Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Alberto Magno, Grosseteste, Oresme... y un neoplatónico que se hizo cristiano, cita Ignacio Sols

«El cristianismo fue a la Física como Grecia a la matemática: la matriz, la cosmovisión donde nace»

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Benedictinos de Nursia, Italia, posan para Christopher McLallan por un disco que han publicado... nos recuerdan a los monjes medievales

P.J.Ginés

Ignacio Sols, doctor en Matemáticas por la Universidad de Princeton e investigador del CSIC, es un apasionado de la historia de la Ciencia y de la divulgación científica. Muchos lectores le conocen por su libro El proceso a Galileo a través de sus textos, que comentamos aquí en ReL. También le apasionan las fronteras matemáticas que está explorando (dice que está a punto de hacer un hallazgo importante en este campo).

A mediados de septiembre acudió al Congreso de Científicos Católicos, en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, junto con 50 científicos llegados de toda España. Fue el encuentro fundacional del capítulo español de la Sociedad de Científicos Católicos.

A Ignacio Sols le pidieron hablar de cómo la Física encajó en la historia de Occidente con la cultura cristiana. Y él hizo un rápido repaso histórico.

El cristianismo y su cosmovisión fueron la matriz de la Física

"El cristianismo ha sido a la Física como Grecia a las matemáticas: no solo la matriz cultural donde nació y se desarrolló, sino que su cosmovisión condujo a ella", anunció.

Ignacio Sols Lucia, doctor en Matemáticas, divulgador de la historia de la ciencia y la física

Ignacio Sols Lucia, doctor en Matemáticas, habló del entorno cristiano histórico que permitió nacer la Física. 

Primero explicó el caso de Grecia: "la civilización griega creó las matemáticas, y una vez creadas, cualquiera se podía subir a ellas. La matemática no nació ni en Babilonia ni China ni Egipto, porque en estas culturas daban recetas, pero no hay matemática hasta que hay demostración. Y los griegos hacían demostraciones geométricamente, según la idea pitagórica de que todo -también las formas y cuadrados- son números. Y así, más adelante se crearía la teoría científica, con axiomas".

"¿Qué mentalidad puso en movimiento el tren de la ciencia? La judeocristiana, porque ve que hay un Creador inteligente y cuyas leyes se pueden conocer", afirma Sols.

Aunque muchas veces se habla de la importancia de las matemáticas en la cultura islámica, Sols detalló que llegó más adelante. "Antes de inventar el cero, que permitió hacer cuentas, no se podía hacer verdadera matemática, era todo geometría", comenta. "En el Bagdad islámico, se habla de los 37 grandes intelectuales de la Casa de la Sabiduría, pero los primeros de ellos eran cristianos, aunque con nombres arabizados", detalla.

La Física nace con la conversión de un neoplatónico

Según Ignacio Sols, "la física surge en el 530 con la conversión de Juan Filopón al cristianismo, cuando rompe con la idea pagana de que los astros eran una quinta esencia -más allá de los 4 elementos clásicos, fuego, agua, tierra, aire-, cuando rechaza que sean de una esencia semidivina".

Juan Filopón (o Filópono), que vivió aproximadamente entre el 490 y 570 d.C. fue un filósofo y científico formado en la tradición griega y neoplatónica de Alejandría, pero a partir de cierto momento rechaza esta tradición filosófica y empieza a exigir la experimentación y simplificar las respuestas.

Todo está hecho de la misma materia, tanto encima como debajo de la orbita lunar”, es lo que defendía, chocando con la idea clásica aristotélica y platónica de un mundo supralunar y otro sublunar con reglas distintas.

Las esferas aristotélicas que heredaron los medievales

Los medievales heredaron de Aristóteles su visión de las esferas celestiales, donde estaban engarzados los 7 astros cercanos conocidos, y más allá las estrellas. Se entendía que las leyes naturales por debajo de la luna (que además era territorio manchado por el pecado) no se aplicaban más allá de ella. 

Ignacio Sols admira especialmente de Filopón su teoría del movimiento. En el año 530, hablando de la caída de objetos, ya dijo algo que es verdad pero resultaba contraintuitivo: si dejas caer dos cuerpos, aunque una sea mucho mas pesado, comprobarás que cae casi al mismo tiempo, avisaba. Y aseguraba que los objetos mantienen su velocidad por un "ímpetu": es lo que la ciencia moderna llamará "inercia".

Roma tenía técnicos, pero no hizo avanzar la ciencia

Sols señala que aunque el Imperio romano tenía grandes técnicos y recurrió a ellos de forma sistemática, "Roma casi no aportó nada a la ciencia". Hubo una inercia paralizante durante años. Boecio, hacia el año 500, escribió de aritmética y astronomía y creó un primer programa de matemáticas (el Cuatrivium matemático) que se usaría durante siglos en las escuelas de las catedrales. Hacia el año 1000 el Papa Silvestre II, formado en Cataluña, intentó introducir los números arábigos en Occidente, con poco éxito.

