Marcos Delía (n. 1992) es una de las grandes estrellas del baloncesto argentino, en cuya selección nacional es titular indiscutible. Dos veces olímpico, ha sido subcampeón mundial en 2019 y campeón de América en 2022. Tras jugar en su país natal (Boca Juniors, Obras) lo hizo en España (UCAM Murcia y Joventut), México (Fuerza Regia de Monterrey), Italia (en el Virtus de Bolonia y en Trieste) y actualmente en Lituania, donde se encuadra en el Wolves de Vilna.
Casado y padre de un niño de año y medio, nunca ha tenido problema en confesarse católico, a pesar de que en el ámbito en el que se ha movido nunca hasta este año ha tenido un compañero que vaya a misa, el filipino Juan Gómez de Liaño.
Este vídeo de bienvenida de los Wolves de Vilna a Marcos Delía muestra algunas de sus mejores jugadas anotando, al rebote, en asistencia y taponando.
Marcos es el mayor de cinco hermanos y sus padres les llevaban a la iglesia todos los domingos y hacían con ellos de catequistas: "Ahora me doy cuenta de lo afortunado que fui, y doy gracias a Dios todos los días por haber recibido una educación cristiana", le explica a Javier Lozano en una entrevista publicada en el número de junio-julio de Misión.
Es férrea convicción llevó también a la fe a quien es hoy su esposa, Julia, quien buscaba "esa verdad que todos anhelamos" cuando la conoció, consiguiendo convencerla de que en la Iglesia estaban las respuestas. Finalmente la joven se bautizó y recibió el resto de sacramentos.
El pívot argentino (2,11 metros) ha procurado que su trayectoria deportiva no mermara su vida espiritual, escuchando misa otros días de la semana cuando es imposible en los domingos de competición. Aprecia un "rito hermoso" que es "el sacrificio de Nuestro Señor" donde "agradecerle la redención que nos regala cada día". En Lituania aprecia que los fieles son en el templo "muy piadosos y devotos" y asisten a misa "con más recogimiento" que en otros lares: "Es un pueblo que ha sufrido mucho bajo el comunismo".
Además, reza el rosario todos los días, ya sea en el coche de camino a los entrenamientos, o bien en casa, donde también tiene un momento de oración por la mañana y por la noche: "Tengo un diálogo con Dios en el que le doy gracias, le pido por mis difuntos y por mis seres queridos".
Una conversación del padre Javier Olivera Ravasi con Marcos Delía.
Su madre le enseñó a leer para encontrar la verdad, y el elenco de sus autores favoritos no ofrece dudas: Leonardo Castellani, G.K. Chesterton o Peter Kreeft. Estamos, pues, ante un católico bien formado que nunca viaja sin un libro y que, aunque no pertenece a ningún grupo en particular, sí mantiene "contacto diario" con un sacerdote, con quien comenta los temas importantes.
Con ese bagaje, la opinión de Marcos Delía sobre la situación de la Iglesia no está formulada a la ligera: "No la veo bien. Hay discordia en su interior. Existe una parte que quiere dejarse arrastrar por esta corriente progresista y relativista, (...) y luego están los que se quieren mantener en la Tradición y en las enseñanzas de la Iglesia", que es, explica adonde se llega "si uno se forma con honestidad intelectual".
No duda ("si nos ponemos escatológicos") en atribuir al diablo ese intento de destruir la Iglesia y la familia para "imponer su reinado en este mundo": "Y quiere convencernos de que la Iglesia ya no tiene nada que aportar al mundo. Para mí es al contrario: ¡cuanto peor está el mundo, más razón tiene la existencia de la Iglesia!"
Recientemente, Marcos perdió a su padre y no pudo estar con él en ese momento, un sacrificio que, como otros sufrimientos, ofrece a Cristo y por los que se siente tan bendecido como por las cosas que le han ido bien. Esa muerte le ha hecho pensar mucho en el Cielo: "Querría encontrarme con él allí y sobre todo estar en la presencia de Dios".