Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y el Colegio Mayor San Juan de Ribera

Dos ejemplos de católicas mecenas de la ciencia: la condesa de Torres Arias y doña Carolina Álvarez

Doña Tatiana, en Madrid,  -aquí ya mayor- y doña Carolina en Valencia -pintada de joven- fueron mecenas católicas de la ciencia
Doña Tatiana, en Madrid, -aquí ya mayor- y doña Carolina en Valencia -pintada de joven- fueron mecenas católicas de la ciencia

Alfonso V. Carrascosa / ReL

De muchos modos y maneras han contribuido las mujeres al desarrollo científico de la humanidad. No está de más decirlo en las proximidades del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. 

La primera de ellas y más importante ha sido la de no negarse ni a tener hijos (la maternidad, de donde provenimos los científicos) ni a participar en su educación

También han sido fundamentales por su apoyo para que algunos llegasen a ser grandes personajes de la ciencia, lo que se deduce de un sinfín de agradecimientos en los discursos públicos de ellos

Además, hay mujeres que han sido científicas consagradas

Pero hay otras, quizás menos conocidas, que han utilizado su fortuna y mecenazgo para poner en marcha fundaciones e instituciones científicas. Este es el caso de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, en Madrid, y de Carolina Álvarez, en Valencia. 

Una condesa católica financiando la ciencia
Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, condesa de Torres Arias, falleció en Madrid en 2012 a los 88 años de edad.

Explica su origen y el sentido de su mecenazgo la magnífica web de la fundación (fundaciontatianapgb.org): “Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno perteneció a una familia de antiguas raíces en la Historia de España, y se caracterizó por su amor a la naturaleza y la preocupación por conservar su legado para las futuras generaciones. Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Julio Peláez decidieron constituir una fundación que, tras su muerte, conservara el patrimonio familiar y lo hiciera rendir en beneficio de la sociedad". 

"Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher nació en San Sebastián el 26 de octubre de 1923, y residió en Madrid toda su vida. Tatiana procedía de una familia de antiguas raíces en la Historia de España, cuyos orígenes se remontan a los Golfines de Cáceres, desde el siglo XIII, y a los Pérez de Guzmán el Bueno de Córdoba, descendientes del defensor de Tarifa y de Leonor López de Córdoba, la valida de la Reina Catalina de Lancaster. Tras una infancia y juventud vividas en su entorno familiar de la madrileña calle del General Martínez Campos, en 1949 se casó con Julio Peláez Avendaño, físico de profesión, quien le inculcó el amor a la ciencia y a la investigación". 



Tatiana y su marido, Julio Peláez, físico, que le transmitió el amor a la ciencia

En 1953, el matrimonio se instaló en la madrileña Quinta Torre Arias, donde desarrollaron su amor a la naturaleza . Tras el fallecimiento de su padre en 1977, Tatiana pasó a ser la VIII Condesa de Torre Arias con Grandeza de España, XI Marquesa de Santa Marta y Marquesa de la Torre de Esteban Hambrán. Con el tiempo, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Julio Peláez decidieron constituir una fundación que, tras su muerte, conservara el patrimonio familiar y lo hiciera rendir en beneficio de la sociedad. 

Tras el fallecimiento de su esposo en 2003, Tatiana regresó a su casa de Martínez Campos y, posteriormente, constituyó la Fundación, siendo su primera presidenta. Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno falleció el 1 de octubre de 2012, dejando como heredera a la Fundación que lleva su nombre. La Fundación es heredera de la visión de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno sobre el desarrollo integral de la persona a través de una adecuada relación con la naturaleza, el progreso de la investigación científica y la formación de la juventud. La Fundación tiene como fines el estudio y cuidado de la naturaleza, el fomento de la investigación científica, la formación de los jóvenes y la conservación del propio patrimonio histórico-artístico.

