La firme resistencia de la Iglesia subsahariana (la de mayor crecimiento en el mundo), encabezada por el cardenal Fridolin Ambongo, capuchino y arzobispo de Kinshasha (República Democrática del Congo), fue decisiva para frenar los efectos de la declaración Fiducia supplicans que publicó el dicasterio para la Doctrina de la Fe el 18 de diciembre de 2023, y que impulsaba la bendición, en cuanto pareja, a parejas del mismo sexo o en situación irregular.
Muchos interpretaron entonces que el rechazo de los obispos africanos se debía al rechazo cultural de sus sociedades a la homosexualidad, más que a objeciones teológicas, y que por tanto solo habría que tener una condescendiente paciencia con ellos para que, con el correr del tiempo, se adapten.
Pero se ha encargado de desmentirlo el presidente de la conferencia episcopal de Camerúny arzobispo de Bamenda, Andrew Nkea Fuanya.
No es cultura, es fidelidad
Según recoge Crux, el 23 de agosto, durante una reunión preparatoria del sínodo de la sinodalidad, cuya segunda parte arranca el 2 de octubre próximo en Roma, monseñor Nkea declaró: "Con nuestras propuestas en el sínodo [en la primera sesión, en 2023] no pretendimos ser vistos como quien presenta el punto de vista de África en razón de la cultura de donde venimos. Nuestra posición no tenía nada que ver con la cultura, sino con la fidelidad a la verdad, con la fidelidad a lo que Cristo enseñó, con la fidelidad a lo que los Apóstoles transmitieron a las siguientes generaciones. Era claro que África tenía que asumir la responsabilidad de su propio destino. Teníamos que hacer oír nuestra voz". No se refería solamente a la cuestión LGTB, sino también a la ordenación de mujeres como diaconisas o sacerdotisas.
Una voz que no tiene un "fundamento cultural", insistió, sino que "se fundamenta en las tradiciones de nuestros padres y en las enseñanzas de la Iglesia".
Los obispos africanos se han acogido a la 'prudencia pastoral' que pide 'Fiducia supplicans' para no aplicarla.
Ya en 2018, cuando con vistas al sínodo de los jóvenes se plantearon cuestiones similares, Nkea dejó claro cuál es la jerarquía de sus motivaciones: "Nuestros valores tradicionales aún son iguales a los valores de la Iglesia y por eso podemos presentar la tradición a nuestros jóvenes sin diluirla y sin contaminación... No votaré por ningún artículo que incluya LGBT... El 99,9% de los jóvenes [de su diócesis] vendrían a mi puerta a preguntar: ¿esto qué es?”.
Seis años después, sigue defendiendo lo mismo. "África no estaba defendiendo una idea cultural", subrayó esta semana: "África está defendiendo la enseñanza de la Iglesia durante dos mil años". De ahí el "la vehemente negativa" de los obispos africanos a Fiducia supplicans: "Regresaremos a la segunda sesión del sínodo con el mismo vehemente rechazo a ese documento".
El precedente de Europa y Norteamérica
"No aceptamos que la gente nos diga que discutimos partiendo de la cultura, y que como venimos de una cultura que aún está evolucionando, no comprendemos ciertas cosas", concluyó el arzobispo: "¡Teólogos, decidnos si es que el cerebro africano es inferior cuando se trata de reflexionar sobre la cultura y la civilización africanas!".
Por su parte, Johan Viljoen, director del Instituto Denis Hurley de los obispos surafricanos (Denis Hurley [1915-2004], arzobispo de Durban, fue una de las figuras emblemáticas contra el apartheid), coincidió con el prelado camerunés al corroborar la naturaleza doctrinal, y no cultural, de su postura, con el ejemplo del viraje ideológico occidental: "Mira hace cuarenta años, el mismo debate se encendió en Europa y Norteamérica. Y ahora allí, si esos puntos son rechazados, se te acusa de homofobia y misoginia, no se menciona la cultura".