La sentencia Roe vs. Wade que emitió el Tribunal Supremo de EEUU en 1973 y por la cual se impuso el aborto en todo el país podría tener los días contados. Así ha quedado de manifiesto con la filtración del borrador de la propia Corte y que firma el juez Alito como opinión de la mayoría.
Esta posibilidad ha generado un incendio mediático, político y social tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Sin embargo, en este debate se olvida en ocasiones un dato de gran relevancia: la anulación de Roe vs. Wade no prohibiría el aborto en el país, sino que devolvería a los propios estados la capacidad de legislar sobre el aborto, ya sea para restringirlo, pero también para llegar a ampliarlo.
Precisamente, el borrador deja en evidencia las grandes lagunas que tenía la sentencia de 1973. Además, en estos cincuenta años se han producido numerosos cambios. En primer lugar la ciencia ha avanzado y ha ido dando la razón una y otra vez a la causa provida; y en segundo lugar, es sabido que todo el caso estaba basado en una mentira ideada para precisamente imponer el aborto.
Desde entonces se han producido en Estados Unidos más de 65 millones de abortos.
Uno de los graves problemas jurídicos que se derivan de este caso es que el Supremo se apropió de la capacidad de decisión que debería tener el pueblo a través de los legisladores. El aborto se consagraba como un derecho protegido no por una ley sino por una sentencia.
El juez Alito niega en el borrador que exista un derecho constitucional a abortar, derivado del derecho a la intimidad, que tampoco aparece en la Constitución pero estaría implícito en el derecho a la libertad personal reconocido en la 14ª enmienda, que afirma “ningún estado podrá privar a una persona de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proceso legal”.
Composición del Tribunal Supremo que firmó la sentencia en 1973.
En su opinión, Roe adolece de un grave error de principio, pues afirma que “su razonamiento era excepcionalmente débil”, por lo que Alito abogaba por “acatar la Constitución y devolver el asunto del aborto a los representantes elegidos por el pueblo”.
En un exhaustivo análisis de la sentencia en la revista Notario, José Manuel Vara González sacaba a la luz las costuras de Roe vs. Wade. Este notario explicaba que el Supremo justificó “el aborto libre en la protección del derecho a la intimidad (privacy) de la mujer, recogido en la cláusula del “proceso debido” (due process) de la 14ª Enmienda a la Constitución de los EEUU”. Pero esta fundamentación del tribunal –argumentaba este jurista- “desenfoca el verdadero debate jurídico subyacente. En el aborto no se trata de un conflicto entre el individuo y el poder público, sino entre dos bienes jurídicos inconciliables en su plenitud: la libertad de la gestante y la vida del feto”.
¿Qué hizo el tribunal? Negar la existencia del feto a efectos jurídicos, intentando justificar que no hay vida hasta el nacimiento. De hecho, llegaron a asegurar que sólo la Iglesia Católica defendía que la vida comienza en la concepción.
Los magistrados forzaron esta argumentación –agregaba José Manuel Vara- porque “si el debate se hubiera centrado en la colisión de derechos, (libertad-vida) el Tribunal hubiera tenido que reconocer la legitimación de los estados para armonizarla a través de su capacidad de legislar”. La función del Supremo en EEUU es de control constitucional, no tiene capacidad legislativa, por lo que para conseguir blindar el aborto sin las injerencias de los estados tuvieron que consagrarlo como un derecho fundamental “incrustándolo donde fuera dentro en ese ámbito y sin reconocer conflicto jurídico alguno”. (Puede ampliar más la argumentación jurídica contra la sentencia aquí).
Un caso límite falso para implantar el aborto
Sin embargo, Roe vs. Wade tiene graves problemas más allá de los retorcidos argumentos jurídicos con los que salió adelante por 7 votos a favor y 2 en contra. Quedó demostrado que todo el caso que propició la imposición del aborto se basó en una mentira, en una invención realizada a propósito. Así lo reconoció la propia protagonista Roe (cuyo nombre real era Norma McCorvey), y que acabó siendo activista provida y se bautizó como católica. Falleció en 2017, pero antes contó al mundo toda la verdad.
La sentencia contó con el voto favorable de cinco jueces nombrados por los republicanos y dos de los tres nombrados por los demócratas. Y en contra votó el republicano William Rehnquist y el demócrata Byron White, el único nombrado por Kennedy. Es cierto que en aquel momento la frontera entre ambos partidos en el ámbito del aborto era más difusa que ahora.
Para legalizar el aborto libre en Estados Unidos, los activistas proaborto necesitaban un caso límite, emotivo, de una mujer violada. Usaron a Norma, ella dijo que había sido violada, emocionaron al país... Aunque luego Norma admitiría que había mentido y que no fue violada, ya no había vuelta atrás.
El caso se inició a comienzos de 1970. Las abogadas abortistas Sarah Weddington y Linda Coffee, recién graduadas de la Facultad de Leyes de la Universidad de Texas, necesitaban un caso límite para tumbar la ley provida de Texas, que tenía más de cien años.
