Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

«Que no sepa tu mano izquierda lo que da tu mano derecha»

Un anuncio lanza como mensaje navideño el radical mandato evangélico sobre la caridad discreta

La mejor forma de asegurar la buena intención al ayudar a los demás... es que no se sepa.
La mejor forma de asegurar la buena intención al ayudar a los demás... es que no se sepa.

C.L. / ReL

De la enorme cantidad de historias o situaciones del Evangelio que han pasado al lenguaje popular, hay una que fue siempre especialmente valorada como "certificado de buenas intenciones" en las obras que se hacen por los demás: "Cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; asi tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6, 2-4).

Farmers, una cadena neozelandesa de grandes almacenes y productos para el hogar, ha entendido que un spot que reflejase esa idea era un buen mensaje navideño, y lo presenta así: "El conmovedor cuento de Navidad [Christmas] sobre un anciano gruñón con la secreta misión de ayudar a sus vecinos, y sobre el inesperado regalo que recibe a cambio".

Se titula Secret Santa [El Santa Claus secreto] y es hora de verlo:



Una amplia difusión
El anuncio está protagonizado, en el papel del anciano vecino, por Ian Mune, célebre actor, director y guionista neozelandés, un habitual en la pequeña pantalla de aquel país desde los años 60.


Ian Mune en el papel de Bounder en El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo (2001), de Peter Jackson.

Farmers encargó la difusión del anuncio y de su imagen de marca a la agencia de publicidad líder FCB, que se propuso "crear el anuncio favorito de la Navidad" y "encontrar una forma fresca de trasladar el mensaje de generosidad de la Navidad". El anuncio ha sido colocado en todas las grandes cadenas de televisión de Nueva Zelanda para ser emitido durante toda la campaña navideña.

El auténtico sentido de la Navidad
Y ha gustado, a tenor por los comentarios que figuran en el canal de Youtube de Farmers.

Muchos neozelandeses lo han recibido además como un soplo de aire limpio en medio de un impulso gubernamental a la orwelliana corrección política que politiza y envenena la convivencia en el país, y aviva el conflicto entre razas. Máxime tras la formación en octubre de un nuevo gabinete presidido por la laborista Jacinda Ardern, partidaria del matrimonio gay y de ampliar el aborto.

"¿Cómo es que el Ministerio de la Verdad de Nueva Zelanda no ordena que la mitad de los que salen en el anuncio sean negros? ¿Olvidó alguien enviarle a Farmers la circular?", afirma un comentarista en Youtube.

"¡Precioso! Y no hay en él propaganda marxista por la diversidad, como en otros anuncios navideños, especialmente aquí en la Gran Bretaña", dice otro, quizá en referencia al de Starbucks que concluye con un beso lésbico.

"Éste es el auténtico sentido de la Navidad", resume bien un tercero.

Farmers, la obra de un empresario cristiano
Farmers es parte esencial en la celebración navideña de los neozelandeses.



Desde 1934 Farmers organiza un desfile navideño al que asisten cientos de miles de personas. Se celebra en Auckland, la principal población del país, mayor que la capital Wellington. Este año tendrá lugar el 26 de noviembre. La celebración fue un deseo expreso de su fundador, Robert Laidlaw (18851971), "como un regalo de fantasía y espectáculo para los niños de la ciudad".


Una biografía de Robert Laidlaw, héroe neozelandés que creó un gran imperio comercial renovando técnicas de gestión y marketing.

Laidlaw, de religión evangélica, fue un hombre profundamente comprometido con su fe, que llegó a escribir un libro de divulgación de teología protestante, The reason why, que se convirtió en un best seller, habiendo vendido 16 millones de copias en treinta idiomas.

Cuando tenía 18 años, Laidlaw se comprometió con Dios a entregarle el 10% de sus ingresos, porcentaje que fue aumentando a medida que lo hacía su empresa, lo que le convirtió en mecenas de numerosas obras religiosas y sociales. Algunas de sus grandes aportaciones fueron necesariamente conocidas, por su dimensión y su condición de hombre público. De muchas solo supieron los beneficiados. De otras... ni ellos, en el espíritu del anuncio que ha lanzado su compañía casi medio siglo después de su muerte.

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