La gran encrucijada que instaurará el pensamiento científico y la Física llegará a finales del s.XII y principios del XIII. Para entonces ya había grandes clérigos matemáticos en las numerosas universidades cristianas, lo que permitió el despegue de la ciencia medieval.

Dos grandes tendencias se difundieron por Europa. Una era un reavivamiento de la filosofía post-aristotélica, impulsada por el musulmán Avempace (Zaragoza, hacia 1080; muere en Fez, en 1138). Santo Tomás de Aquino, dominico, y el beato Duns Scoto, franciscano, militaron en esta línea, pero para la Física era un callejón sin salida.

La línea correcta, dice Sols, fue la del mayor empirismo que defendía el franciscano San Alberto Magno (s.XIII), el santo patrono de los químicos.

"La fe en la posibilidad de la ciencia deriva de la teología medieval. La visión cristiana de un mundo cristiano llevó a eso", insiste Sols.

El erudito franciscano Robert Grosseteste (1175 - 1253), maestro de los franciscanos sabios de Oxford y luego obispo, fue quien insistió en sumar descripción matemática y experimentación física. Grosseteste llegaría a escribir en ese siglo XIII que la ciencia debe experimentar "para descubrir lámparas inagotables, naves sin remos ni velas, máquinas voladoras, máquinas sumergibles, puentes sin pilares... hay muchas cosas con poderes muy extraños que desconocemos por negligencia".

Así, en el s.XIV se definirán los primeros conceptos científicos clásicos: velocidad media, movimiento uniforme, movimiento uniformemente acelerado...

Sols señala a otro eclesiástico pionero, Nicolás Oresme, el genial obispo de Lisieux en el s.XIV. "Demostrará, usando la geometría, su teorema de velocidades medias, e introducirá los conceptos de latitud y longitud, y descubrirá las series matemáticas". Pero lo más importante es que el obispo Oresme, según Sols, es el primer pensador que hace Física con demostraciones.

Luego hubo otro paréntesis duro, el siglo XV, cuando "la peste y la Guerra de los Cien años frenaron muchas cosas". Pero en las universidades se conservaba siempre lo aprendido.

Un fraile español se adelantó a Galileo

En la Universidad de Salamanca estudiaría en el siglo XVI el dominico segoviano Domingo de Soto, teólogo en Trento, participante en el debate sobre los indígenas del Nuevo Mundo... y, en Física, el primero en hablar de la caída de los cuerpos con movimiento uniformemente acelerado en el tiempo (luego Galileo lo mostrará experimentalmente) y la noción misma de masa (que él llama resistencia interna).

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Monumento al dominico Domingo de Soto  (1494-1560), en Segovia; el primero en hablar del movimiento uniformemente acelerado de la caída de cuerpos, y probablemente el primero en establecer el concepto de masa.

Desde el pensamiento cristiano, Dios no puede ser un demiurgo tramposo que quiere mantener engañados a los hombres. La actitud es más bien la contraria, la que describe el astrónomo protestante alemán Johannes Kepler, entre siglo XVI y XVII: “Dios quiso que conociéramos las leyes de la naturaleza, al crearnos según su propia imagen para poder participar de su mismo pensamiento”.

Grandes clérigos científicos católicos

Grandes clérigos científicos católicos: Copérnico (era canónigo), Marin Mersenne (monje mínimo), el beato Steno, el padre Haüy, el monje Gregor Mendel, el sacerdote George Lemaitre.

Sols recuerda datos posteriores. Por ejemplo, que "todos los grandes científicos pioneros del electromagnetismo eran profundamente religiosos, católicos o protestantes". La lista es amplia y ampliable. Sols enumera a:

- Alessandro Volta, el de los voltios, el creador de la pila con corriente, era catequista;
- Las ondas hertzianas (para radio y televisión) las descubre Hertz, un luterano muy religioso;
- Marconi, inventor de la radio, era católico practicante.
- Incluso Max Planck, fundador de la mecánica cuántica, encontró en la fe cristiana apoyo ante las muchas desgracias que vivió en su familia.
- Thompson, que descubre el electrón y Rutherford, que descubre el núcleo atómico, eran cristianos convencidos.
- Louis de Broglie, pionero de la mecánica cuántica, era católico devoto.
- René Haüy, sacerdote, fundó la cristalografía.
- El padre George Lemaitre formuló el Big Bang y la expansión del universo.
- El beato Nicolas Steno es considerado un padre de la geología.
- El padre Spallanzani, un fundador de la fisiología.
- Gregor Mendel, monje y sacerdote, un padre de la genética.

Para concluir, quiso citar a Max Planck, fundador de la teoría cuántica y Premio Nobel de Física en 1918, quien dijo: "Nunca puede darse una verdadera oposición entre ciencia y religión. Cualquier persona seria y reflexiva se da cuenta, creo yo, de la necesidad de reconocer y cultivar el aspecto religioso presente en su propia naturaleza, si quiere que todas las fuerzas del alma humana actúen conjuntamente en perfecto equilibrio y armonía. Y realmente no es accidental que los mayores pensadores de todas las épocas fueran almas profundamente religiosas, incluso si no mostraban en público sus sentimientos en este sentido”.

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