El Papa Francisco presidió este domingo 19 de noviembre la Jornada Mundial de los Pobres, y celebró la Santa Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
"Fijemos la mirada en Jesús, que recibió todo de las manos del Padre, pero no retuvo esa riqueza para sí, 'no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor'. Se revistió de nuestra frágil humanidad, como el buen samaritano alivió nuestras heridas, se hizo pobre para enriquecernos con la vida divina y subió a la cruz", comenzó diciendo el Papa sobre la parábola de los talentos del evangelio de este domingo.
El gran 'capital' que tenemos
"Jesús vivió para nosotros, en favor nuestro. Esta es la razón que inspiró su camino por el mundo antes de subir al Padre. La parábola que hemos escuchado, sin embargo, nos dice también que 'llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores'. De hecho, al primer viaje hacia el Padre seguirá otro, que Jesús realizará al final de los tiempos, cuando volverá en gloria y querrá encontrarnos de nuevo, para 'ajustar las cuentas' de la historia e introducirnos en la alegría de la vida eterna", añadió Francisco.
En este sentido, el Papa formuló una serie de preguntas a los fieles. "Debemos preguntarnos: ¿cómo nos encontrará el Señor cuando vuelva? ¿Cómo me presentaré a la cita que tengo con Él? Este interrogante nos lleva al segundo momento: el viaje de nuestra vida. ¿Qué camino recorremos nosotros, el de Jesús que se hizo don o, por el contrario, el camino del egoísmo? ¿La de las manos abiertas a los otros, para dar y para darnos o la de las manos cerradas, para tener más y sólo para acumular?", explicó.
Para el Papa, es muy importante recalcar en qué consisten los talentos. "La parábola nos dice que cada uno de nosotros, según las propias capacidades y posibilidades, ha recibido los 'talentos'. Cuidado, no nos dejemos engañar por el lenguaje común, aquí no se trata de capacidades personales, sino, como decíamos, de los bienes del Señor, de aquello que Cristo nos dejó al volver al Padre. Con esos bienes Él nos ha dado su Espíritu, en el cual fuimos hechos hijos de Dios y gracias al cual podemos gastar la vida dando testimonio del Evangelio y edificando el Reino de Dios", expresó.
"El gran 'capital' que ha sido puesto en nuestras manos es el amor del Señor, fundamento de nuestra vida y fuerza de nuestro camino. Y entonces debemos preguntarnos: ¿Qué hago con un don tan grande a lo largo del viaje de mi vida?", comentó Francisco.
Por eso, "si no multiplicamos el amor alrededor nuestro, la vida se apaga en las tinieblas; si no ponemos a circular los talentos recibidos, la existencia acaba bajo tierra, es decir, es como si estuviésemos ya muertos. Hermanos y hermanas, cuántos cristianos están enterrados. Cuántos cristianos viven la fe como si vivieran bajo tierra", lamentó el Papa.
Puedes ver aquí íntegra la misa por la Jornada Mundial de los Pobres.
Sobre la Jornada de los Pobres, el Papa recordó algo importante. "Pensando en esta inmensa multitud de pobres, el mensaje del Evangelio es claro: ¡no enterremos los bienes del Señor! Hagamos que circule la caridad, compartamos nuestro pan, multipliquemos el amor. La pobreza es un escándalo. Cuando el Señor vuelva nos pedirá cuenta y —como escribía san Ambrosio— nos dirá: '¿Por qué han tolerado que muchos pobres muriesen de hambre, cuando poseían oro con el cual procurar comida para darles?'", apuntó.
Rezo del Ángelus
Al igual que en la homilía de la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa ha hablado del Evangelio del día en el Ángelus de hoy. "Preguntémonos: ¿creo que Dios es Padre y me confía dones porque confía en mí? ¿Y confío en Él hasta el punto de arriesgarme, sin desanimarme, incluso cuando los resultados no son seguros ni evidentes? ¿Sé decir cada día en oración: '¡Señor, en ti confío!'?", dijo el Papa.
Puedes ver aquí de forma íntegra el rezo del Ángelus de este domingo.
Posteriormente, el Papa recordó a Myanmar, "que sigue sufriendo violencia y abusos", y a la atormentada Ucrania y a las poblaciones de Palestina e Israel, "¡la paz es posible, se necesita buena voluntad! La guerra es siempre una derrota, sólo ganan los fabricantes de armas", advirtió una vez más Francisco.