Vivre d´Amour con las cantantes Natasha St-Pier y Anggun, aunque la más famosa es la que ellas dos cantan a dúo