En 2016, la Agencia de Biomedicina (ABM) [francesa] autorizó una investigación para estudiar la "FIV (Fecundación In Vitro) con tres padres". El objetivo era modificar genéticamente embriones humanos para evitar el problema de las enfermedades mitocondriales. Esta técnica suscitó una polémica mundial cuando en el Reino Unido en 2014 y en México en 2016 nacieron de esa forma sendos niños portadores de tres ADN. El proyecto francés, llevado a juicio por la Fundación Jérôme Lejeune, contravenía gravemente tres principios fundamentales.
Primero, la prohibición de crear embriones para la investigación. El patrimonio genético está compuesto por el ADN del núcleo y el ADN de las mitocondrias. Se trataba pues de deconstruir un embrión A con mitocondrias defectuosas, quitándole el núcleo, y transferir ese núcleo a un embrión B enucleado, procedente de otra pareja, con mitocondrias sanas. El resultado era un embrión C diferente del A y del B, por lo que se creaban embriones sacrificados para la investigación.
Segundo, la prohibición de la clonación. La creación de un embrión para transferir el núcleo a otra envoltura es una clonación. Fue la técnica utilizada por el equipo francés. Tanto si tiene una finalidad terapéutica como reproductiva, nuestra legislación prohíbe toda clonación.
Tercero, la prohibición de crear embriones transgénicos. El transgenismo se caracteriza por la introducción de un fragmento de ADN exógeno en un embrión receptor. La investigación autorizada creaba un embrión cuyo patrimonio genético procedía de tres personas. En este caso, la integración del ADN mitocondrial de la donante era el elemento exógeno introducido en el genoma del embrión. Sea cual sea la finalidad, se trata del patrimonio genético de la humanidad, cuya modificación implica consecuencias para nuestra descendencia.
La larga batalla jurídica y científica emprendida por la Fundación Jérôme Lejeune durante cinco años concluyó con una sentencia del 7 de diciembre de 2021 que anula la autorización de investigación y sanciona a la ABM. Con gran contundencia, el juez demostró que la modificación de una parte del ADN del embrión era el objeto mismo de la investigación, y por tanto la autorización violaba la prohibición del transgenismo.
Esta sentencia, además de dejar claro el desprecio de la tecnociencia por la realidad ontológica del embrión, reviste un alto valor simbólico. Desvela el mecanismo de las "ilegalidades provechosas", en virtud del cual no solo no se respeta la ley, sino que su transgresión sirve de argumento para conseguir que cambie. La ABM demostró no solo que no hacía respetar la norma, sino que además la cambiaba, algo que los investigadores nunca habían ocultado. En efecto, poco después de la interposición del recurso contra la "FIV con tres padres", Le Monde publicó una petición de 146 científicos exigiendo a la Fundación Jérôme Lejeune que les dejase trabajar. Al oponerse a sus transgresiones, la Fundación les habría colocado en "inseguridad jurídica" [sic], idea que luego volveríamos a encontrar en los debates parlamentarios. Al legislador no le quedó otra opción que tomar nota y autorizar el transgenismo, lo que hizo en la ley de bioética de 2021.
Jean-Marie Le Méné es presidente de la Fundación Jérôme Lejeune.
Publicado en Valeurs Actuelles.
Traducción de Carmelo López-Arias.