Francisco propone el ejemplo de 3 «misioneros» que «dieron mucho fruto» cada uno a su manera
El Papa dio este martes inicio al Mes Extraordinario Misionero con el rezo de Vísperas en la Basílica de San Pedro, y durante su homilía Francisco recordó que “el Señor nos llama a hacer fructificar los talentos con audacia y creatividad. Dios nos preguntará si hemos hecho algo, arriesgando, quizá perdiendo el prestigio”.
“Este Mes misionero extraordinario quiere ser una sacudida que nos impulse a ser activos en el bien. No notarios de la fe y guardianes de la gracia, sino misioneros”, añadió.
Ser misionero es ser testigo
En esta celebración que sirve como pistoletazo de salida de este evento extraordinario, el Pontífice señaló que “se hace uno misionero viviendo como testigo: testimoniando con nuestra vida que conocemos a Jesús. Es la vida la que habla. Testigo es la palabra clave, una palabra que tiene la misma raíz de significado que mártir. Y los mártires son los primeros testigos de la fe: no con palabras, sino con la vida”.
Por otro lado, Francisco indicó que “pecamos de omisión, es decir, contra la misión, cuando, en vez de transmitir la alegría, nos cerramos en un triste victimismo, pensando que ninguno nos ama y nos comprende. Pecamos contra la misión cuando cedemos a la resignación: ‘no puedo, no soy capaz’”. Igualmente, el Papa insistió en que “pecamos contra la misión cuando somos esclavos de los miedos que inmovilizan y nos dejamos paralizar del ‘siempre se ha hecho así’. Y pecamos contra la misión cuando vivimos la vida como un peso y no como un don; cuando en el centro estamos nosotros con nuestros problemas y no nuestros hermanos y hermanas que esperan ser amados”.
Tres ejemplos para la misión
De este modo, el Papa indicó que “la Iglesia es para el camino, la Iglesia camina. Una Iglesia en salida, misionera, es una Iglesia que no pierde el tiempo en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya no tiene, por los valores de antaño que ya no están. Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que sólo desea ser ‘sal de la tierra y fermento para el mundo’. Esta Iglesia sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la relevancia social o institucional, sino el amor humilde y gratuito”.
En su intervención, Francisco citó a tres “siervos” que “han dado mucho fruto”. En primer lugar habló de Santa Teresa del Niño Jesús, que “hizo de la oración el combustible de la acción misionera en el mundo”. Recordó que octubre es también el mes del Rosario, por lo que el Papa preguntó “cuánto rezamos por la propagación del Evangelio, para convertirnos de la omisión a la misión”.
En segundo lugar citó a San Francisco Javier, “uno de entre los grandes misioneros de la Iglesia”. La pregunta que lanzó en este caso el Papa es si “salimos de nuestros caparazones, somos capaces de dejar nuestras comodidades por el Evangelio”.
Y por último habló de Paulina Jaricot, “una trabajadora que sostuvo las misiones con su labor cotidiana: con el dinero que aportaba de su salario” en los inicios de Obras Misionales Pontificias. “¿Hacemos que cada día sea un don para superar la fractura entre el Evangelio y la vida?”, preguntó en este caso.
“Nos acompañan una religiosa, un sacerdote y una laica. Nos dicen que nadie está excluido de la misión de la Iglesia. Sí, en este mes el Señor te llama también a ti. Te llama a ti, padre y madre de familia; a ti, joven que sueñas con cosas grandes; a ti, que trabajas en una fábrica, en un negocio, en un banco, en un restaurante; a ti, que estás sin trabajo; a ti, que estás en la cama de un hospital… El Señor te pide que te entregues allí donde estás, así como estás, con quien está a tu lado; que no vivas pasivamente la vida, sino que la entregues; que no te compadezcas a ti mismo, sino que te dejes interpelar por las lágrimas del que sufre. Ánimo, el Señor espera mucho de ti. Espera también que alguien tenga la valentía de partir, de ir allí donde se necesita más esperanza y dignidad, allí donde tanta gente vive todavía sin la alegría del Evangelio. “¿Pero tengo que ir solo?”. No, esto no funciona. Si tenemos en la mente el hacer la misión con organizaciones empresariales, con planes de trabajo, no funciona. El protagonista de la misión es el Espíritu Santo. Es el protagonista de la misión. Tú vas con el Espíritu Santo. Ve, el Señor no te dejará solo; dando testimonio, descubrirás que el Espíritu Santo llegó antes de ti para prepararte el camino. Ánimo, hermanos y hermanas; ánimo, Madre Iglesia: ¡Vuelve a encontrar tu fecundidad en la alegría de la misión!”, concluyó el Papa.