Benedicto XVI sufrió "una agonía breve, rodeado de la oración de sus más cercanos colaboradores". Es lo que ha revelado el arzobispo Georg Gänswein, secretario del difunto Papa, este pasado miércoles, en una entrevista concedida en alemán a Vatican News.
Durante su conversación con el medio vaticano, el colaborador de Ratzinger comentó que tuvo que regresar de prisa de Alemania el 27 de diciembre, donde visitaba a su familia. Una de las consagradas del monasterio Mater Ecclesiae le llamó para decirle que Benedicto XVI había pasado mala noche. Gänswein llegó a la 1 de la madrugada del 28 de diciembre: "Fui inmediatamente a su cama y tuve miedo porque respiraba con mucha dificultad".
La bendición del Papa
A la mañana siguiente, Gänswein llamó al Papa para informarle del deterioro de la salud del alemán. Ese mismo día, en la Audiencia General, Francisco informaba al mundo de que el Papa emérito estaba "muy enfermo". Al terminar el encuentro, Francisco acudió al monasterio y "bendijo" a Benedicto XVI. Aunque la tarde de ese miércoles las cosas no iban bien, a la mañana siguiente, sorprendentemente, la salud del Papa mejoró.Pero esa mejoría era un simple espejismo, la situación se volvió a complicar y el arzobispo Gänswein le impartió la Unción de los Enfermos. Celebró una misa en la habitación de Benedicto XVI, que siguió desde la cama. El alemán comulgó solo con el vino, con una cuchara litúrgica, no había podido comer "desde hacía dos días".
La última noche con vida de Benedicto XVI, del 30 al 31 de diciembre, "la pasó bastante bien" y fue cuando pronunció sus últimas palabras: "Señor, te quiero". Fueron escuchadas por el enfermero de turno, entre las 2:50 y las 3:10 de la madrugada.
Al día siguiente, "en el transcurso de tres horas, experimentó una caída libre", cuenta Gänswein, quien llamó a las consagradas para que rezarán junto a él. "En ese momento estaba lúcido. Yo había preparado de antemano las oraciones de acompañamiento para el moribundo, y rezamos durante unos 15 minutos, todos juntos, mientras Benedicto XVI respiraba cada vez con más dificultad. Entonces miré a uno de los médicos y le pregunté: 'Pero, ¿está agonizando?'. Me respondió: 'Sí, ha empezado, pero no sabemos cuánto durará'", relató el secretario.
"Estábamos allí, cada uno rezando en silencio, y a las 9.34 horas exhaló su último suspiro. Luego continuamos las oraciones ya no por los moribundos sino por el fallecido. Y concluimos cantando Alma Redemptoris Mater. Murió en la octava de Navidad, su tiempo litúrgico favorito", afirmó Gänswein.
Entrevista en la que Gänswein relata los últimos momentos con vida del Papa alemán.
Entonces, el secretario dijo a todos los que le acompañaban: "'Llamaré inmediatamente al Papa Francisco, él es el primero en saberlo'. Le llamé y me dijo: '¡Voy inmediatamente!'. Vino, le acompañé al dormitorio donde había fallecido, y les dije a todos: 'Quédense'. El Papa saludó, le ofrecí una silla, se sentó junto a la cama y rezó. Dio la bendición y se despidió".