Jueves, 21 de noviembre de 2024

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¿Son falsas las manchas de sangre de la Sábana Santa? Un experto desmiente este último estudio

ReL

Este nuevo estudio presenta importantes deficiencias, explica el vicedirector del Centro Internacional de Sindonología
Este nuevo estudio presenta importantes deficiencias, explica el vicedirector del Centro Internacional de Sindonología

Estos días medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco de una información que pone en duda de la autenticidad de la Sabana Santa. Los investigadores Matteo Borrini, de la Liverpool John Moores University,y Luigi Garlaschelli, del Comité para el Control de las Afirmaciones sobre las Pseudociencias (CICAP) realizaron un estudio sobre la síndone e hicieron un experimento utilizando un maniquí. Según sus conclusiones más de la mitad de las marcas de sangre son falsas y que habrían sido pintadas con un pincel. Y eso que ni siquiera han tenido acceso al sudario

Sus conclusiones, lejos de ser estudiadas y puestas en discusión, han llenado los titulares de los periódicos. Sin embargo, los grandes expertos sobre la Sabana Santa se muestran especialmente escépticos sobre esta nueva investigación y explican sus graves deficiencias. Así lo ha puesto de manifiesto el físico Paoli Di Lazzaro,  vicedirector del Centro Internacional de Sindonología, en una entrevista en Vatican Insider:

 - ¿Qué le parece esta nueva investigación?

- Antes que nada hay que distinguir la investigación ahora publicada en el Journal of Forensic Sciences de ciertas simplificaciones periodísticas. Los autores del estudio no ponen en duda que se trate de sangre, pero dicen que las manchas de sangre no son completamente compatibles con la posición de una persona crucificada y después acostada. Dejaron que la sangre corriera con catéter de la muñeca y observaron las trayectorias y las manchas según diferentes angulaciones del brazo, con el objetivo de verificar cuál era la que más se acercaba a las manchas presentes en la Síndone de Turín. Según los resultados de este experimento, para obtener manchas semejantes los brazos habrían debido encontrarse en una posición casi vertical. Y esto vuelve a dar pie, según los autores, a la hipótesis del hábil falsificador medieval, que habría llevado a cabo una imagen corpórea que todavía no logramos reproducir, pero que se habría equivocado al “dibujar” con la sangre las manchas de los brazos. También hay que decir que esta investigación no es para nada nueva. Lleva la fecha de 2014 y fue presentada, sin ser publicada, en un congreso de medicina forense en Estados Unidos. En esa época surgieron notables perplejidades entre los médicos sobre la validez de los resultados. Ahora, ese mismo estudio, con los resultados de algunos nuevos experimentos, fue publicado.

- ¿Cuáles son esas perplejidades sobre la metodología de la investigación?

- En 2014 se indicó un primer problema, relacionado con el uso de una bolsa de sangre con anticoagulante. Se puede ver bien en el vídeo que acompaña la investigación: la sangre sale de la cánula y fluye sobre el brazo de manera muy fluida, parece casi agua colorada. Esto se debe a la presencia del anticoagulante, indispensable para mantener fluido la sangre en la bolsa. Pero esta fluidez de la sangre utilizada para el experimento no tiene nada que ver con la situación del hombre crucificado de la Síndone. El hombre de la Síndone fue torturado (como demuestran los signos en todo el cuerpo y las heridas provocadas por la corona de espinas) y estaba deshidratado: no comía ni bebía por lo menos desde el día anterior. Fue sometido a estrés, llevó el “patibulum”, el brazo horizontal de la cruz, hasta el Calvario. Como consecuencia, la sangre de esta persona debía ser más viscosa de lo normal, por lo que los recorridos de la sangre al salir de las heridas pueden haber tomado direcciones muy diferentes de las que tomó la sangre fluidificada que se utilizó en este experimento. Otro de los parámetros que influye en el recorrido de la sangre es la velocidad a la que sale de las heridas del hombre de la Síndone, que no conocemos, por lo que no es posible reproducirla en un experimento como el de Borrini y Garlaschelli.

- ¿La viscosidad de la sangre es la única variable que hay que tener en cuenta?

- No, hay otra también importante y que este experimento no tomó en consideración: el estado de la piel del hombre sindónico. Las manchas de la sangre visible en la Síndone surgieron a través de la piel del crucificado. Una cosa es la piel limpia e íntegra del profesor Garlaschelli, que prestó su cuerpo para el experimento, y otra es la piel de un hombre torturado, deshidratado, tumefacto. En la Síndone encontramos huellas de terreno, cosa que demuestra que la piel del hombre de la Síndone estaba sucia, debido a las repetidas caídas. La piel del crucificado debía estar sudada, sucia de terreno, con hinchazones, hematomas y con costras de sangre de las heridas provocadas con el flagelo. Nada que ver con la piel limpia y lisa utilizada en el experimento. Y precisamente el estado de la piel, las incrustaciones, las tumefacciones, la suciedad, el sudor pueden haber interferido notablemente en la dirección en la que la sangre densa y viscosa salió y dejó las manchas.

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- En la nueva parte de la investigación de Borrini y Garlaschelli se critica también el llamado “cinturón de sangre”, esa mancha que se encuentra alrededor de la cadera del hombre sindónico y que proviene del costado…

- Sí, gracias a un maniquí, sobre el que exprimieron una esponja con sangre sintética, como si se tratara de un golpe en el costado, dedujeron que esa mancha no habría debido formarse. Pero, también en este caso, nos encontramos frente a muchas variables que no conocemos y, por lo tanto, no podemos reproducir en un experimento. No sabemos si la salida de la sangre de la herida del costado se puede simular de manera realista (la misma velocidad, la misma cantidad) exprimiendo una esponja llena de sangre. No sabemos si la Síndone sirvió para envolver el cadáver del crucificado o también para transportarlo hasta el sepulcro: en ese caso, tomando el cuerpo por los brazos y los pies, la parte de la cadera se habría encontrado más baja, provocando la mancha de sangre a la altura de la cintura. Nos encontramos en el campo de las meras hipótesis. Es bienvenido todo nuevo experimento, pero antes de sacar conclusiones un científico serio debe tener en cuenta los límites de los experimentos, parámetros desconocidos y, sobre todo, la configuración diferente de la piel y de la sangre entre las del hombre deshidratado, herido y golpeado que vemos en la Síndone y la sangre fluidificada sobre la piel de una persona en buenas condiciones de salud. No podemos afirmar que las manchas de la sangre no son congruentes con la posición del crucificado si no nos acercamos a las condiciones del hombre sindónico deshidratado, con la sangre viscosa y la piel tumefacta, sucia y sudada. Por ello creo que los resultados de esta investigación deben ser considerados como preliminares, mientras llegue un experimento que trate de reproducir las manchas visibles en la Síndone utilizando parámetros de sangre y piel más cercanos a los que se pretenden reproducir. De hecho, este artículo de Borrelli y Garlaschelli no responde (es más, refuerza) las perplejidades ya planteadas por los expertos en 2014.

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