Hace dos meses que se le perdió la pista al obispo católico de Saganeiti (Eritrea) Abune Fikremariam Hagos. El prelado fue retenido en el aeropuerto de la capital, Asmara, y, a día de hoy, no se sabe nada de él, ni dónde está ni en qué condiciones se encuentra. En una entrevista para la revista Tempi, el sacerdote eritreo Mussie Zerai ha hablado de esta inquietante situación.
Aunque se sabe que Eritrea es famoso por las constantes violaciones de la libertad religiosa por parte del régimen de Isaias Afewerki, el Gobierno nunca había ido tan lejos como para arrestar a un obispo católico. A principios de octubre, la semana anterior a la detención de Hagos, habían sido detenidos otros dos sacerdotes católicos.
Persecución sistemática
"Nadie ha podido visitarle desde el día de su arresto y nadie sabe dónde está realmente. No hay cargos formales, el régimen no ha comunicado nada. Este arresto no tiene base legal", señala el sacerdote en la entrevista.
Sobre los motivos que pueden estar detrás de su arresto, Zerai lo tiene claro. "Hagos se ha limitado en el último período a pedir explicaciones al régimen sobre la confiscación de escuelas y clínicas católicas por parte del Gobierno. También protestó por el trato que reciben los fieles de su diócesis: cuando una persona huye de Eritrea el régimen persigue a su familia, echando a parientes de la casa o apoderándose de su ganado, que es su único sustento para los campesinos. El obispo no ha hecho más que cuidar de su rebaño y dar voz a su pueblo, pidiendo públicamente explicaciones", comenta.
El sacerdote no comprende por qué el régimen persigue a la Iglesia. "Es imposible entender cuáles son las razones que empujan al Gobierno a comportarse de esta manera. El cierre de clínicas y escuelas comenzó en 2019, y la última institución cerró en septiembre. Esta decisión también es incomprensible: los católicos cuidan de toda la población, ¿por qué impedir que lo hagan?", afirma.
Desde 1995 todos los servicios sociales de Eritrea, incluidas las escuelas y los hospitales, son administrados por el Estado. La ley también limita las actividades de desarrollo de las instituciones religiosas.
El obispo Hagos no ha dejado de hablar de los jóvenes eritreos enviados como carne de cañón a una guerra (la de la región de Tigray, Etiopía) que "no nos concierne". "El obispo sólo llamó a la gente a trabajar por la paz, la justicia y la dignidad", apunta.
Otros dos sacerdotes
De los otros dos sacerdotes secuestrados, una semana antes que el obispo, tampoco se tienen noticias. "No se sabe nada del padre Mihretab Stefanos y del capuchino Abraham. A este último es posible que lo hayan retenido para presionar a su hermano, quien no respondió a la llamada del servicio militar. Este comportamiento no tiene sentido: si un adulto toma una decisión, ¿por qué su familia debe ser responsable? Más bien, el Gobierno debería preguntarse por qué tantos jóvenes huyen del servicio militar", advierte.
Sobre si tiene noticias de que el Vaticano esté intermediando, el sacerdote no tiene esa información. "Creo que la Santa Sede está haciendo todo lo posible para dialogar con el régimen, no tengo elementos para decir si se ha hecho algo. Eso espero. El Vaticano debe exigir la liberación de los detenidos y más libertad de acción para la Iglesia en Eritrea", comenta.
Aquí puedes ver la noticia del secuestro del obispo Eritrea Hagos.
"Este caso es único porque un obispo católico nunca ha sido arrestado. El patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Abune Antonios, fallecido el 9 de febrero a los 94 años, pasó los últimos 16 años de su vida bajo arresto, primero en prisión y luego bajo arresto domiciliario. Varios sacerdotes ortodoxos siguen en prisión, al igual que líderes de otras denominaciones y religiosas que han desaparecido", concluye Zerai.