El nivel magisterial o la fuerza legal del Documento Final del Sínodo de la Sinodalidad, es otra de las fuentes de confusión sobre todo lo ligado a estos tres años de "tareas sinodales".

El Papa Francisco, después de que los miembros del sínodo votaran el documento, lo consideró aprobado pero no firmó nada. Algunos señalan que debido a unas reformas legales que Francisco introdujo en 2018, eso hace que el texto final del Sínodo sobre la Sinodalidad forme parte de su magisterio ordinario.

La teóloga Cristina Inogés Sanz, una de las participantes en el Sínodo, escribe en la revista Vida Nueva: "Es magisterio, es evidente, no pontificio, pero magisterio de la Iglesia. Una vez más, Francisco, ha sorprendido a todos, nos ha pillado con el paso cambiado".

Heridas de desconfianza entre católicos

Todos saben que el Sínodo de la Sinodalidad, y más tras Fiducia Supplicans y sus confusas bendiciones, está herido por una profunda desconfianza entre católicos, como reconoció el predicador y futuro cardenal Timothy Radcliffe al inicio de su segunda parte. Radcliffe lo dijo así: "No es un secreto que Fiducia Supplicans provocó angustia e ira entre muchos obispos de todo el mundo. Algunos miembros de este Sínodo se sintieron traicionados. Pero la Iglesia solo se convertirá en una comunidad confiable si tomamos el riesgo, como el Señor, de confiar unos en otros, incluso cuando hemos sido heridos".

Quizá por eso Inogés exhorta: "Necesitaremos aprender a fiarnos más los unos de los otros, a perder miedos inútiles, a pedir, por ejemplo, Asambleas Nacionales y Continentales para ver cómo vamos viviendo ser Iglesia sinodal. Porque no paramos, sino que continuamos".

La teóloga añade: "Sabemos que el Sínodo no tiene capacidad jurídica para cambiar las leyes, pero sí para hacer sugerencias y propuestas. Hemos sido capaces de escribir un texto con sutilezas que hay que descubrir, con palabras que se cambiaron para ampliar posibilidades, con conversaciones previas que nos mostraron realidades diferentes de una misma situación. Es un texto con intrahistoria que estamos invitados a descubrir juntos".

En la KNA (Agencia Católica de Noticias en alemán) el canonista germano Norbert Lüdecke explica que, en sí, el documento final no tiene consecuencias legales. "El Papa ha permitido la publicación del texto, pero no ha aprobado su contenido", matiza Lüdecke. Considera que todo lo que propone o pide el texto son opciones no vinculantes y carecen de obligatoriedad.

Lüdecke se remite los procedimientos que regulan los sínodos de obispos, recogidos en la Constitución Apostólica Episcopalis Communio (precisamente las normas que Francisco aprobó en 2018) que en su artículo 18 establece: «Una vez que el documento final de la asamblea ha recibido la aprobación de los miembros, se entrega al Papa, quien decide su publicación. Si el documento final es aprobado expresamente por el Papa, comparte el magisterio ordinario del sucesor de Pedro».

Aquí las palabras clave serían "aprobado expresamente por el Papa". Que es lo que el Papa parece que no ha hecho, ya que no lo firma ni aprueba, aunque pidió en su discurso final de Sínodo que se difunda diciendo el Pontífice que "contiene indicaciones muy concretas que pueden servir de guía".

Preguntas en la oscuridad y confusión (foto de Emily Morter en Unsplash).

Los obispos alemanes intentan encajarlo en su Camino Sinodal

En Alemania, donde la Iglesia Católica está inmersa en su propio y heterodoxo Camino Sinodal alemán, cuyos límites tampoco están muy claros, se ha mirado el texto con atención, y desilusión desde los sectores que quieren cambios radicales en la doctrina moral, sacramental y disciplinaria.

El muy heterodoxo presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, uno de los participantes en Roma, dijo a la prensa que le gusta que aparezca la frase que dice que la cuestión del diaconado femenino sigue en debate abierto, pero el coste ha sido que ese párrafo, que habla de la mujer en la Iglesia, es el que ha tenido más votos en contra, 97, por lo que Bätzing añade que le entristece que el tema de las mujeres parezca así el problema más grave que afronta la Iglesia. "Eso debilitaría la urgente necesidad de permitir que las mujeres participen en todos los niveles", afirmó Bätzing. Al mismo tiempo destacó que más del 72% de delegados votó sí a ese párrafo.

Bätzing ahora quiere ver si usando el Documento Final los laicos pueden formar parte de la Conferencia Episcopal Alemana, "como invitados con derecho a hablar". Suena raro, porque en todo el mundo los obispos, evidentemente, pueden invitar a hablar en sus sedes o reuniones a quien quieran, incluso a no católicos.

Eso sí, el mismo Bätzing señala que las resoluciones del sínodo deberían "hacerse vinculantes según el derecho canónico".

Es decir, que hoy por hoy el Documento no es vinculante, y se necesita generar normas canónicas para dar rango legal a cualquier cosa.

Los obispos alemanes que participaron en el Sínodo fueron Bätzing, Felix Genn, Bertram Meier, Stefan Oster y Franz-Josef Overbeck.

El obispo Oster, de Passau, el más ortodoxo del grupo, destacó ante los periodistas que los sacerdotes y obispos conservan el poder de decisión en la Iglesia. Desde su punto de vista, el documento del Sínodo lo deja claro: la toma de decisiones involucra al mayor número de personas posible, pero las decisiones quedan “reservadas a la jerarquía”.

Oster apunta que los delegados del Sínodo pensaban que estaban presentando propuestas para que el Papa elaborara un texto vinculante con su autoridad papal, pero al final no ha habido tal texto.

El obispo Meier de Augsburgo explica en la nota por escrito que cree que el Camino Sinodal alemán y los procesos sinodales a nivel mundial se han acercado un poco y ha aumentado la "comprensión mutua" (entre las extrañas maniobras alemanas y el resto del mundo católico, parece querer decir).

Franz-Josef Overbeck, obispo de Essen, aprovechó la nota para reclamar "un clero con sacerdotes célibes y casados", que es la reforma que él pide. El Documento Final del Sínodo no recoge en ningún sitio tal cosa.

Lea aquí: Los únicos 8 puntos del Documento Final del Sínodo que gustan a todo el mundo.