Dios ordenó a Jonás que acudiese a Nínive, la ciudad de sus enemigos, y les predicase la conversión o la destrucción. Jonás no se lo pensó dos veces... y escapó en dirección contraria. Lo que pasó después es conocido: el barco en el que huía sufrió una terrible tormenta, le echaron al mar y fue devorado por un gran pez. Vivió en su interior tres días hasta que prometió cumplir la voluntad del Señor. Entonces fue vomitado. Cuando volvió a Nínive e hizo lo que Dios le pedía, los ninivitas, para su estupefacción, se convirtieron.
El precio de decir la verdad y el precio de callarla
Jordan Peterson recordó esta historia bíblica al comienzo de una de sus intervenciones más impactantes de los últimos años, donde manifestó su personalidad y desgranó su argumentario en estado puro. Fue a mediados de agosto, en un fórum de The Alliance for Responsible Citizenship [ACR, Alianza para una Ciudadanía Responsable], del que forma parte y a cuyo consejo asesor pertenecen, entre otros, Ayaan Hirsi Ali, Bjorn Lomborg y Eduardo Verástegui.
Su objetivo con este ejemplo era mostrar el coste de seguir o no seguir el dictado de la conciencia, y las consecuencias de ambas actitudes. Jonás sabe cuál es su deber, pero teme lo que puede pasar si lo cumple, porque a sus adversarios no les va a gustar que les acuse de pecado y sea profeta de calamidades. Así que decide no cumplir ese deber. Es el propio Dios, con una ballena como instrumento, quien se encarga de demostrarle que el precio a pagar por hacer lo correcto es, a la larga, siempre inferior al precio por no hacerlo.
"Si no sigues los impulsos de tu conciencia", dijo Peterson, y prefieres el sueño en el que Jonás se refugió en el barco para escapar de su responsabilidad, es decir, "si caes en una especie de inconsciencia feliz y crees que puedes escapar de tu destino simplemente haciendo como que no estás ahí", verás, como él, que "es una estrategia agradable, pero ineficaz".
En propia carne
El propio Jordan ha tenido que enfrentarse al dilema de Jonás. En 2016 pudo haber aceptado las normas de pronombres del sistema universitario, rendido a la ideología de género, pero eligió no callarse y denunciarla en cuantos más foros, mejor. El Colegio de Psicólogos le ha prohibido trabajar si no se somete a reeducación, lo que han avalado los jueces del paraíso woke en que se ha convertido Canadá.
Él se ha negado. Ha pagado un alto coste por decir la verdad, pero probablemente jamás en su vida, antes de su rebelión, había soñado convertirse en lo que es hoy -uno de los pensadores más influyentes de la última década a nivel mundial- ni en tener los millones de lectores y seguidores que tiene, con superventas como 12 reglas para vivir o Más allá del orden.
La intervención completa de Jordan Peterson.
Pero la lección no es solo la del coste personal. Jonás, recuerda Peterson, puso en peligro la barca, porque la tormenta destinada a 'despertarle' a él amenazaba la vida del resto de pasajeros. Es decir, si, por cobardía, "huyes de los impulsos de tu conciencia, no solo es que tú caes en una inconsciencia improductiva, es que además pones en peligro a todos los que están en el 'barco' del que formas parte: puede ser tu marido o tu esposa, puede ser tu familia, tu comunidad, tu nación..."
La ballena, en la historia de Jonás, significa el infierno, explica Peterson, cuya filosofía a base de arquetipos, aunque él sea agnóstico (si bien su mujer se convirtió recientemente al catolicismo y él parece estar considerándolo desde hace años) asume la Historia Sagrada.
Un estado totalitario
¿Y cuál es, en nuestra realidad actual, ese infierno? Para una nación, lo es "el estado totalitario", que devora a quienes se le rinde como la ballena se traga a Jonás porque "calló cuando estaba llamado a hablar": "La pesadilla totalitaria llega cuando cada individuo que habita el país ha decidido contener su lengua cuando está llamado a decir lo que había que decir".
[El padre Santiago Martín aplica estas ideas de Jordan Peterson en su análisis de actualidad de esta semana, invitando a no ser "cómplices del mal".]
"Si te callas cuando estás llamado a decir lo que sabes que es verdad, no solo pones al estado en peligro, sino que te condenas a ti mismo y a todos los que amas a un viaje al lugar más oscuro que puedas imaginar", continuó Peterson: "Y si no entiendes que no hay ninguna diferencia entre un estado totalitario y un estado en el que todos los individuos mienten todo el tiempo sobre absolutamente todo, a sí mismos y a todos a quienes aman, con mentiras de comisión -es decir, falsedades directas- y mentiras de omisión -es decir, el rechazo a decir lo que debe decirse-, entonces es que no sabes nada sobre cómo nacen los estados totalitarios".
"No creas que el precio por hablar es superior al precio que pagarás por quedarte callado, porque la vida no funciona así", insistió: "Todo el mundo sabe que los castigos diferidos son peores que los castigos recibidos cuando toca. Si estás en una situación en la que no puedes decir la verdad sin meterte en problemas terribles, es que ya estás en una situación condenadamente mala, y entonces es mejor que hables ahora, antes de que se convierta en un infierno peor, que será peor en proporción directa a tu disposición a callarte cuando hay algo que decir.
Concluyó parafraseando la afirmación de Jesucristo "la Verdad os hará libres" (Jn 8, 32), y recordando que el precio que se paga por decir la verdad es el que valen las causas nobles y santas: "Si temes pagar ese precio, es porque no conoces el tesoro que te aguarda. ¡Di lo que sabes que es verdad y vive la aventura que empieza a partir de ese momento! Con fe en que, si lo haces, las cosas se harán tan buenas como la verdad que las permite emerger. ¡No sabes la aventura que te espera si dices las cosas que sabes que son verdad! ¡Es la Tierra Prometida de los antiguos textos!".