Unos científicos comparan dibujos animados
El familiar y educativo Caillou, mejor para los niños que el frenético Bob Esponja
El estudio dirigido por una psicóloga de la Universidad de Virginia obtiene pruebas objetivas sobre la reacción a ambas series.
Hay estudios científicos de todo tipo, algunos sobre cuestiones triviales... o no. Como el que ha conducido la psicóloga Angelina Lillard, de la Universidad de Virgina (Estados Unidos), y que aparece en el número 128 de la revista Pediatrics bajo el título "El impacto inmediato de diferentes tipos de televisión sobre la función ejecutiva de niños pequeños".
Héroes infantiles muy distintos
Presentemos primero, para los no iniciados, a los protagonistas del estudio, dos series de dibujos animados que emite en España la cadena Clan.
Bob Esponja (serie estadounidense) narra las aventuras de una esponja vulgar y corriente (eso sí, "el mejor amigo que puedes tener", todo ingenuidad y ninguna malicia, y también un gran pelmazo) en un fondo del mar donde convive con su amigo Patricio, su vecino Calamardo, su amiga "de secano" Arenita y su jefe, el explotador Sr. Cangrejo. Plantea conflictos que en muchos casos recuerdan problemáticas adultas bajo el ropaje de un entorno infantil como es el de los dibujos animados. Las historias que le pasan a este conjunto de personajes suelen rozar lo surrealista, lo cínico, lo desmadrado.
Caillou (serie canadiense) es un niño de 4 años que vive en su casa con su hermana Rosie y sus padres. En rigor, en las historias de Caillou no pasa nada. Son sencillos avatares de la vida cotidiana que van permitiendo al niño descubrir las pequeñas lecciones de la existencia, siempre con un contenido didáctico y moralizante.
Lo que en Bob Esponja son gritos y ritmo trepidante, en Caillou es vida apacible y reflexiva. Lo que en aquella serie hay de crítica social, en ésta lo hay de enseñanza de principios básicos de socialización. Lo que en la esponja es un mundo donde no hay padres ni madres y los personajes están en perpetuo conflicto, en el caso del niño es un mundo intensa y casi exclusivamente familiar, de absoluta integración de padres, hermanos y abuelos, y de amistad en la escuela y el vecinario.
Después de nueve minutos...
Pues bien, la doctora Lillard decidió medir la respuesta a ambas series en niños de 4 años. Para ello cogió a sesenta de ellos y los dividió en tres grupos para una actividad de nueve minutos. Unos, ver Bob Esponja. Otros, ver Caillou. Y el grupo control, dibujar.
Inmediatamente después sometió a todos los niños a las mismas pruebas de "función ejecutiva, definida", cuenta la revista médica Jano, "como una colección de habilidades que engloban la atención, la memoria, la resolución de problemas y el autocontrol, entre otras".
El resultado fue claro. Los niños con peores datos fueron los que vieron Bob Esponja, mientras que los que vieron Caillou o dibujaron obtuvieron datos similares.
Asimismo, hicieron una prueba de impulsividad: dejaban a los niños solos ante dos platos, uno con dos dulces, otro con diez. Si los niños hacían sonar una campana, entraba un adulto y podían comer del plato de dos. Pero si esperaban al adulto en vez de llamarlo, podrían comer del plato de diez.
También en este caso, los niños que habían visto Bob Esponja fueron notablemente más impacientes que los otros dos grupos.
La conclusión de la psicóloga es que las series de ritmo desenfrenado afectan temporalmente a la capacidad de aprendizaje y atención de los niños, por lo que las desaconseja antes de ir al colegio o de alguna actividad que exija concentración.
Héroes infantiles muy distintos
Presentemos primero, para los no iniciados, a los protagonistas del estudio, dos series de dibujos animados que emite en España la cadena Clan.
Bob Esponja (serie estadounidense) narra las aventuras de una esponja vulgar y corriente (eso sí, "el mejor amigo que puedes tener", todo ingenuidad y ninguna malicia, y también un gran pelmazo) en un fondo del mar donde convive con su amigo Patricio, su vecino Calamardo, su amiga "de secano" Arenita y su jefe, el explotador Sr. Cangrejo. Plantea conflictos que en muchos casos recuerdan problemáticas adultas bajo el ropaje de un entorno infantil como es el de los dibujos animados. Las historias que le pasan a este conjunto de personajes suelen rozar lo surrealista, lo cínico, lo desmadrado.
Caillou (serie canadiense) es un niño de 4 años que vive en su casa con su hermana Rosie y sus padres. En rigor, en las historias de Caillou no pasa nada. Son sencillos avatares de la vida cotidiana que van permitiendo al niño descubrir las pequeñas lecciones de la existencia, siempre con un contenido didáctico y moralizante.
Lo que en Bob Esponja son gritos y ritmo trepidante, en Caillou es vida apacible y reflexiva. Lo que en aquella serie hay de crítica social, en ésta lo hay de enseñanza de principios básicos de socialización. Lo que en la esponja es un mundo donde no hay padres ni madres y los personajes están en perpetuo conflicto, en el caso del niño es un mundo intensa y casi exclusivamente familiar, de absoluta integración de padres, hermanos y abuelos, y de amistad en la escuela y el vecinario.
Después de nueve minutos...
Pues bien, la doctora Lillard decidió medir la respuesta a ambas series en niños de 4 años. Para ello cogió a sesenta de ellos y los dividió en tres grupos para una actividad de nueve minutos. Unos, ver Bob Esponja. Otros, ver Caillou. Y el grupo control, dibujar.
Inmediatamente después sometió a todos los niños a las mismas pruebas de "función ejecutiva, definida", cuenta la revista médica Jano, "como una colección de habilidades que engloban la atención, la memoria, la resolución de problemas y el autocontrol, entre otras".
El resultado fue claro. Los niños con peores datos fueron los que vieron Bob Esponja, mientras que los que vieron Caillou o dibujaron obtuvieron datos similares.
Asimismo, hicieron una prueba de impulsividad: dejaban a los niños solos ante dos platos, uno con dos dulces, otro con diez. Si los niños hacían sonar una campana, entraba un adulto y podían comer del plato de dos. Pero si esperaban al adulto en vez de llamarlo, podrían comer del plato de diez.
También en este caso, los niños que habían visto Bob Esponja fueron notablemente más impacientes que los otros dos grupos.
La conclusión de la psicóloga es que las series de ritmo desenfrenado afectan temporalmente a la capacidad de aprendizaje y atención de los niños, por lo que las desaconseja antes de ir al colegio o de alguna actividad que exija concentración.
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