Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Santiago Lillo, de 22 años, ganador del Premio de Ensayo de la Sociedad Tolkien Española

El seminarista que rastrea a los Padres de la Iglesia entre los elfos y Señores Oscuros de Tolkien

El seminarista que rastrea a los Padres de la Iglesia entre los elfos y Señores Oscuros de Tolkien
Santiago Lillo es un seminarista de 22 años de Lugo, ganador del Premio de Ensayo Aelfwine de 2020 de la Sociedad Tolkien Española

Pablo J. Ginés/ReL

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Con 22 años, Santiago Lillo Ortiz, seminarista en el seminario Redemptoris Mater de Lugo, ha ganado el primer premio Aelfwine de ensayo de la Sociedad Tolkien Española con un artículo sobre la influencia o los ecos de varios Padres de la Iglesia en la mitología de J.R.R.Tolkien, autor de El Señor de los Anillos.

Hay que tener en cuenta que este premio puede darse a ensayos que traten una gran variedad de temas literarios, lingüísticos, biográficos, históricos o de otro tipo, mientras se relacione con la vida y obra del popular novelista inglés, que la Sociedad Tolkien Española difunde desde 1991. Santiago ha trazado un puente documentado y asequible entre la Patrística y varios temas de la obra tolkiniana (especialmente el origen del mal y el origen del mundo) que ha gustado al jurado.  El ensayo, de 24 páginas, bastante ágil, puede leerse aquí, en PDF.

el_silmarillion

Se ha basado en El Silmarillion, Los Cuentos Perdidos y fragmentos de la Historia de la Tierra Media como la Athrabeth Finrod ah Andreth, las obras en las que Tolkien exploraba estos temas con más claridad. También ha usado libros del estudioso Stratford Caldecott -fallecido hace pocos años-, quien se hizo católico a los 27 años después de pasar por la Nueva Era y las religiones orientales.

- Santiago, cuenta a los lectores de ReL algo sobre ti y tu fe...

- Tengo 22 años y nací en una familia del Camino Neocatecumenal en Vigo, de la que recibí la fe. En Düsseldorf, en un encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal en 2011, sentí la llamada del Señor para la misión. Después de varios encuentros vocacionales más entré finalmente en el seminario misionero Redemptoris Mater. Somos 7 estudiantes, de cinco países. Me quedan dos años de estudios y un año o dos de misionero antes de ser ordenado.

- ¿Cómo conociste la obra de Tolkien?

- A los 10 años vi las películas de Peter Jackson y me gustaron. Luego leí los libros con 11 años. Creo que quizá inconscientemente esta obra ha influido en mi vocación. Creo que ayudó a despertar mi sensibilidad para buscar algo más profundo en la vida.

- Tu ensayo estudia el Ainulindalë, el mito de la creación según la cuentan los elfos. Citas a Verlyn Flieger, quien dice que se parece más al prólogo de San Juan (“en el principio existía la palabra”) que a Génesis...

- Se refiere a que el prólogo del Evangelio de Juan habla de la Palabra, del Verbo de Dios. No es sólo la Creación, es algo anterior incluso. Estaba antes, junto a Dios. San Juan se refiere a Cristo. La intución de Tolkien es que en ese origen está esa palabra ('dabar' en hebreo, palabra que se cumple, que se hace real, que da origen a la realidad). Tolkien lo condensa con una palabra que proclama Ilúvatar, el Creador: "Eä", que se haga, que exista, en élfico.

Una visión sinfónica de la Música de los Ainur, de autores italianos

- Los Ainur, en la obra de Tolkien, son una especie de ángeles, que han visto al Creador y le han ayudado a dar forma al mundo, algunos con los montes, otros con las aguas... ¿Cuán ortodoxo es esto, hay Padres de la Iglesia que pensaran algo similar?

- Caldecott cita a Hugo de San Victor, un teólogo medieval que dice que primero Dios puso su creación como ideas en la mente de los ángeles. Eso ya se parece algo, pero Hugo de San Victor no dice que los ángeles colaboraran en lo material. Atenágoras, un padre apologeta del siglo II, sí que dice que Dios "distribuyó" los elementos o la naturaleza a distintos ángeles para que los cuidaran.

