Sobre la unión con Jesús de Santa Catalina Tekakwitha y su deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano versó la audiencia general del Papa Francisco de este jueves, donde continuó su ciclo de catequesis sobre el celo apostólico y el anuncio del Evangelio.
El Papa Francisco centró su atención en la primera nativa santa de Norteamérica recordando en primer lugar que la familia -sobre todo "madres y abuelas"- es el ámbito donde "se inicia la evangelización".
Una evangelización que comienza además "con gestos sencillos, pequeños", como los de los padres que "ayudan a sus hijos a aprender a hablar con Dios en la oración y les hablan de su amor grande y misericordioso. Las bases de la fe de Kateri, y a menudo también para nosotros, se pusieron de este modo".
"Quien no tiene paciencia no es buen cristiano"
Francisco destacó que el camino a la santidad de Tekakwitha comenzó pronto, con cuatro años, cuando perdió a sus padres y a su hermano mayor en una epidemia de viruela, quedando ella afectada de por vida.
Desde entonces, las dificultades que tuvo que enfrentar la joven fueron muchas: dolencias físicas, incomprensiones, persecución e incluso amenazas de muerte, especialmente desde su bautismo en 1676, a los 20 años.
Unas contrariedades que no le impidieron alcanzar la santidad y que muestran que "el testimonio del Evangelio no consiste sólo en lo que es agradable; también debemos saber llevar nuestras cruces cotidianas con paciencia, con confianza y esperanza".
"La paciencia es una gran virtud cristiana, quien no tiene paciencia no es un buen cristiano. La paciencia de tolerar, tolerar la dificultad y también tolerar a los otros que a veces son aburridos o te ponen en dificultad", subrayó Francisco.
Comprometerse con la vocación y misión de santidad
Las dificultades externas y autoimpuestas por la santa se acrecentaron tras su bautismo. Así, a las persecuciones que le llevaron a refugiarse en la misión jesuita cercana a Montreal se añadió la penitencia y oración que asumió Tekakwitha. Su vida de santidad "impresionaba" a todos y "reconocían en Catalina una santidad que atraía porque nacía de su profundo amor a Dios".
"La santidad atrae", constató Francisco, y "Dios nos llama por atracción, esta necesidad de estar cerca de Él porque Dios atrae, y ella ha sentido esta gracia de la atracción divina".
Como parte de su celo apostólico, Tekakwitha enseñó a rezar a los niños, cuidaba ancianos y enfermos dando "ejemplo de servicio humilde a Dios y al prójimo" e hizo voto de virginidad perpetua como muestra de entrega total. Y aunque no todos están llamados a votos como el de Kateri, destacó que "todo cristiano está llamado a comprometerse diariamente con la vocación y en la misión que Dios le ha confiado, sirviéndole a Él y al prójimo con espíritu de caridad".
En base a su vida, Francisco sintetizó los dos rasgos del celo apostólico: una unión vital con Jesús alimentada por la oración y los sacramentos" y "el deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano a través de la fidelidad a la propia vocación particular".
"También nosotros, tomando fuerza del Señor, aprendemos a realizar acciones ordinarias de modo extraordinario y así a crecer cada día en la fe, en la caridad y en el testimonio fervoroso de Cristo. No nos olvidemos, cada uno de nosotros está llamado a la santidad, a la santidad de todos los días. Vayamos adelante por este camino, el Señor no nos faltará", concluyó.
Tras la catequesis, Francisco remarcó la "urgencia" de "parar la guerra mundial que se está desarrollando contra nuestra casa común" y recordó su intención de publicar una exhortación apostólica, como continuación de la Laudato Si, el 4 de octubre, al cierra del Tiempo de la Creación y fiesta de San Francisco de Asís.