Javier Urra lleva más de 35 años trabajando con niños y adolescentes. Fue el primer Defensor del Menor de España y, actualmente, ejerce como psicólogo forense en la Fiscalía del Menor del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Urra conoce bien cuáles son los problemas de los menores y nunca pensó que se llegarían a agravar mediante leyes aprobadas por el propio Estado. La nueva "ley trans", adelanta el psicólogo, traerá mucho sufrimiento, y así lo expresa en una entrevista en La Razón.
Hay, pero muy pocos
"La transexualidad existe, nadie lo niega. Lo hemos llamado siempre disforia de género, aunque la Organización Mundial de la Salud dejara de reconocerla como tal en 2018. Lo que pasa ahora es que nos quieren 'vender que es una realidad mucho más grande de lo que se ve", comienza diciendo.
Urra cree que detrás de muchos de los casos que se diagnostican hay problemas mentales. "Hay muchísimos menores con problemas emocionales: depresivos, obsesivo-compulsivos, carencias afectivas, trastornos de la conducta alimentaria, etc. Esa sí es la gran mayoría. Transexuales hay, pero muy pocos, muchísimos menos", relata.
Y lo explica con cifras. "En el centro que yo dirijo, de 1.120 niños y adolescentes con problemas que hemos atendido, solo 2 eran transexuales. A esos dos les hemos atendido y acompañado en su proceso, que estaba perfectamente regulado y ajustado a sus necesidades", expresa.
"Un tópico que hay que desterrar es la frase de que 'hay gente que nace en un cuerpo equivocado'. No, nadie nace en un cuerpo equivocado. Lo que hay son personas que tienen distintas orientaciones sexuales. Hay que distinguir entre orientación e identidad sexual. Lo segundo es algo mucho más profundo, que es parte de la esencia de la persona y que atañe a con qué género se identifica", explica.
El experto asegura que esta ley traerá problemas. "Esta Ley plantea algunos aspectos que dejan claramente en indefensión a los menores, y no sé si tendría que intervenir el Tribunal Constitucional para reparar esos derechos que creo se vulneran –posiblemente con la mejor voluntad –pero de manera desacertada", comenta.
"Haremos muy bien en ayudar a los niños y niñas que realmente son transexuales, pero siendo cautos, yendo despacio, viendo cómo evolucionan y no cometiendo errores o induciendo ideológicamente", añade.
Urra insiste en no convertir todos los casos en disforia de género. "Inducir al niño o al adolescente que tiene transexualidad se están tapando otros trastornos. Es más, me preocupa si no va a haber una comorbilidad con trastornos de alimentación. Y, además, les plantea que, si eso es lo que les pasa, hay un camino perfectamente marcado para solucionarlo", asegura.
Y enumera los pasos: "Primero hormonarse –algo que, en sí mismo, ya cambia los procesos cerebrales, lo cual es ya un problema grave–. Y luego va más allá: ¿quieres que te retire los genitales? Una decisión así, irreversible, para toda la vida, ¿de verdad puede tomarla un adolescente sin una valoración seria por parte de profesionales? La desprotección que va a provocar esta Ley es absoluta", advierte.
Sobre el por qué la nueva ley aparta a los profesionales de la salud, Urra lo tiene claro. "Porque a los que hacen las leyes les molesta que les lleven la contraria. Como le decía, los clínicos siempre apostamos por ser más prudentes en los criterios, porque, después, si como adulto te arrepientes de la decisión que has tomado, no puedes dar marcha atrás. Y digo 'no puedes' en el sentido estricto: está prohibido, nadie te va a ayudar, es un camino solo de ida", comenta.
"Ya se están viendo casos de adultos transgénero arrepentidos que reclaman a la Sanidad pública por haberles 'arruinado la vida' siendo niños o adolescentes, al no exigir informes de los especialistas que les trataban y darles acceso a la cirugía de eliminación de sus genitales sin las suficientes evidencias de que algo así les iba a ayudar. Estamos en un momento delicado respecto a la salud mental de la población, especialmente de los más jóvenes", añade.
Para el experto, leyes como estas justo en estos momentos, son temerarias. "Leyes así no son ninguna ayuda. En un momento en el que el suicidio es la primera causa de muerte no natural en jóvenes de entre 15 y 19 años en España, esto es poco menos que una temeridad. En países como Canadá o Estados Unidos se ha visto que hasta el 20% de las personas que han cambiado su género siendo adolescentes, de adultos quieren volver a su identidad anterior", recuerda.
"Un estudio publicado recientemente en Canadá ha mostrado que el riesgo de ideaciones suicidas es hasta cinco veces mayor en jóvenes de 17 a 19 años que no se sienten identificados con su sexo biológico que en los que sí, y que, el de intento de suicidio, es hasta 7,6 veces mayor", explica.
Y, concluye: "En mi opinión, el aumento en el índice de suicidio se produce por las dificultades psíquicas profundas que conllevan los problemas de identidad sexual y porque la sociedad -aunque dice lo contrario- no admite fácilmente estas situaciones, que le generan dudas, incertidumbres y preocupación".