El interés por la Ciencia le venía a doña Tatiana por su sensibilidad e inteligencia, y también por su marido, Julio Peláez Avedaño que había estudidado física. El conde consorte abandonó la investigación cuando en 1949 contrajo matrimonio con la condesita de Torre Arias. El enlace se celebró en la iglesia de San Jerónimo el Real. La novia, rezaban las crónicas de entonces, vestía traje de falla y velo de encaje antiguo, que perteneció a su abuela. 

Examinando la excelencia de los proyectos
La fundación no hace acepción de personas ni de credos: sus convocatorias se resuelven de un modo absolutamente aconfesional, en base a la excelencia de los proyectos, lo cual no es incompatible con que desde la excelencia académica se financien actos de educación ambiental, conservación del patrimonio de la Iglesia Católica, etc. Razón y fe católica, ciencia e Iglesia Católica unidas, como siempre.

Durante toda su vida, Tatiana vivió su fe católica sin complejos, al igual que su esposo. También con discreción, sin alharacas. Así lo atestiguan quienes convivieron con ella.

Ambos fallecieron cristianamente, como habían vivido, después de recibir los santos sacramentos. Tatiana encargó para el eterno descanso del alma de su marido misas gregorianas. 

Su legado ha hecho y está haciendo mucho bien a la ciencia, con becas, premios, etc. También la finca en la que la condesa vivió, la Quinta Torre Arias, fue donada al Ayuntamiento de Madrid para hacer un parque público, siendo alcalde el socialista Tierno Galván, no precisamente muy católico [era agnóstico, aunque recibió la extremaunción según este testimonio en El Mundo], lo cual engrandece más si cabe a la condesa y su amplitud de pensamiento y miras. Pero la cosa no acaba aquí.

Otro ejemplo de mecenas: Carolina Álvarez Ruiz
Otro ejemplo tan grande como desconocido, más antiguo, es el de la madrileña Carolina Alvarez Ruiz (18201912), que no tiene ni página en Wikipedia. Mujer profundamente católica, se casó en 1875 con Joaquín de la Encina y Falcó, quedó viuda sin descendencia y donó su fortuna para obras benéficas en pro de los huérfanos de padre y madre, etc. 

También financió la puesta en marcha del Colegio Mayor San Juan de Ribera (www.sanjuanderibera.es), en el que se han formado y se siguen formando un nutrido grupo de  excelentes intelectuales, universitarios y científicos .

  
El Colegio San Juan de Ribera y sus jardines, institución católica que fomentó (y aún fomenta) el genio científico de muchos jóvenes de familias humildes

Tal como reza el folleto del Colegio Mayor San Juan de Ribera, "se trata de una institución valenciana única en España, con unas características similares a las del Real Colegio de España en Bolonia, creado por el Cardenal Gil de Albornoz en 1364. Fundada en 1915 por la voluntad de Doña Carolina Álvarez Ruiz, comenzó su labor en 1916 con el propósito de permitir el acceso a la Universidad de jóvenes con talento para el estudio y escasos recursos económicos…La tarea que pretende el colegio es triple. En primer lugar ofrecer la oportunidad de acceder a la Universidad a jóvenes con talento para el estudio y escasos recursos económicos. En segundo lugar crear un ambiente multidisciplinar que permita que esos jóvenes desarrollen adecuadamente sus capacidades. Finalmente, acompañar el desarrollo personal y estimular la sensibilidad social dentro de los valores del humanismo cristiano en un ambiente de libertad, responsabilidad y respeto.”.

“El Colegio Mayor San Juan de Ribera, cuyo primer centenario se cumple en 2016, nace de un acto de generosidad y amor a la cultura y al conocimiento llevado a cabo por su fundadora, Dª Carolina Álvarez Ruiz. Dª Carolina fundó el Colegio inspirándose en el que siglos antes había fundado el hoy santo Juan de Ribera, arzobispo que fue de Valencia, a saber, el Real Colegio Seminario de Corpus Christi, conocido popularmente en Valencia como Colegio del Patriarca, debido al título de Patriarca de Antioquía que también ostentó su fundador. Sin embargo, frente a la limitación de este último Colegio a estudiantes de Teología y futuros sacerdotes, el Colegio Mayor San Juan de Ribera albergó desde el principio a estudiantes de todas las especialidades que podían ser cursadas en Valencia y su (entonces única) Universidad". 



