Domingo, 22 de diciembre de 2024

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De la pederastia y la homosexualidad según el Cardenal Bertone

por Luis Antequera

El pasado 12 de abril, en la visita girada a Chile para visitar las zonas afectadas por el terrible terremoto del pasado 27 de febrero, el Secretario de Estado vaticano, el Cardenal Bertone realizaba estas llamativas declaraciones de las que, en su momento, se hizo eco el diario digital que tan amablemente acoge a este columnista:
 
            “Muchos psicólogos y muchos psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia”.

            Uno de los psiquiatras al que se refiere el Cardenal es Richard Fitzgibbons, auxiliar de la Santa Sede en el tema de los curas pederastas, el cual señala que el 81% de los sacerdotes pedófilos han cometido su pecado con niños de su mismo sexo, y que el 100% de ellos había mantenido, también, relaciones homosexuales con adultos.
 
            En parecida dirección, en el artículo que colgué en este blog el pasado viernes, un comentarista que firma Soy yo dejó un comentario en el que reclamaba a los homosexuales que expiaran sus pecados y pidieran perdón a la sociedad por la parte que les cabe de responsabilidad en el tema de la pederastia.
 
            Yo desde luego, no puedo hacer mía la tesis de la relación entre homosexualidad y pederastia por la sencilla razón de que no poseo los conocimientos para hacerlo. Ahora bien, hay un aspecto del comentario de Soy yo que sí puedo suscribir, y es aquél en el que abre la nómina de los que han de pedir disculpas por el horrible pecado de la pederastia en nuestra sociedad. Y es que al final, de la pederastia de los sacerdotes, -como de la pederastia en general, que tanto hablar de la pederastia sacerdotal parece que conditio sine qua non del espantoso delito fuera la de vestir sotana-, son responsables no sólo los que de hecho ya están aceptando la responsabilidad que les cabe, léase la Iglesia, sino también, -y fíjense Vds. la paradoja-, muchos de aquéllos que con tanta vehemencia le piden a ésta expiación y contundencia en la respuesta.
 
            Hay muchísima incoherencia, cuando no hipocresía, en rasgarse las vestiduras ante un delito como el de la pederastia, y al mismo tiempo fomentar entre nuestros jóvenes la sexualidad desordenada en el modo y manera en que se hace, transmitiendo el mensaje nada subliminal sino bien grosero y evidente, de que dicha sexualidad no debe conocer barrera alguna más allá de la imaginación del que la practica.
 
            En nuestro propio país, hemos visto pagar con fondos públicos cursos en los que se enseñaba, más bien que “enseñar”, que no hay nada que enseñar al respecto, “se invitaba” a nuestros jóvenes a masturbarse.

            En algunos de los textos de EPC que se imparten en las escuelas españolas se hacen afirmaciones como las siguientes(1):
 
            Una cosa es el sexo biológico con el que nacemos, y otra la identidad sexual que construimos a lo largo de nuestra vida” (Pearson Educación-Alhambra).
 
            “Nos enamoramos de personas independientemente del sexo que puedan tener” (Ed. Octaedro).
 
            “Cada persona puede proceder de manera diferente (unas preferirán el coito vaginal y otras se decantarán por otro tipo de relaciones: ésta adornará el acto con ensoñaciones y fantasía, aquél será menos imaginativo...)” (Ed. Mc Graw Hill).
 
            La pretensión del presente Gobierno de indocumentados es la de comenzar la educación sexual a la tempranísima edad de los once años, una educación sexual en la que la única solución no considerada es la castidad, una castidad que, por cierto, tiene muchas graduaciones, y no tiene porqué necesariamente asimilarse a mojigatería

            La nueva Ley de aborto conocida como Ley Aído, transmite la impresión de que hasta el más indeseado efecto del sexo ocasional, que es el embarazo no buscado, tiene solución, y no debe retraer a nadie de practicar el sexo tanto como el cuerpo le pida. La aberrante situación llega al extremo de proporcionar a una jovencita de dieciséis años a la que, por cierto, no se considera suficientemente capacitada para votar en unas elecciones o para hacerse según qué operación, la autonomía para decidir un aborto en su persona sin que ni siquiera los padres puedan injerirse en dicha decisión. En parecida dirección circula la campaña omnipresente de utilización de preservativos y otros medios anticonceptivos, entre los cuales píldoras postcoitales y abortivas de indemostrados efectos secundarios. Desde el Ministerio de Igualdad se subvencionan trabajos sobre homosexualidadestudios sobre la excitabilidad del clítoris y otros temas que uno no entiende qué pinta el Estado financiando, salvo que aceptemos la verdadera razón que subyace al tema, a saber, la utilización de los fondos públicos para imponer una ideología de partido, asimilada, en este caso, con la ideología del estado. ¿Les suena?
 
            Después de tales conductas cuyo único punto en común es el derribar cuantas barreras se oponen desde la moral a la sexualidad desordenada, ¿con qué cara pueden cuántos las defienden presentarse como los grandes adalides de la lucha moral contra la pederastia? 
 
 
(1) Extracto del artículo “Sí que adoctrina: 13 ejemplos de que EPC vulnera los derechos de los padres”, publicado en el diario digital Forum Libertas.com el día 2 de febrero de 2009.
 
 
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