"El año que viene en Jerusalén", con esta fórmula, recogida al final de la Hagadá, judíos de todas las generaciones se han inspirado y consolado desde cualquier rincón de la diáspora.
San Francisco de Asís, San Ignacio, Egeria..., pero también grandes escritores, pensadores, artistas... creyentes y no creyentes... el propio Jesús de Nazaret, que solía viajar cada año para las fiestas judías... soñaron un día con peregrinar a Jerusalén.
Un poder de atracción, del que se ha llamado "el quinto Evangelio", que alcanza dimensiones incalculables. Yael Tarasiuk y Golan Rice son israelíes, judíos y grandes amigos. En junio de 2022, después de que Golan volviera de hacer el Camino de Santiago en España, se les ocurrió una idea, que no por ser clásica, dejaba de ser genial.
Habían decidido hacer un Camino de Jerusalén. Y, sin tener especiales conocimientos del tema, se pusieron manos a la obra. Hablaron con expertos en Historia, para conocer antiguas rutas, y escucharon que una chica española, Carlota Valenzuela, peregrinaba andando a Tierra Santa. Sin pensárselo, se unieron a ella en sus últimas etapas por Israel.
Cada paso es especial
La experiencia fue tan gratificante que se sentaron a planificar lo que, quién sabe, se llegue un día a conocer como el Camino de Jerusalén moderno: 400 klm a pie, divididos en 21 etapas y en cuatro secciones. Una experiencia interreligiosa abierta a todo tipo de personas y creencias, en la que uno se va cruzando con el rastro de Dios en cada tramo.
La primera sección del Camino va del norte, de la localidad de Metula, hasta Cafarnaúm, en el Mar de Galilea. Un tramo al que le han llamado "el comienzo". Un tiempo dedicado para que el peregrino pueda acostumbrarse a andar, a hacerse a su mochila... y a reflexionar sobre todo lo que tiene por delante.
La segunda sección va desde el Mar de Galilea hasta Atlit, en la costa del Mediterráneo. Y se llama "la conexión". Esta parte, que está en pruebas como las tres primeras, es una serie de etapas que busca unir al peregrino con diferentes pueblos de la zona, que son habitados por judíos, musulmanes, cristianos, drusos, incluso beduinos.
"Queremos conectar a los peregrinos con las comunidades locales, que puedan dormir y convivir con ellas, como se hacía en las peregrinaciones antiguas", comenta Yael a Religión en Libertad.
La sección más introspectiva puede que sea la tercera, llamada "el desafío". De Atlit a Jaffa. Un tramo que discurre por terrenos que históricamente estaban llenos de pozos, era incómodo para caminar... y que ahora tiene distracciones más modernas como la diversión de Tel Aviv. "En esta parte queremos que uno medite si debe o no continuar hasta la ciudad. ¿Entras a la ciudad o sigues tu camino?", comenta Yael.
Y, por último, la cuarta sección: "el silencio". Unos 112 kilómetros, repartidos en seis etapas. De la ciudad de Jaffa, junto a Tel Aviv, a la puerta de Jaffa de Jerusalén. Un tramo en el que se visita el monasterio benedictino de Latrún, "el monasterio del silencio", donde los peregrinos colocan una piedrecita en una famosa escultura, que recuerda a la vieja tradición de La Cruz de Ferro del Camino de Santiago.
Una vez en la Ciudad Santa, los peregrinos cristianos pueden seguir hasta el Santo Sepulcro, los judíos al Muro de las Lamentaciones y los musulmanes a la explanada de las mezquitas. No sin antes recibir el documento que acredita que han completado el Camino.
Grandes momentos
"Hace unos días hicimos el último tramo del Camino con un grupo de cincuenta personas. Arquitectos, guías, informáticos... había gente de muchos perfiles, la mayoría eran israelíes, pero queremos que para Pascua lleguen de otros países", comenta Yael, que recuerda con entusiasmo cómo tuvieron que cruzar una riada gracias al jeep de un vecino de la zona.
Las anécdotas de este "nuevo" Camino comienzan a ser ricas y variadas. "La gente que nos encontrábamos se quedaba sorprendida, no están acostumbrados a ver peregrinos caminando. Eran personas muy generosas, nos acogieron en una casa de judíos indios, nos invitaron a tomar té, bizcochos... fuimos también a comer a un restaurante árabe en un pueblecito... en una aldea para jóvenes nos dejaron dormir, comer en su cafetería...", cuenta Yael.
Los organizadores del Camino de Jerusalén ya se están moviendo para que esta ruta pronto sea una tradición más en Tierra Santa. Mientras hacen los trámites para que se pueda colocar algún tipo de señalización en los caminos, imprimen los "pasaportes" del peregrino (una seña de identidad del Camino de Santiago y de otras peregrinaciones similares).
"Tenemos cuatro o cinco monasterios católicos con los que ya hemos hablado para que puedan hospedar a los peregrinos. Con la Custodia de Tierra Santa, los franciscanos, tenemos muy buena relación y nos firmaron nuestro 'pasaporte'", afirma Yael. "Las Hermanas de Sión fueron muy generosas con los peregrinos y la gente de Saxum, centro del Opus Dei en Tierra Santa, fue simpatiquísima y super amable, nos hemos convertido en una familia", añade.
Para Yael y Golan es muy importante que esta iniciativa sea algo vivo. "El Camino se hace al andar y para eso necesitamos que la gente lo quiera hacer. Puede haber muchas flechas y que luego nadie lo haga. El Camino de Jerusalén está en Israel, pero pertenece a los peregrinos", comenta Yael, que coordina el grupo de Facebook (con más de 1000 seguidores) y la página de Instagram, ideadas para crear una "pequeña gran comunidad" de peregrinos.
La idea del Camino de Jerusalén ya se está corriendo entre los amantes de la naturaleza, la oración y el caminar. "Un grupo de personas discapacitadas nos ha contactado para hacer el Camino con sillas de ruedas diseñadas para hacer trekking. Seguramente tengamos que desviar alguna ruta, pero estaremos encantados de hacerlo", concluye Yael.
Artículo publicado originalmente en el portal Fundación Tierra Santa.