Este domingo, en una concurrida misa de acción de gracias celebrada en la catedral del Buen Pastor, monseñor José Ignacio Munilla puso fin a doce años de pontificado sobre su diócesis natal. El próximo sábado 12 de febrero tomará posesión de la de Orihuela-Alicante, su tercera sede episcopal tras Palencia (2006-2009) y San Sebastián (2009-2022).
En el templo se vivió una emoción palpable, a la que no pudo sustraerse el propio prelado, sin perder su característico estilo de serenidad y mesura.
La misa pudo seguirse por internet, con cientos de personas conectadas al directo y decenas de mensajes de gratitud: "Monseñor Munilla, quiero dar gracias por tanto bien que he recibido de sus enseñanzas y cuánto amor sale de su sus palabras"; "L
"Dios no da puntada sin hilo", afirmó al dirigirse a los fieles tras la lectura del Evangelio, "y la nueva etapa que se abre en nuestra diócesis y en nuestras vidas es una etapa de crecimiento para todos, para mí y para vosotros": "Nada de mirar para atrás con melancolía", insistió, "la Providencia entrecruzó nuestros caminos y nos ayudó a crecer espiritualmente.".
Durante la procesión de entrada, monseñor Munilla se desvió unos momentos para bendecir a todas las personas que no habían podido entrar en el templo, completamente abarrotado.
Tras estas palabras que intentaban disipar toda sensación de nostalgia por una separación que será dura para él y para sus paisanos, monseñor Munilla confesó que tuvo dudas sobre cómo afrontar la homilía: "Quiero que sepáis que han sido los jóvenes los que me han resuelto el dilema". Dos días antes, primer viernes de mes, acudió a la oración que ha realizado mensualmente con ellos durante más de una década, como impulsor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús que siempre ha sido: "Cuando me vi delante de ellos, no me brotó otra cosa que compartir mis convicciones más profundas, a modo de últimos consejos. Terminé la oración diciendo: ¡pues esto mismo es lo que debo hacer el domingo, en la misa de mi despedida!"
Se trata de un "decálogo", añadió, "en el que he querido recoger las que me parece que son las diez principales convicciones que he intentado trasmitiros a lo largo de estos doce años como pastor de la diócesis".
1. Sabiduría de la confianza
Conforme al lema episcopal de monseñor Munilla (In Te confido [Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío]), comenzó recordando una "expresión de impacto" que suele repetir: “¡Dios existe y no eres tú, relájate!”.
"Y hoy me refirmo en ello de una forma especial", dijo: "¿Nos pensamos acaso que caminamos solos en la vida, que todo depende de nosotros? Dios conduce los hilos de la historia. Me fío más de los aparentes ‘despistes’ de Dios que de todos los planes, estrategias y cálculos humanos".
2. Vivir en gracia de Dios
El obispo recordó un guardapáginas que aún conserva, una estampa del Cristo de Velázquez en cuyo reverso el sacerdote que dirigió la primera tanda de ejercicios espirituales a la que asistió, con 16 años, escribió "a modo de ABC fundamental de nuestra vida": “Viviré en gracia de Dios, y si caigo me levantaré”.
"Lo más necesario y, por lo tanto, lo más urgente de nuestra vida, es vivir en gracia de Dios", subrayó Munilla: "Todo lo demás puede esperar. Nuestro compromiso de lucha sin tregua por la santidad, viviendo en permanente estado de conversión, será la gran aportación que podamos hacer a la Iglesia y al mundo", porque "la mejor manera de acercar a los lejanos es mejorar a los cercanos".
3. “Velad y orad”
"Solo una oración profunda y perseverante, integrada en la celebración fiel de los sacramentos, nos dará la gracia de la perseverancia final", señaló como tercer punto, invitando a los presentes a cimentarse en Dios: "Orar con intimidad, confesarnos como Dios manda con frecuencia y alimentarnos de la Eucaristía… No somos nada sin la gracia de Dios; pero con Él lo podemos todo".
Y no dejó de añadir, en consonancia con lo que ha sido su magisterio constante, incluso en una de sus últimas conferencias: "Subrayo la importancia de la oración cristiana, del tú a tú con Jesucristo, sin dejarnos contaminar del influjo del gnosticismo en la espiritualidad católica".
4. Necesidad de acompañamiento espiritual
"Tenemos que compaginar el ser acompañantes y acompañados", continuó el prelado donostiarra, porque "arrastramos muchas heridas, y es clave que nos eduquemos en abrirnos a manifestarlas con transparencia a quien pueda ayudarnos".
Y lo aplicó a alguna de las circunstancias en las que se ha visto involucrado como obispo: "Desde tantas experiencias vividas me atrevo a decir lo siguiente: con frecuencia, los conflictos aparentemente ideológicos encubren problemas psicológicos y espirituales, que son mucho más determinantes. Las ideologías son con frecuencia tapaderas de heridas no bien identificadas y acompañadas".