Norma McCorvey, con el pseudónimo "Roe", alegó ante la corte de justicia el haber sido violada por una pandilla y quedar embarazada. Reclamó poder abortar. Mientras se tramitaba el juicio, la niña nació y fue dada en adopción. ¿Por qué era ella la elegida idónea? “Eres blanca, eres joven, y quieres abortar”, le dijeron sus abogadas. Le dijeron que lo que llevaba en su seno eran solo unos tejidos.
Norma nunca llegó a hablar ante el juez, nunca testificó ni estuvo presente en ninguna de las audiencias de su caso. Firmaba lo que sus jóvenes abogadas le entregaban. "El caso entero fue una abstracción", declararía años después.
Una de aquellas abogadas, Sarah Weddington, reconocería años después en un discurso en el Instituto de Ética de la Educación, en Oklahoma, la falsa violación había sido una estratagema para lograr la despenalización general del aborto. “Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé fueron buenas razones”, afirmó la abogada. La jurista ganó mucho dinero con su activismo abortista y se le premió con el cargo de ayudante en 1978 del presidente Jimmy Carter.
Con dinero de Playboy para financiar el caso falso
Hugh Heffner, fundador de Playboy, declaró en una entrevista en 1992 en el Miami Herald que su empresa pornográfica fue quien financió el proceso judicial. “Probablemente Playboy estuvo más involucrada en Roe contra Wade que cualquier otra compañía. Nosotros aportamos los fondos para esos primeros casos y además escribimos el amicus curiae en el caso Roe”. El caso, con todo este apoyo financiero y mediático, saltó de Texas al Tribunal Supremo, que fue quien implantó el aborto libre en los 50 estados de Estados Unidos el 22 de enero de 1973.
Catorce años después, en 1987, McCorvey admitió que había mentido: no había sido violada por los pandilleros. El padre de su bebé era una persona a la que ella conocía y quería.
Norma Mcorvey, en una concentración provida.
En 1995, después de bautizarse, explicó al Daily Mail: "Recuerdo haber conducido 10 años junto a un patio de escuela y ver los columpios vacíos, y me enloquecía. Pensaba: los patios de juego están vacíos, todos los niños están muertos, y es por mi culpa. Se lo decía a mi ginecólogo y me respondía: 'es verano, Norma, no hay clase."
Tras haber trabajado en una clínica abortista, Norma acudiría a los encuentros de sanación post-aborto "Viña de Raquel", y los recomendaría a otras mujeres. Se convirtió en una auténtica activista provida. En 2003 presentó una demanda en Dallas para intentar revertir el fallo judicial con dos bases: por un lado, recordar que ella mintió en su juicio. Por el otro lado, aportar los datos de dos décadas de aborto libre que demostraban que el aborto daña psíquica, física y emocionalmente a las mujeres. En 2005 insistió con otro proceso judicial. Ninguno prosperó. La máquina del aborto legal se había convertido en una industria gigantesca y monstruosa, con millones de víctimas.
Desmontando otra acusación post mortem
Años después de su muerte, los grupos abortistas intentaron desacreditar a McCorvey a través de un documental donde se aseguraba que fingió su conversión por dinero y que además le pagaron por posicionarse en contra del aborto.
Pero en realidad, durante 22 años tras su conversión Norma dedicó toda su vida al activismo provida, dio charlas por todo el mundo, se confesaba, iba a misa y compartía vida y amistad y lucha con muchos amigos provida.
"Los que la conocimos la vimos en su conversión, el duro trabajo de arrepentirse, del duelo por su papel en ayudar a legalizar el aborto y en ayudar a matar bebés en clínicas. El documental se salta toda esta parte de su vida, un proceso en el que yo estuve implicado profundamente día tras día durante 22 años, porque yo le daba consejo en su duelo, sus pesadillas, lo espiritual y en su senda psicológica de sanación", explica el padre Frank Pavone. (Puedes leer aquí más sobre la refutación de estas acusaciones).
El revelador testimonio del doctor Nathanson
El doctor Bernard Nathanson fue uno de los que más trabajó para impulsar el aborto libre. Actuó como un activista y ayudó a crear un clima de opinión favorable que facilitó posteriormente a los jueces firmar la sentencia de Roe vs. Wade. Este médico confesó haber sido responsable de más de 75.000 abortos, pero en 1979 se convirtió en uno de los mayores activistas provida del mundo. Murió en 2011 provida y católico, tras haberse bautizado en 1996.
Pero ya en 1992 publicó una carta abierta en la que desvelaba las tácticas que él y otros como él realizaron para imponer el aborto en todo el país.
“Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios de comunicación; les convencimos de que la causa proaborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de un millón. Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinión pública la hace verdad”, escribía.
Otro dato que daban es que cada año morían 10.000 mujeres en abortos ilegales en EEUU cuando sabían que la cifra no era mayor de 250.
La segunda táctica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo. Nathanson confesaba: “vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del ‘malvado’ principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo católico; y una vez más, falsas encuestas ‘probaban’ reiteradamente que la mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto”.
La tercera táctica fundamental fue –señalaba- “denigrar o ignorar, cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción”.
Nathanson afirmaba que “un argumento típico proaborto es aducir la imposibilidad de definir cuándo comienza el principio de la vida, afirmando que ello es un problema teológico o filosófico, no científico. Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros”.
Como científico no creo, yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción. Y aunque no soy de una religión determinada (lo escribió antes de ser bautizado católico nda), creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.