La eutanasia se va a imponer en España sin que haya habido un debate y con la oposición de médicos, enfermos y discapacitados. El Congreso dio el visto bueno este jueves a una normativa sacada adelante con prisas y por la puerta de atrás en medio de una pandemia y en pleno estado de alarma.
Los argumentos son los mismos para justificar una ley sin demanda social: no se obliga a nadie a pedir la eutanasia, es una cuestión de compasión, humanidad, libertad…
Sin embargo, con los antecedentes de otros países donde la eutanasia se aplica desde años se puede saber con certeza de que estos argumentos son falsos y esconden una gran dosis de hipocresía.
El obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, ha entrado en esta cuestión y en un vídeo ofrece 5 “antitópicos” donde desmonta estos argumentos que siempre se utilizan para defender la eutanasia.
1. El orden de los factores no altera el producto
En este caso, Munilla tiene claro que “en el abordaje sanitario del sufrimiento al final de la vida el orden de los factores sí altera el producto”. Y en España se está haciendo una tramitación exprés de la eutanasia cuando no hay una de cuidados paliativos y miles de enfermos mueren sin acceder a ellos.
“Es como querer amputar una pierna por gangrena sin haber primero intentado desinfectarla”, afirma el obispo.
Además, considera que “no es verdad que exista una demanda social que haga que requiera que primero venga la ley de eutanasia. Es falso e hipócrita. Acabamos de ver como una ley de educación se presenta suprimiendo la demanda social para la elección de los padres. Todos sabemos que la auténtica demanda social es de los paliativos”.
2. La eutanasia como un signo de humanidad y compasión.
Uno de los tópicos más habituales en el ámbito pro-eutanasia es presentarla como un signo de humanidad y compasión con los que sufren. Munilla recuerda que “los que se manifiestan en contra son catalogados de personas carentes de sensibilidad social y mantendrían unos postulados que les llevan a ser inhumanos”.
Pero este argumento no se puede separar del anterior. No se puede defender la compasión de la eutanasia si antes no se han aplicado ni pretenden aplicar unos cuidados paliativos generalizados. “¿Cómo se puede hablar de falta de compasión cuando no se ha dado el respaldo legal y económico la promoción de los cuidados paliativos?”, se pregunta Munilla.
De hecho, afirma que “es curioso hasta qué punto pueden manipularse los conceptos. No es verdad que la eutanasia sea compasión, en el fondo es utilizar un término de manera toxica”.
De hecho, un hecho que “se oculta y se silencia” es que el primer estado moderno que legisló la eutanasia no fue Holanda sino la Alemania nazi. “Un año y medio antes de la guerra había habido un debate con el que Hitler y el nazismo utilizaron este mismo argumento de la compasión para introducir la eutanasia. Hubo allí un caso como aquí el de Ramón Sampedro. Un padre alemán perteneciente al partido nazi que en 1938 pidió la eutanasia par su hijo que sufría discapacidad mental y física. Se introdujo la eutanasia desde ese argumento compasivo”, relata el obispo de San Sebastián.
Este argumento se fue trabajando en la población con la película encargada al ministro de propaganda Goebbels y que vio la luz con el título de Yo acuso. “Este argumento de la compasión ya lo utilizó Hitler en 1938. Esto nos lo habían ocultado. Mientras tanto, el cine y la nueva cultura ha contribuido a ese sentimentalismo toxico”, agrega.
3.La eutanasia y el suicidio como derecho
¿Existe un derecho al suicidio? ¿La eutanasia es un derecho? Estas preguntas que hace el obispo vasco son un punto de partida clave. Entonces, “¿existe derecho a drogarse?”. En su opinión, “es un absurdo invocar la libertad y los derechos no para un bien sino para un mal objetivo. Es una concepción de la libertad completamente desvinculada de los deberes”.
Esto lleva a que si suicidarse es considerado un derecho, uno pueda “reclamar que su derecho sea atendido, y que haya alguien que le ayude a suicidarse surgiendo así la paradoja de que el Estado, es decir, nosotros, tenemos el deber de ayudar a alguien a suicidarse”.
En Samaritanus Bonus, contundente texto de Doctrina de la Fe contra la eutanasia ponían un ejemplo muy clarificador. “Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque este lo pida”, afirma este documento.
Munilla considera que en estos momentos hay un claro “eclipse de la razón”.
4. A nadie se le obliga a que le practiquen la eutanasia.
Un argumento muy utilizado es que la eutanasia es un recurso más, sin que a nadie se le obligue a utilizarla pero que da libertad para el que la quiera.
“Esto es una falacia. Las personas candidatas a la eutanasia están en una situación muy dependiente y ellas sufren porque lamentan que alguien tenga que estar pendientes de ellas. Una ley de eutanasia ejerce una sutil y eficaz presión a las personas para que se cuestionen si no deberían quitarse de en medio”, afirma el obispo. No es raro escuchar a personas mayores o enfermas decir: “no quiero ser carga…”. No quieren morir, sino simplemente tienen miedo a molestar. Y una ley de este tipo los empuja, los presiona y les hace reflexionar sobre esta supuesta carga.
De este modo, Munilla insiste en que “a las personas más vulnerables la existencia de una ley de eutanasia no les da más libertad, les quita libertad, les mete presión”.
“Es curioso porque las asociaciones de discapacitados, todas ellas por unanimidad, están subrayando el derecho a la vida de los discapacitados y poniendo el dedo en la llaga en una ley que mete presión sobre la opinión pública”, agrega.
5. Ley garantista, restringida y controlada
Este es otro de los argumentos que se están escuchando durante los últimos días. “Independientemente del texto originario de esta ley luego va a tener una pendiente deslizante. La experiencia lo demuestra”, afirma Munilla.
Y es que la ampliación de los supuestos para acceder a la eutanasia se va a producir sí o sí. Se ve en los países donde se la ha legislado
Munilla habla en este caso del suicidio asistido aprobado en Suiza en 2006. Un año después lo ampliaron para enfermedades psiquiátricas. En 2013 se introdujo el sufrimiento vital y desde hace menos tiempo puede ser pedido por otros porque la persona esté en una situación en la que no tenga capacidad de solicitarlo.
“¿Tiene alguno dudas de que la pendiente no tiene fin?”, pregunta el obispo de San Sebastián.