»En Apocalipsis vemos que hay ángeles encargados del fuego, del agua, de distintas materias. En Tolkien tenemos a los Ainur, que son espíritus angélicos, que quizá cristianizan algunas formas de entidades sobrenaturales paganas. Literariamente, los Ainur expresan la capacidad humana de colaborar en la Creación como subcreadores, que es lo que hacemos también los hombres.

- ¿En qué se diferenciaría la forma en que los Ainur habitan en el mundo, de la forma en que un ángel puede acompañar a un humano, como Rafael en el libro de Tobit?

- En la obra tolkiniana los Ainur, más en concreto los Valar, son poderes del mundo y están muy ligados a nuestro mundo, a su materia, mientras que un ángel en la tradición judeocristiana está básicamente en presencia de Dios, no está ligado a la Tierra. Los ángeles visitan la tierra más bien como mensajeros (que es lo que significa la palabra). Pero incluso desde el cristianismo podrías especular que hay muchas clases de espíritus, con los 9 niveles de ángeles que menciona San Pablo. También en las leyendas de El Silmarillion se dice que muchos espíritus se quedaron con Ilúvatar, fuera del mundo.

» Para muchos cristianos antiguos, los dioses paganos eran entidades reales, pero malas, ángeles que se habían corrompido y actuaban en el mundo. En la Trilogía del Espacio de C.S. Lewis cada ángel tiene un planeta a su cargo, y resulta que el de la tierra se ha rebelado, se ha hecho malvado, como en El Silmarillion. También San Gregorio de Nisa, en el siglo IV, pensaba que el demonio era una potencia angélica específicamente encargada de atender nuestro mundo que se corrompió.

Musical "El Silmarillion", de una parroquia de Granada, con varias escenas protagonizadas por los Valar y los elfos de las primeras edades de la Tierra Media

- Ilúvatar, el Creador, dice: “enviaré al Vacío la Llama imperecedera y se convertirá en el corazón del mundo, y el Mundo será”. ¿Hasta qué punto esta llama es el Espíritu Santo?

- Puede aludir a eso. En mi ensayo no lo desarrollo porque está ya comentado en los libros de Caldecott. También nos recuerda al “ánima mundi” platónica. Y las oraciones de Pentecostés: “envías tu Aliento y serán creados”, el viento de Dios que aletea sobre las aguas... Sí, recuerda al Espíritu Santo.

(Vea aquí en inglés una versión de La Música de los Ainur en cómic)

- Hay un versículo sobre la Creación que leemos en el libro de Job, en la novela Declara de Tim Powers (que es católico) y en la película El Árbol de la Vida, de Terrence Malick: “¿dónde estabas tú cuando cimenté la tierra y a coro cantaban los Hijos de Dios?”

- Tolkien lo conocía casi seguro, pero ¿cuánto le influyó en el Ainulindale? No lo sabemos. Pero en ese texto hay entes angelicales cantando durante la creación, igual que en el Ainulindalë. Caldecott señala que también lo vemos en la Narnia de C.S.Lewis, cuando el León Aslan crea el universo mientras cantan las estrellas. En hebreo a veces no se distingue mucho entre las estrellas y otros seres celestiales vivos. La música en la Creación también está en la tradición pitagórica y yo lo recuerdo en mi ensayo con un poema al respecto que hizo Fray Luis de León.

- Circula por internet un meme que dice: “señor profesor, el mal no existe, es sólo ausencia de bien”. ¿Qué diría Tolkien?

- En el seminario nos enseñan que Agustín decía eso de que el mal no es más que ausencia de bien, pero que vemos que en el mundo hay cosas malas de verdad y que no dependen del hombre. Incluso en El Señor de los Anillos vemos una voluntad maligna en la montaña de Caradhras. En nuestro mundo, como en las leyendas de Tolkien, hay mentes malignas. La caída angélica fue anterior a la Creación, ya lo vemos en el Ainulindalë. Eso corrompe el mundo, con desastres que no vienen de Dios. Existe una voluntad maligna que es el demonio, que no es simple ausencia de bien. Es curioso, sin embargo, que la Biblia no detalle cómo fue la caída del demonio, su paso a la maldad.

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La música de los Ainur vista por la artista Annamare; recuerda al libro de Job, cuando antes de la Creación, entre las estrellas, "a coro cantaban los hijos de Dios"

- Sin embargo, CS Lewis, en El Gran Divorcio, presenta todo el infierno como una diminuta canica... y Tolkien muestra a los Jinetes Negros como espectrales, huecos...

