Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Francisco, con los pobres: «La verdadera fe es la que habla el lenguaje de la caridad, mira y toca»

Francisco saluda a uno de los asistentes al acto en la iglesia de Santa Isabel de Hungría.
Francisco saluda a uno de los asistentes al acto en la iglesia de Santa Isabel de Hungría. Foto: Vatican Media.

Jesús M.C.

La segunda jornada de Francisco en Budapest comenzó a primera hora de la mañana con un visita al Instituto Beato László Batthyány-Strattmann, que acoge a niños mentalmente discapacitados, algunos de los cuales cantaron ante él. Este centro lleva el nombre del príncipe László de Batthyány (1870-1931), llamado "médico de los pobres" y beatificado por San Juan Pablo II en 2003.

En las breves palabras que dirigió a los presentes, el Papa afirmó que la Oración de San Francisco de Asís que acababa de leer el director del centro es un "programa de vida", consistente en asumir la realidad tal como es y "sacarla adelante", no según las ideologías, sino según "el camino evangélico, el camino de Jesús".

En el espíritu de Santa Isabel de Hungría

A continuación el pontífice se trasladó hasta la iglesia de Santa Isabel de Hungría, donde mantuvo un encuentro con los pobres y refugiados, unas 1600 personas. Entre los refugiados había numerosos ucranianos, pero también venezolanos y paquistaníes.

El Papa entró en silla de ruedas y fue recibido por el presidente de Cáritas Hungría, monseñor Antal Spányi, tras lo cual escuchó los testimonios de una familia greco-católica y de una familia de refugiados, y el un diácono y su esposa. 

Los pobres y los necesitados estén en el corazón del Evangelio”, comenzó afirmando el Papa. Suponen “un desafío apasionante” para nuestra fe, que no puede estar “prisionera de un culto distante de la vida” y convertirse en una especie de “egoísmo espiritual”, esto es, “una espiritualidad que me construyo a medida de mi tranquilidad interior y de mi satisfacción”.

Todo lo contrario, continuó, “la verdadera fe es aquella que incomoda, que arriesga, que nos hace salir al encuentro de los pobres y capaces de hablar con la vida el lenguaje de la caridad”.

Francisco puso como ejemplo de esa caridad a Santa Isabel de Hungría (1207-1231), patrona de la tercera orden franciscana, quien dejó el ambiente “lujoso y privilegiado” de la corte para, “transformada por el encuentro con Cristo”, despojarse de “las riquezas y la vanidad del mundo” y entregarse a los necesitados, entre ellos los leprosos, a quienes curaba personalmente: “Ése es el lenguaje de la caridad”, señaló Francisco.

Un caridad que mira y toca

Comentando el testimonio de una madre que acababa de ser escuchado, el Papa añadió que la forma en la que Dios nos socorre en los problemas no es “resolviéndolos desde arriba”, sino “con el abrazo de Su ternura, que inspira la compasión de los hermanos”. Ése es el testimonio que se nos exige: “La compasión hacia todos, en particular hacia aquellos marcados por la pobreza, la enfermedad y el dolor. Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, un idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, incluso los no creyentes”.

“El amor que Jesús nos entrega y que nos ordena vivir contribuye a extirpar de la sociedad los males de la indiferencia y del egoísmo, y enciende la esperanza de una humanidad nueva, más justa y fraterna, donde todos puedan sentirse en casa”, dijo luego al comentar el drama de los refugiados. Pero sin olvidar que “la caridad no es una simple asistencia material y social, sino que se preocupa por la persona entera y desea ponerla en pie con el amor de Jesús, un amor que ayuda a reconquistar la belleza y la dignidad”.

El Papa concluyó con una idea muy insistente en su predicación: la caridad que mira y toca. “Hacer la caridad significa tener el valor de mirar a los ojos. No puedes ayudar a otro mirando a otra parte. Para hacer la caridad hay que tener el valor de tocar: no puedes dar limosna a distancia, sin tocar. Tocar y mirar. Tocando y mirando comienzas un camino con la persona necesitada, que te hará comprender también a ti lo necesitado que están de la mirada y de la mano del Señor”.

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