El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, después de haber culminado el traslado de los restos del General Franco desde el Valle de los Caídos al cementerio de Mingorrubio, dio este jueves una rueda de prensa anunciando su intención de buscar y mover muchos más cuerpos, o al menos reconocerlos, no sólo en el Valle de los Caídos, sino en toda España y “en Europa”.
Afirmó que en el Valle los Caídos hay enterrados aún "34.000 compatriotas, víctimas de la Guerra Civil", que un tercio de ellos permanecen sin identificar y muchos fueron trasladados allí sin el consentimiento e incluso el desconocimiento de sus familias. Esto, dijo, es "una infamia que más pronto que tarde deberá también ser reparada" al igual, añadió, que sucede con las "miles de fosas dispersas por toda nuestra geografía".
"La España de hoy tiene una deuda con esas familias. La España de hoy tiene una deuda, también, de los españoles que lucharon en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, combatiendo al fascismo en Europa”, dijo después.
Víctimas de la Segunda Guerra Mundial: los jesuitas del Pacífico
Se le podría preguntar al presidente del Gobierno, ¿por qué se limita sólo a los combatientes y por qué sólo en Europa? España tiene una deuda con muchos muertos de muchas épocas que descansan en muchos países.
Por ejemplo, sin salir de las víctimas de los totalitarismos en la Segunda Guerra Mundial, ¿no debería España buscar los restos de los misioneros jesuitas españoles asesinados por los japoneses en 1944 en las Carolinas y las Islas Palaos? Se cumplen ahora 75 años de su asesinato y ocultación de sus cuerpos.
Los japoneses los mataron porque eran testigos occidentales de sus atrocidades contra la población nativa. (También en Birmania, por ejemplo, los japoneses encerraron al misionero italiano Alfredo Cremonesi, beatificado recientemente, aunque murió asesinado años después de la guerra).
Las autoridades civiles y eclesiales locales de Palaos y las Carolinas sin duda ayudarían a localizar los cuerpos de los misioneros si España lo financia y potencia. En algún caso podría ser más barato que cambiar a Franco de tumba (ha costado unos 63.000 euros).
Los jesuitas españoles asesinados en 1944
Por iniciativa de Shinjiro Yamamoto, un almirante y diplomático japonés católico, en 1921 llegaron 20 jesuitas españoles a islas de la Micronesia bajo control japonés.
Sellos con escenas de las misiones jesuitas en las Islas Carolinas
La Sociedad de Naciones pedía a Japón "desarrollar y civilizar" esas islas y Japón estaba convencido -quizá por la influencia de personas como el almirante Shinjiro y la emperatriz Sadako, formada por misioneros cuáqueros- que los misioneros lo hacían bien. Los inspectores japoneses, cuando veían islas casi sin alcoholismo, con la población vestida y ocupada en mil quehaceres y los niños acudiendo a escuelas -católicas o protestantes-, quedaban satisfechos. Los misioneros y los jesuitas eran, pues, amados y respetados por la población nativa y por la administración japonesa.
Pero en 1941, al empezar la Guerra, todo cambió. Llegaron nuevas las autoridades militares, que veían espías en cualquier extranjero. También cometían tropelías contra la población civil y les molestaba que los misioneros occidentales pudieran ser testigos. Interrogaron a los jesuitas españoles, los encerraron en varias ocasiones, les mantenían vigilados y les invitaban a marchar, aunque España era no solo neutral, sino incluso simpatizante del Eje.
Sello de Palaos recuerda a los jesuitas españoles
Después, los americanos empezaron a ganar la guerra y avanzar isla tras isla. Los mandos japoneses habían ido fanatizándose y desesperando cada vez más.
Los militares trajeron a 3 jesuitas a Babeldaob, desde la isla de Yap (de sus 3.000 habitantes, 2.000 eran católicos):
- Luis Blanco Suarez (canario de 48 años),
- Bernardo de Espriella (de 54 años, nacido en Colombia),
-y Francisco Hernández Escudero (extremeño de Zafra, de 57 años).
Encarcelaron a los jesuitas de Yap con los 3 jesuitas que ya estaban en las islas Palaos:
- Elías Fernández González (de Vegamián, en León, de 64 años; parece que toda la isla de Tobi, con etnia y lengua propia, se convirtió por su predicación),
- Marino de la Hoz del Canto (de León, de 58 años)
- y Emilio del Villar Blázquez (de Villarejo del Valle, Ávila, de 51 años).
Hay distintas versiones sobre cuánto tiempo estuvieron detenidos y cómo fueron torturados, aunque sufrieron por enfermedades, mala alimentación y falta de ropa y refugio adecuado. El 18 de septiembre de 1944 la policía militar japonesa los llevó junto a una fosa excavada en la selva y los fusiló allí mismo.
Un tiempo después, sacaron los cadáveres, los quemaron para dificultar su reconocimiento, y los volvieron a esconder. Los americanos supieron estos datos por los testigos, y los comunicaron a la Orden jesuita, pero aún no se han encontrado los cadáveres ni el lugar de la ejecución.
Tanto en Yap como en Palaos los católicos nativos los recuerdan como mártires y misioneros.
El otro jesuita español asesinado en Micronesia en esa época fue el hermano Miguel Timoner Guadera, de Manacor, Menorca, que tenía 51 años. Había estado cuidando al padre Juan Pons que murió de una úlcera en la pierna en 1944 en la isla de Rota, en las Marianas. Él y otros cinco católicos fueron después detenidos y llevados a Saipán, la capital de las Marianas, encarcelados varios meses y torturados. Se les acusaba de espías. Después fueron devueltos a Rota, que no sería asaltada por los americanos hasta el último día de la guerra. Un día de noviembre de 1944 el jesuita y sus 5 feligreses fueron ejecutados por decapitación. No se sabe donde fueron enterrados sus cuerpos.
Buscar fosas después de tanto tiempo puede ser más o menos factible, según los recursos que se inviertan, pero a los 75 años de sucedidos estos hechos quizá España sí tiene una deuda con esos misioneros, personal neutral y no combatiente asesinado por estar junto a sus feligreses.
(Este blog en inglés da algunos más datos de los mártires y de su compañero el padre Jesús Baza, que era chamorro, es decir, nativo de la isla polinesia de Guam, que 46 años antes aún era española)