Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Resisten una comparación con el Evelyn Waugh de «Retorno a Brideshead»

Julian Followes, el católico guionista de «Downton Abbey»: grandes novelas con una moral compleja

Julian Followes, el católico guionista de «Downton Abbey»: grandes novelas con una moral compleja
Buena parte de los protagonistas de «Downton Abbey», en una escena de la película que ha dado continuidad al éxito de la serie de televisión.

ReL

Aunque Julian Fellowes es más conocido por su trabajo para la televisión, sobre todo a raíz de su éxito como guionista en Dowton Abbey (2010-2015, la serie; 2019, la película), sus mayores logros desde un punto de vista artístico han sido como novelista. Un novelista cuya fe católica deja en sus obras una sutil huella, según razona James Baresel en The Catholic World Report:

El excepcional novelista católico detrás de la popular serie Downton Abbey

Cuando hace unos años mi esposa me pidió que viera Downton Abbey con ella, fui un poco escéptico. Un programa de televisión que se había convertido en una moda no me parecía que valiera la pena, pero decidí darle una oportunidad y pronto me sentí encantado con mi decisión. Y esto no porque es uno de los mejores y más divertidos programas de televisión de la última década, ni tampoco porque sus notas predominantes de evasión de la realidad y glamour estilizado no minimizan en absoluto la representación, asombrosamente realista, de algunas virtudes del orden social tradicional, sino porque me introdujo a una de las figuras literarias más interesantes de la actualidad y, por ende, católico: el guionista y novelista lord Julian Fellowes.

Hijo de conversos, Fellowes nació en la clase media alta británica en 1949. Su padre había trabajado como ingeniero para la administración colonial británica en Sudán; había tomado parte, como capitán del ejército, en la Campaña Aliada para expulsar a los italianos de la vecina Etiopía durante la Segunda Guerra Mundial; y, tras la guerra, entró en el cuerpo diplomático. El almirante sir Thomas Fellowes es un antepasado directo, cinco generaciones antes. Dos de sus tataratíos  alcanzaron al rango de barón por sus servicios como procurador general de Irlanda y gobernador de Bombay, respectivamente.

El futuro escritor empezó su educación en la St. Philip's School, una institución vinculada de manera informal al famoso Oratorio de Brompton, donde la familia acudía regularmente para las celebraciones litúrgicas y donde Fellowes sigue yendo a misa (celebrada en latín) cuando está en Londres. Más tarde estudió en el Ampleforth College (un instituto privado de élite perteneciente a la orden benedictina), se licenció en Literatura en Cambridge y estudió en la Academia de Arte Dramático Webber Douglas.

Tras dos décadas trabajando como actor secundario y guionista para la televisión, Fellowes llegó a la cima de su profesión cuando le pidieron que escribiera el guión de Gosford Park. La película era una comedia negra al estilo de las historias de detectives de Agatha Christie. El productor y director de cine Robert Altman quería asegurar la justa combinación de una trama extremadamente inverosímil con una descripción razonablemente auténtica de otros aspectos de la vida de un mansión de campo aristocrática inglesa. Al haber pasado su vida en el ambiente social adecuado y poseer la experiencia profesional requerida, Fellowes era el candidato perfecto para el trabajo. Gosford Park se estrenó en 2001 y Fellowes ganó el Oscar al Mejor Guión Original.

Tras este éxito Fellowes escribió el guión de varias películas, series de televisión y series de documentales, como también el de Downton Abbey (concebido como una precuela de Gosford Park). Entre sus trabajos más notables se incluyen La reina Victoria, una adaptación de la obra de Anthony Trollope Doctor Thorne y la película de 2013 Romeo y Julieta (de la que fue uno de los tres productores).

Una miniserie de cuatro episodios sobre el hundimiento del Titanic es, probablemente, su mejor guión cinematográfico, y supera inevitablemente la pretenciosa película anterior sobre el mismo tema. Sin embargo, sus mayores logros desde un punto de vista artístico han sido no como guionista, sino como novelista: dos de sus libros tienen un nivel que tumban las declaraciones de quienes afirman que Fellowes es un don nadie.

Los críticos de Fellowes han tenido tendencia a centrarse en Downton Abbey, la época, el lugar y la clase social en la que está situada, comparándola a menudo, de manera desfavorable, a las novelas de Evelyn Waugh [Retorno a Brideshead]. Dejando de lado las que son un poco desmesuradas, o las que están basadas en los prejuicios políticos de sus autores, la mayoría de estas críticas han apuntado a defectos artísticos bastante reales de un modo que es totalmente certero en un sentido y totalmente injusto e irrelevante en otro: injusto e irrelevante por la sencilla razón de que Downton Abbey nunca tuvo la pretensión de ser arte mayor. Escritor no menos eminente que Graham Greene, divide sus libros entre "novelas" (con lo que quiere decir obras de arte literario mayor) y "entretenimiento" (trabajos largos de ficción popular, arte menor, que le suponían pingües beneficios). La naturaleza de la profesión de Fellowes le exige ganar dinero donde pueda.

Dada la frecuencia con la que se le compara con Waugh, es irónico que dos de las tres novelas de Fellowes -Esnobs Pasado Imperfecto-, no sólo aborden temas por los que Waugh es famoso, sino que son obras de arte de una calidad que, aunque no iguala a las de Waugh, se acercan mucho y pueden compararse con toda justicia a ellas. En ambas novelas se aborda la vida y la supervivencia de la clase aristocrática en una sociedad hostil que la ha maltratado desde los años 60 hasta la actualidad. Es el mundo que Fellowes mismo conoce mejor y lo retrata con un realismo absoluto. La personalidad de sus personajes, los desafíos a los que se enfrentan y las situaciones en las que se encuentran son las mismas en las que se encontraría cualquiera que formara parte de ese ambiente o tuviera acceso a él.

