Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

JOSÉ ALBERTO PALMA: MEDICINA BASADA EN LA EVIDENCIA

José Alberto Palma: «Ningún estudio serio ha mostrado la utilidad de las células madre embrionarias»

El único estudio clínico autorizado hasta el momento por la Food and Drug Administration norteamericana para su aplicación en seres humanos tuvo que cancelarse meses después por los riesgos descubiertos en ratas. El joven autor de El médico escéptico, médico especializado en neurología, sostiene que las posiciones más polémicas de la Iglesia tienen un apoyo sólido en la literatura científica más actualizada.

E.R./ReL

José Alberto Palma
José Alberto Palma

José Alberto Palma ha escrito su primer libro con apenas 28 años. Médico e hijo, nieto y biznieto de médicos, la atención al paciente es algo más que una tradición familiar: también una vocación científica. Mientras completa su formación en el ámbito de la neurología en la Universidad de Navarra, el autor de El médico escéptico (LibrosLibres) ha dedicado parte de su tiempo a recopilar, con la apoyatura de más de trescientos estudios de laboratorio, algunas de las falsas ideas que circulan sobre la salud, ya sea en forma de consejas populares, ya sea por interés ideológico. Todas caen por su propio peso a partir de la Medicina Basada en la Evidencia (MBE).

¿En qué consiste la Medicina Basada en la Evidencia?

Consiste en el uso racional y actualizado de los mejores estudios científicos, combinados con la experiencia clínica, para aplicarlos al cuidado de los pacientes. Es un enfoque relativamente nuevo que se utiliza de una manera amplia desde 1992 y cuya herramienta principial la constituyen la literatura científica actualizada y las revisiones de los artículos publicados.

¿En qué se diferencia de lo anterior?

La opinión de una eminencia médica, antaño tan valorada, en el momento actual no es tan relevante en comparación con estudios médicos bien diseñados, aunque los autores sean médicos o científicos desconocidos.

¿Qué aporta la MBE ante los lugares comunes, las consejas populares y los mitos más arraigados sobre la salud?

Casi cualquier asunto relacionado con la medicina y con la ciencia, por muy peregrino o descabellado que pueda parecer, ha sido estudiado en algún momento. Por ejemplo, existen trabajos (realizados con metodología seria) que analizan asuntos tan insólitos como el  cambio de las ondas cerebrales del electroencefalograma según el sabor del chicle que estemos masticando, los efectos secundarios de tragarse una espada, o cómo afecta la temperatura del microondas al queso de la pizza. Así que la MBE nos ofrece una valiosa herramienta para confirmar la veracidad o falsedad de estos mitos y costumbres.

¿Y qué hay de verdad en ellos, o en las terapias alternativas?

La gran mayoría de estas terapias (pulseras magnéticas, naturopatía, etc.) son ineficaces. Si fueran totalmente inofensivas (como parece que es la homeopatía, por ejemplo) no habría ningún incoveniente en usarlas. El problema es que muchas de estas prácticas, en manos inexpertas o inconscientes, pueden llegar a resultar peligrosas y dejar secuelas graves: la manipulación de los huesos de la columna vertebral puede dar lugar a problemas medulares y la ingesta de ciertas hierbas (aunque sean 100% naturales) pueden interaccionar con fármacos muy comunes en nuestro medio, provocando severos efectos adversos.

¿No hay ninguna que dé resultado?

La única que parece tener algún beneficio es la acupuntura. En cualquier caso, la utilización de cualquiera de estos métodos, debe consultarse con el médico de cabecera que nos informará

José Alberto Palma. El médico escéptico. LibrosLibres. Madrid, 2010.  189 pp. 18 €

y aconsejará acerca de sus potenciales efectos negativos.

Pero usted alerta también sobre otro tipo de mitos, los fabricados por los medios de comunicación y que tienen cierto tinte ideológico...

Sí, como la investigación con células madre, la eutanasia, el aborto o la prevención del sida. En todos estos asuntos, a pesar de que la evidencia científica dice una cosa, parece que las autoridades y algunos medios de comunicación, parecen inclinarse a decirnos otra cosa, o a no decirnos toda la verdad.

¿Por qué motivo?

Las causas de esta distorsión informativa pueden ser ideológicas y económicas (por ejemplo, los abortos provocados generan ingentes beneficios a quien los practica) aunque en muchos casos únicamente se deban a la ignorancia y el desconocimiento de la realidad.

Por ejemplo, distinguir entre unas células madre y otras...

En el momento actual existen cuatro tipo principales de células madre. Las embrionarias, las adultas, las obtenidas de cordón umbilical y las obtenidas de la placenta. Las más importantes, desde el punto de vista científico y también mediático, son las embrionarias y las adultas.

