En su sermón del 23 de diciembre de 1881 en el que pronunció un elogio fúnebre de D. Fernando de Trejo y Sanabria, obispo y fundador de la Universidad de Córdoba, el beato fray Mamerto Esquiú afirma que "España, nuestra madre, fue en el siglo XVI un verdadero foco de civilización cristiana por su resplandor purísimo y por los rayos de verdad y de gracia que ha irradiado hasta las extremidades de la tierra". Y agregó: "Uno de esos rayos fue Fernando de Trejo y Sanabria".­

Se trata de un fragmento precioso por su valor doctrinal e histórico que cita Horacio Sánchez de Loria Parodi en Las ideas político-jurídicas de Fray Mamerto Esquiú

En primer lugar, denominar a España "nuestra madre" señala el amor filial que profesa el beato Esquiú por la forjadora de América para el mundo civilizado. Si una madre es la que educa y nutre a sus hijos, otro tanto es, en la mirada del fraile franciscano, España para los americanos. Podría agregarse, además, que España fue la que engendró a América para el mundo.­

En este sentido, en otras tierras americanas como las del futuro México, que fueron reinos y no colonias, nuestra madre España liberó, antes que conquistó, a los indios recientemente descubiertos en el siglo XVI. En este sentido, recientemente ha sido publicado el último libro de Marcelo Gullo titulado Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán

En segundo lugar, el beato Esquiú sostiene que España fue "un verdadero foco de civilización cristiana". Sobre España como Monarquía Católica hemos escrito una columna reciente. En otra oportunidad, también destacamos que "existe un `registro histórico' del carácter civilizatorio del cristianismo. Nos referimos, sin pretender idealizar un caso concreto, a la Europa cristiana de los siglos XI-XIII. En medio de las limitaciones propias de la condición humana, lo cierto es que el cristianismo informó el orden social-jurídico y las costumbres de la época. Nuestra querida Patria Argentina entronca con esta tradición jurídica mediante la acción benéfica de España a partir del descubrimiento de América".

En tercer lugar, el beato Esquiú señala que la obra civilizadora cristiana de España, con "su resplandor purísimo y por los rayos de verdad y de gracia" llegó hasta "las extremidades de la tierra". España, a partir del siglo XVI, efectivamente, extendió su obra civilizadora desde México a las Filipinas y hasta nuestra Patagonia. En simultáneo, y no sin sacrificio de su propio prestigio entre las potencias europeas de la época, nuestra Madre Patria, mientras cristianizaba y civilizaba a América, se convertía en el principal defensor de la Cristiandad en el Viejo Mundo. Habiendo terminado de reconquistar la Península del yugo islámico, con ese mismo espíritu de Cruzada, España se volcó a América como conquistadora y cumplió con su misión histórica de defensora del orden social según el orden natural y cristiano en Europa. Angela Pellicciari se refiere al asunto en Una historia única. De Zaragoza a Guadalupe.

Por último, el sermón del beato Esquiú es un elogio fúnebre de Don Fernando de Trejo y Sanabria, obispo y fundador de la Universidad de Córdoba. En 1621, en nuestra Patria, ya había una Universidad. Con orgullo filial, gracias a España, nuestra madre, los argentinos podemos afirmar que, en 2021, se cumplen cuatro siglos de vida universitaria en nuestra tierra. Este dato justifica otra nota. Hasta la próxima.­

Publicado en La Prensa.