Su tercer libro, Belgravia, es un retorno a la ficción histórica en la que, intencionadamente o no, domina el glamour como evasión de la realidad, aunque como obra de este tipo está indudablemente bien escrita. El propio Fellowes la ha adaptado para una película de televisión que se ha estrenado recientemente y vale la pena ver, pues es muy superior a la mayoría de sus otros guiones cinematográficos, aunque un peldaño inferior a sus dos novelas previas.

¿Qué decir de la relación de Fellowes con la religión y la moralidad? Al ser un escritor artístico más que moralista, raramente aborda la cuestión religiosa y los temas morales de manera explícita y, a menudo, crea personajes que, al menos en lo que atañe a las cuestiones morales importantes, actúan como lo harían algunas personas de su época y edad, o de modos que dan lugar a lo que él cree es una historia más interesante. El resultado, a veces, podría parecer que implica, como mínimo, una especie de aceptación pasiva, como legítimos, de comportamientos inmorales, sobre todo cuando -como en el caso de Pasado Imperfecto- el personaje narrador es quien participa de ellos, o -como en Downton Abbey- algunos personajes hablan de ellos con aprobación.

Pero el escritor artístico no es, como escritor, fundamentalmente un moralista, por muy moral que él pueda ser desde un punto de vista personal. Su tarea es, o retratar de manera realista los distintos tipos de comportamiento humano en los personajes ficticios, o exagerar dichos comportamientos para obtener un efecto cómico o melodramático. Excluir la representación de comportamientos inmorales sería no tener en cuenta la totalidad de la vida humana en su obra. No siempre puede retratarlos de modo negativo, o rechazar las creencias de sus personajes sin alejarse del arte por el bien del arte, en favor de utilizar el arte como un medio para dar instrucciones morales o llevar a la reflexión. La decisión de un artista de abstenerse de censurar no debe considerarse como una aprobación implícita.
(Hay aquí otro paralelismo con Waugh, cuyos retratos, en sus primeras novelas, de la inmoralidad como parte de la vida humana sin tomar un posicionamiento moral atrajo sobre él el desprecio de los periodistas católicos, que creían que la literatura debía promover la moralidad. Lumbreras como monseñor Ronald Knox y el padre Martin D'Arcy, entonces el filósofo académico católico principal de Inglaterra, le defendieron).

En las ocasiones en que Fellowes aborda el tema religioso y moral de manera más explicita lo hace discretamente. Un moribundo que ha vivido su vida sin creer en Dios le manifiesta a un amigo la admiración que siente por el catolicismo y, sobre todo, por Santa Teresa de Ávila. Una mujer se queda horrorizada de lo que ve en una clínica abortiva y decide seguir con su embarazo, sin plantear los aspectos morales del aborto. Un actor elegante y mujeriego demuestra ser un individuo deplorable y egoísta que arruina la vida de su esposa e hijos, aunque no se plantea el mal inherente en el adulterio. En un caso, Fellowes incluso hace que uno de sus personajes diga, primero, que espera que las relaciones homosexuales sean aceptadas universalmente (en teoría) como "decentes" para, más tarde, hacer que el mismo personaje afirme cómo (en la práctica) la aceptación de las relaciones homosexuales como legítimas destruye la vida de las personas.

Por desgracia, la película Downton Abbey incluye escenas que pueden parecer un retrato positivo de las relaciones homosexuales (totalmente inadecuadas para un público infantil), si bien esto es debido más a su contexto que a su contenido. Al principio de una película que más tarde retrata a los personajes como precipitándose hacia la autodestrucción, las escenas parecerían un caso de mero realismo, mientras que la serie televisiva retrata al personaje homosexual de manera muy negativa y a quienes se oponen a este tipo de relaciones como totalmente positivos. En general, da la sensación de que alguien con influencia quería una subtrama con fines propagandísticos y Fellowes (en última instancia, inexcusablemente) permitió la inclusión de escenas que no indican de manera inherente lo que su contexto implica con fuerza.

Hay que admitir también que cuando Fellowes retrata la inmoralidad bajo una luz claramente negativa, a menudo pone un gran énfasis en los efectos negativos, indudablemente reales, que tiene una actitud rígida e inmisericorde hacia el comportamiento inmoral.

Creo que, en general, el método de Fellowes de abordar las cuestiones morales tiene un mérito considerable. La enseñanza católica sobre la vida y la sexualidad no es una mera cuestión de reglas externas que hay que seguir, sino que está arraigada en la naturaleza humana y en lo que es necesario para el progreso y el bienestar humanos. Con frecuencia Fellowes nos muestra al ser humano dañado por comportamientos que la Iglesia condena como pecaminosos y, también, favorecido por comportamientos que la Iglesia enseña como obligatorios o permisibles. Al limitarse al vínculo entre los distintos comportamientos y el bienestar de las personas, es capaz de presentar los cimientos que forman la base de la enseñanza católica de un modo que podría calar hondo en personas que, normalmente, se alejarían a toda velocidad de cualquier tipo de moralismo.

Traducido por Elena Faccia Serrano.

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