¿En qué se diferencian?

Las embrionarias son técnicamente difíciles de obtener (por lo tanto costosas económicamente), generan rechazo inmunológico, originan la aparición de tumores y, finalmente, se extraen tras destruir embriones humanos (por lo tanto son éticamente cuestionables). Las células madre adultas, en cambio, son técnicamente fáciles de obtener (pueden extraerse de las células grasas del propio organismo), no generan rechazo (son nuestras propias células) ni tumores, y no tienen ninguna implicación ética.

¿Son igualmente efectivas?

Hay numerosos estudios experimentales realizados en humanos en los que se ha comprobado la potencial utilidad de las células madre adultas para más de cincuenta enfermedades. En ratas se ha comprobado la utlidad de las células embrionarias, pero todavía no hay ningún estudio serio que haya demostrado la utilidad de estas células en enfermedades de seres humanos.

Pero ¿ya se ha investigado?

El primer ensayo clínico en humanos fue aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) estadounidense en enero de 2009 para individuos con daño traumático en la médula espinal después de que se viera la eficacia de estas células en modelos de rata. Este ensayo clínico fue suspendido en agosto de 2009 debido a los graves efectos secundarios que desarrollaron las ratas, de modo que ningún paciente llegó a recibir las células embrionarias.

No es el único asunto en el que ciencia y moral colisionan, ¿no? El Papa dice que el preservativo no es eficaz contra el sida, y se arma la de San Quintín...


Las recomendaciones médicas y científicas respaldan lo que dice la Iglesia Católica: el preservativo no es la solución al sida. Lo científico es afirmar que la prevención más eficaz contra el cáncer de pulmón es no fumar (y no fumar menos, o fumar con filtro). Igualmente lo científico es afirmar que la prevención completa y total contra el sida únicamente la otorga tener relaciones mutuamente monógamas. No tiene sentido ofrecer preservativos al 100% de la población sin antes haber hecho todo lo posible para que la población entienda y aplique lo avalado científicamente.

¿Es eficaz el preservativo ante las enfermedades de transmisión sexual (ETS)?

La estrella mediática de las ETS en los últimos años es el virus causante del cáncer de cérvix (cáncer de cuello de útero): el virus del papiloma humano. Este virus se transmite sexualmente. Por cierto, que el desarrollo de su vacuna ha hecho que todas las niñas la reciban sin que sus padres sean conscientes de varios hechos: que la vacuna no protege contra todos los serotipos del virus, que no sabemos cuánto dura la protección de la vacuna o que desconocemos todavía los potenciales efectos adversos de ésta. Pues bien, así como el preservativo tiene cierto grado de protección contra otras ETS, se ha comprobado que la protección que ofrece contra el virus del papiloma humano es escasa o nula, de modo que la gran mayoría de las mujeres que mantienen relaciones sexuales han estado en contacto con el virus.

Otro punto discutido es el síndrome post-aborto. ¿Existe?

Cada vez más publicaciones científicas hablan de él. Estos estudios sugieren que el aborto provocado (sobre todo si es en mujeres jóvenes) podría estar asociado a un mayor riesgo de padecer problemas de salud mental tales como la depresión, el consumo de drogas o el suicidio. Es llamativo que uno de los supuestos existentes en la actual ley del aborto para permitir éste sea el preservar la salud psíquica de la mujer, cuando la realidad es que en algunos casos el aborto es el origen de las alteraciones mentales.

En resumen, el hecho de que la medicina sea una ciencia empírica, ¿debe hacernos confiar más en el médico?

Ya desde la época de Hipócrates, la relación médico-enfermo se ha basado en la confianza mutua. El paciente confía en los conocimientos y buen hacer del médico y éste, a su vez, confía en que el paciente le proporcione una información veraz acerca de él y su enfermedad y cumpla adecuadamente con el tratamiento.

Pero hoy la relación médico-paciente se ha “enfriado”...

En aquella época (y hasta hace pocos años) este relación era paternalista. Sin embargo, la técnica y la tecnología han invadido el clásico arte médico y la relación médico-paciente se ha vuelto contractual, en la que hay "un contrato" en el que el médico ofrece unos servicios y el paciente paga, en efectivo o en impuestos, por ellos. Muchas veces el paciente percibe que el interés del médico no es el paciente mismo, sino que existe un frío interés científico o, peor aún, un interés económico. Fiel reflejo de este clima de desconfianza son el aumento de las demandas por fallos en la práctica médica o la carencia de trato personal entre el médico y el paciente. Por otra parte, el médico vive bajo el miedo a ser demandado y está sujeto a una excesiva demanda de tiempo. El término medio, entre la tecnificación de la medicina y la relación paternalista existente hace décadas, es el punto deseable.

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