Cuidar en circunstancias extremas
Cuidados paliativos donde no hay ni agua corriente: misioneras españolas presentan su guía
Las dos son santanderinas, las dos estudiaron Medicina en la Universidad de Cantabria y a ambas las llamó la vocación. Rosario García y Ana Gutiérrez lo abandonaron todo para dedicar su vida al servicio de los más pobres.
Son misioneras Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y llevan bastante tiempo en Camerún, Rosario 17 años y Ana 6. Su empeño en poner la medicina al servicio de los más pobres les ha llevado a formarse en especialidades muy diversas: medicina tropical, radiología, el virus VIH, ginecología o cirugía menor.
Enfermos terminales en países pobres
Fruto de esta inquietud hace unos años comenzaron a formarse en los cuidados paliativos, ya que el número de casos de cáncer y el de enfermos de sida en fase terminal está aumentando mucho en África.
En Camerún no hay radioterapia y la quimioterapia es para un grupo bastante exclusivo, por ser de pago. Para la mayoría de enfermos, el único tratamiento es paliativo.
Aliviar el dolor con pocos medios
Movidas por el deseo de aliviar el sufrimiento de mucha gente que vive con enfermedades terminales en un medio donde las casas no reúnen ningún tipo de condición, donde no hay agua corriente y donde muy poca gente va al médico por la gran pobreza del medio, las dos misioneras se pusieron manos a la obra y, con la ayuda de la ONG española Paliativos sin Fronteras, (www.paliativossinfronteras.com) organizaron en 2007 un programa de formación para profesionales de Camerún.
Repitieron esa experiencia en 2012 y a finales del pasado mes de abril pusieron en marcha una tercera campaña de instrucción.
Rosario y Ana pensaron que sería muy útil crear una guía de cuidados paliativos adaptada al medio y a la cultura de su zona de trabajo, pues las diferencias culturales con Europa son evidentes y los cuidados no se pueden desligar del entorno y de las costumbres del lugar.
Una guía para morir entre cuidados
La guía ya es una realidad. Con 134 páginas, pretende ser un instrumento al alcance de los médicos y enfermeras cameruneses para aliviar el dolor y conseguir, en muchos casos, una muerte digna para sus pacientes.
En su elaboración han intervenido, además de las doctoras Gutiérrez y García, la doctora Cristina Antolín, también misionera española dominica; Sidonie Lyeb, psicóloga clínica, y Olivier Noah, psicoanalista, ambos cameruneses.
Tanto Rosario como Ana trabajan en el centro de salud de Bikop, propiedad de las Esclavas del Sagrado Corazón que llegaron a ese rincón de la selva africana hace 46 años.
Un pequeño dispensario... que creció
Desde el principio vieron la gran necesidad de atender la salud de la población. Primero habilitaron un pequeño dispensario, que hoy es un centro de salud grande, con 20 camas de hospitalización, reconocido por el gobierno para el tratamiento del VIH y de la tuberculosis. En este momento tienen unos 400 enfermos con el virus del sida en tratamiento antirretroviral y reciben una media de 90 personas al día en consulta. La malaria y la filaria son endémicas en la zona.
Rosario García y Ana Gutiérrez no han estado solas en la elaboración de la guía. Por eso agradecen el apoyo de ´Paliativos sin Fronteras´ y de «mucha gente anónima».
Son misioneras Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y llevan bastante tiempo en Camerún, Rosario 17 años y Ana 6. Su empeño en poner la medicina al servicio de los más pobres les ha llevado a formarse en especialidades muy diversas: medicina tropical, radiología, el virus VIH, ginecología o cirugía menor.
Enfermos terminales en países pobres
Fruto de esta inquietud hace unos años comenzaron a formarse en los cuidados paliativos, ya que el número de casos de cáncer y el de enfermos de sida en fase terminal está aumentando mucho en África.
En Camerún no hay radioterapia y la quimioterapia es para un grupo bastante exclusivo, por ser de pago. Para la mayoría de enfermos, el único tratamiento es paliativo.
Aliviar el dolor con pocos medios
Movidas por el deseo de aliviar el sufrimiento de mucha gente que vive con enfermedades terminales en un medio donde las casas no reúnen ningún tipo de condición, donde no hay agua corriente y donde muy poca gente va al médico por la gran pobreza del medio, las dos misioneras se pusieron manos a la obra y, con la ayuda de la ONG española Paliativos sin Fronteras, (www.paliativossinfronteras.com) organizaron en 2007 un programa de formación para profesionales de Camerún.
Repitieron esa experiencia en 2012 y a finales del pasado mes de abril pusieron en marcha una tercera campaña de instrucción.
Rosario y Ana pensaron que sería muy útil crear una guía de cuidados paliativos adaptada al medio y a la cultura de su zona de trabajo, pues las diferencias culturales con Europa son evidentes y los cuidados no se pueden desligar del entorno y de las costumbres del lugar.
Una guía para morir entre cuidados
La guía ya es una realidad. Con 134 páginas, pretende ser un instrumento al alcance de los médicos y enfermeras cameruneses para aliviar el dolor y conseguir, en muchos casos, una muerte digna para sus pacientes.
En su elaboración han intervenido, además de las doctoras Gutiérrez y García, la doctora Cristina Antolín, también misionera española dominica; Sidonie Lyeb, psicóloga clínica, y Olivier Noah, psicoanalista, ambos cameruneses.
Tanto Rosario como Ana trabajan en el centro de salud de Bikop, propiedad de las Esclavas del Sagrado Corazón que llegaron a ese rincón de la selva africana hace 46 años.
Un pequeño dispensario... que creció
Desde el principio vieron la gran necesidad de atender la salud de la población. Primero habilitaron un pequeño dispensario, que hoy es un centro de salud grande, con 20 camas de hospitalización, reconocido por el gobierno para el tratamiento del VIH y de la tuberculosis. En este momento tienen unos 400 enfermos con el virus del sida en tratamiento antirretroviral y reciben una media de 90 personas al día en consulta. La malaria y la filaria son endémicas en la zona.
Rosario García y Ana Gutiérrez no han estado solas en la elaboración de la guía. Por eso agradecen el apoyo de ´Paliativos sin Fronteras´ y de «mucha gente anónima».
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