5. Fidelidad al depósito revelado
Con especial énfasis, Munilla recordó en el quinto punto de su decálogo que "la Iglesia es depositaria de una Revelación que ha custodiado y seguirá custodiando a través de los siglos". Por tanto, "no tenemos derecho alguno a pretender reinterpretar el depósito de la fe para hacerlo confluir con las ideologías contemporáneas. ¡Se trata de cristianizar el mundo, no de mundanizar el cristianismo!"
Y recomendó familiarizarse con el Catecismo de la Iglesia Católica y transmitir sus contenidos, porque es "un verdadero tesoro, una joya en medio del desierto del relativismo de nuestro tiempo".
Lleno total en al catedral del Buen Pastor para despedir a su obispo.
6. Comunión eclesial inequívoca
El principio de comunión eclesial proviene, dijo, de que "somos hijos de la Iglesia y acogemos con gratitud el principio de obediencia existente en ella" y "caminamos juntos de forma vertebrada en el ministerio apostólico de la Iglesia, presidido por el sucesor de San Pedro".
Aprovechó por ello para pedir que su sucesor al frente de la diócesis de San Sebastián sea recibido "con los brazos abiertos" y en un espíritu de "colaboración leal y humilde".
7. Los pobres y los humildes nos evangelizan
"Nuestra conversión estará incompleta mientras no nos dejemos cambiar la vida por los pobres y los humildes que nos rodean", certificó Munilla: "¡Yo lo he experimentado así y os lo comparto a corazón abierto!".
Y eso, ¿en qué consiste? "Cuando los pobres, los enfermos, los ancianos, los presos… llegan a cambiar tus horarios, tus planes, tus cálculos y previsiones, entonces ha entrado Jesús en tu vida", señaló, con un recuerdo muy especial a los presos de la cárcel de Martutene: "En pocos lugares he vivido la celebración eucarística con mayor presencia de Dios, como cada vez que he acudido a nuestro centro penitenciario".
8. Existimos para evangelizar
"¿Puede haber un honor más grande que ser instrumento de Cristo, que ser enviado por Él para ofrecer la vida eterna a nuestros hermanos? ¿Acaso tenemos algo más importante que hacer?", se preguntó el obispo de San Sebastián.
"Cuando nos presentemos delante de Dios, nos arrepentiremos profundamente de la cantidad de tiempo y energía que hemos malgastado en vanidades y estupideces", respondió, porque "tenemos el privilegio de haber sido invitados por el propio Jesucristo a colaborar con Él en la extensión del Reino de Dios en esta vida… ¡Nuestra vida existe para evangelizar!".
9. La familia
"La familia es el lugar en que descubrimos que el amor incondicional de Dios no solo es bello, sino que es verdadero", definió Munilla al encauzar el noveno punto de su decálogo: "En medio de esta crisis antropológica sin precedentes en la que nos encontramos, cuidemos al máximo nuestra vida familiar".
A continuación quiso expresar su gratitud a Dios por la "delicadeza" que ha tenido con él al permitirle vivir con su madre estos años y haberle despedido de ella "de forma inolvidable", al decir lo cual la emoción le cortó la palabra por unos segundos: "¡Ha sido un detallazo, Señor!", reconoció.
El momento de emoción de monseñor Munilla al recordar a su madre.
10. Sentido del humor
El décimo punto del decálogo es el sentido del humor porque "es muy -pero que muy-sanador, tanto psicológica como espiritualmente". Definió el sentido del humor como "el sentido común bailando" y "una gran ayuda para relativizar en esta vida todo lo que no sea Dios mismo".
Evocó entonces su homilía del 9 de enero de 2010, en su toma de posesión como obispo de San Sebastián, cuando aludió a la entrada de Jesús en Jerusalén sobre un asno: "Bueno, pues… ¡mira tú por dónde!, doce años después me toca subirme encima del borrico… Le pido a Dios, eso sí, que al montar encima de la mula, no deje de ser consciente de que sigo llamado a ser como el borrico que lleva el peso de la cruz de Cristo sobre sus lomos".
"Con vosotros he sido cristiano, para vosotros he sido obispo. ¡Os llevaré siempre en mi corazón!", concluyó monseñor Munilla.
Dos sentidas ovaciones
Tras la homilía, los fieles presentes en la catedral prorrumpieron en un largo aplauso de más de un minuto. A la conclusión de la celebración, que como su propia homilía tuvo lugar en castellano y euskera, se leyeron unas palabras de agradecimiento de la diócesis a su pastor que concluyeron con un expresivo: "¡Siga usted rezando por esta diócesis!" Palabras recibidas con una ovación aún más prolongada e intensa que la anterior. Le fue entregado como obsequio una imagen de la Virgen de Aránzazu.
Monseñor Munilla tomó el micrófono unos segundos para agradecer todo ello e insistir en la necesidad de la santidad: "Aún estamos a tiempo. Vivir es estar a tiempo. Gracias de todo corazón, ha sido un honor muy grande".
Imágenes tomadas de la transmisión de Betania TV.