Carolina Álvarez Ruiz en su juventud; murió sin descendencia, pero en el colegio que fundó se han formado muchos "hijos" intelectuales

"A finales del siglo XIX, Dª Carolina Álvarez era propietaria del edificio que ha sido desde el principio sede del Colegio, un antiguo y remodelado palacio gótico de finales del siglo XIV situado en Burjassot y conocido popularmente en esta ciudad como “el Castell”…En su testamento, que es también acta fundacional, se señala como finalidad del nuevo Colegio Mayor “dar ayuda en sus carreras a estudiantes que carezcan de suficientes medios económicos, con aptitud y voluntad propicia para el estudio”, y “hacer de estos estudiantes ejemplos a imitar por su fe, ciencia y probidad”. 

En el testamento se determina también la Junta de Patronos que debe regir la Fundación, y que es presidida por el arzobispo de Valencia, “como sucesor en la silla episcopal que ocupó el Beato Juan de Ribera”. 

El director del colegio ha de ser un presbítero de la Iglesia Católica.

Gente de ciencia formada en este colegio católico
Algunos relevantes antiguos colegiales, con sus respectivas promociones (año de ingreso al Colegio), que ya fallecieron son: 
-Vicente Benlloch Montesinos (1916) (Catedrático de Farmacología UV), 
-Miguel Bordonau Mas (1916) (Director general de Archivos y Bibliotecas y director de la Biblioteca Nacional), 
-Juan José López Ibor (1919) (Catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Madrid, presidente de las Asociaciones Mundiales de Psiquiatría y de Psicología Médica), 
-Pedro Laín Entralgo (1924) (Catedrático de Historia de la Medicina y Rector de la Universidad Complutense de Madrid, renombrado pensador, Director de la Real Academia Española, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y humanidades 1989), 
-Rafael Calvo Serer (1931) (Catedrático de Filosofía de la Historia en la Universidad de Madrid, consejero de Don Juan de Borbón, Premio Nacional de Literatura, Director Diario Madrid, Director de la revista Arbor), 
-Enrique Gutierrez Ríos (1931) (Presidente del CSIC, Catedrático de Química y Rectorde la Universidad Complutense de Madrid), 
-Alberto Sols García (1932) (bioquímico, reconocido investigador, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1981, Presidente Fundador de la Sociedad Española de Bioquímica), 
-José Luis Villar Palasí (1940) (Ministro de Educación y Ciencia 1968-73, Presidente del CSIC, Catedrático de Derecho Administrativo en Madrid y Letrado del Consejo de Estado; Fundador de la Universidad Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona y Autónoma de Bilbao hace 50 años), 
-Jaime García Añoveros (1949) (Ministro de Hacienda 1979-82, Diputado en Cortes 1977-82, Catedrático de Economía en Sevilla), 
-José María López Piñero (1951) (Catedrático de Historia de la Medicina en Valencia), 
-Rafael Sanus Abad (1956) (Obispo Auxiliar de Valencia), etc., 

...más los que están en activo.

Todo esto y más está maravillosamente contado en el libro “Centenario del Colegio Mayor San Juan de Ribera 1916-2016. Memoria de la celebración”. 

Tatiana y Carolina son dos ejemplos de ciencia, fe católica y feminidad, unidas en la persona. Si la fe católica predicara contra el fomento de la ciencia, Tatiana y Carolina no habrían existido como mecenas. Pero la fe cristiana no predica contra la ciencia, la fomenta y Tatiana y Carolina son ejemplos y símbolos de otras mujeres de fe que contribuyeron, con su apoyo y mecenazgo, al desarrollo científico.

(El autor del artículo, Alfonso V. Carrascosa, es científico del CSIC)
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