- Sí, porque en cierto sentido el mal te quita entidad propia, tu propio ser. Porque sin la luz, la música, sin Dios, sólo queda el vacío. Si desprecias lo de Dios, tu propio plan te lleva a la nada, aunque con una falsa apariencia externa, como con los Jinetes Negros.

- ¿Cómo habla Tolkien de la mancha de pecado en el mundo, de que nuestro mundo está herido por el mal?

- En El Señor de los Anillos tenemos un Señor Oscuro que ha concentrado su poder en el Anillo Único. Pero en El Silmarillion hay un primer Señor Oscuro, Morgoth, que fue uno de esos ángeles presentes en la Música de los Ainur, que diseminó su poder por todo lo material en la tierra. Así, se habla del "anillo de Morgoth", una mancha de mal y corrupción en todo lo material, aunque hay sustancias menos manchadas, como el agua. También los antiguos Padres griegos veían una mancha en la creación. El mundo necesita ser arreglado, con el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva que promete la Biblia.

- ¿Cómo se corrompe ese Ainu que llegará a ser el primer Señor Oscuro?

- En mi ensayo yo apuesto que la causa de su corrupción es su deseo de ser más que sus hermanos, aunque de hecho ya era el principal. No quería aceptar el papel que le daba el Creador y así mete sus discordancias en la música. Mi rector en el seminario antes tenía un coro de chavales y les leía ese texto de Tolkien para mostrar la necesidad de participar con paciencia, humildad... Cada voz tiene sentido, pero hay que esperar al conjunto para verlo bien. Morgoth no acepta ser parte de ese conjunto. Y eso describe bastante bien el pecado.

- Los elfos, al morir, pasan a vivir en unas estancias maravillosas pero que no dejan de ser físicas, en el Reino Bendecido... ¿cómo encaja esto con la tradición católica?

- En la obra de Tolkien hay una especie de paraíso terrenal, unas tierras maravillosas, no muy distintas a las islas legendarias de San Brandán. San Ireneo, en el siglo II, dice que la creación no será desechada sino que será renovada, que la tierra donde los mártires han sufrido resucitará, que nuestra tierra será transformada, desde dentro, desde la materia. Esa tierra magnífica en Tolkien recoge algo de esto. Además, hay una carta de Tolkien defendiendo el milenarismo, que Orígenes y San Agustín no aceptaban. Es la idea de que habrá un reinado de mil años sin mal en la tierra, mil años de vida terrenal buena, un paraíso mejorado. San Ireneo lo apoyaba para defender las cosas materiales frente a los gnósticos, que las despreciaban. Implicaría una naturaleza -animales, plantas- sanada, transformada.

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Morgoth, el primer Señor Oscuro, contra el rey elfo Fingolfin, obra de JM Kilpatrick

- Hay una oscura profecía tolkiniana según la cual el trágico guerrero Turin, con su espada negra, matará a Morgoth al final de los tiempos. ¿Encaja eso con alguna tradición cristiana? Más bien parece un tema del Ragnarok, el apocalipsis vikingo.

- La referencia al Ragnarok está bien porque el mismo Tolkien la admite en una carta. Pero Turin es un símbolo porque se presenta como el hombre que más ha sufrido la maldad de Morgoth. Ni un elfo ni un Vala será quien castigue al final al Señor Oscuro, sino un hombre despojado, vencido y torturado. En parte, es un símbolo de Cristo. Además, para eso, Turin debería volver de entre los muertos: otro signo. A otro nivel, la mitología tolkiniana deja claro que los hombres podemos y debemos luchar, pero que la salvación sólo puede llegar desde Más Allá. También Frodo en El Señor de los Anillos fracasa, humanamente hablando.

- ¿Cómo crees que afecta esta mitología a lectores jóvenes que quizá ni han leído la Biblia ni han recibido ninguna catequesis ni sabe casi nada de la tradición cristiana?

- Me parece que muchas personas, al leer a Tolkien, intuyen que hay "algo más", un heroísmo, una belleza, un anhelo –parecido a ese anhelo de Sam de ver elfos, o de cruzar el mar- que toca a la persona por intuición, no por razonamiento. Es una conexión que llega al alma. La mitología de Tolkien no es explícitamente cristiana pero ese espíritu está ahí tocando y llegando a la gente. Es un poder que tiene la obra de arte por sí misma.

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