En su primer fin de semana de exhibición en 49 salas de cine de Canadá, del 12 al 14 de julio, la película provida Unplanned obtuvo una recaudación en taquilla de 345.000 dólares (US). Supone un promedio de 7000 dólares por pantalla, el segundo mejor de la semana no solo en el país sino también en Estados Unidos.
“Es una recaudación tremenda”, confiesa Chuck Konzelman, co-director del film junto a Cary Solomon, a The Catholic Register: “El promedio habría sido aún mayor si algunos multicines, que no estaban seguros de la demanda que iba a tener, no nos hubiesen asignado las salas más pequeñas. El viernes y el sábado muchas de ellas se llenaron y hubo gente que fue a verla y tuvo que darse la vuelta porque no había entradas”.
La película cuenta la historia real de Abby Johnson, ex directora de un abortorio de Planned Parenthood, que cambió su opinión sobre el aborto cuando asistió casualmente a uno en su clínica –su trabajo era solamente de gestión– y lo vio a través de la ecografía. A partir de entonces se convirtió en una de las principales activistas provida de Estados Unidos. Actualmente dirige un ministerio, And Then There Were None ["Y no quedó ninguno", referencia al verso de una canción infantil que dio título a la novela de Agatha Christie Diez negritos], que ayuda a trabajadores de abortorios a abandonar el negocio. Según The Catholic Register, pronto podría abrir una sucursal en Canadá.
B.J. McKelvie, presidente de Cinedicom, es el distribuidor de Unplanned en Canadá.
La película encontró en el país unos obstáculos enormes a su distribución. Los grupos abortistas presionaron a los distribuidores y a las salas con amenazas si la exhibían, y de hecho dos llegaron a anunciarla y la cancelaron en el último momento. En esa presión se implicaron personas muy próximas al primer ministro Justin Trudeau. La ministra de Turismo, Melanie Joly, llegó a criticar pública y nominalmente a Vincent Guzzo, propietario de una cadena de cines, por ofrecer la película. Y la jefa de gabinete de Trudeau, Katie Telford, condenó en Twitter que los canadienses pudiesen ver Unplanned al calificar así la noticia de su exhibición: “Esto sucede, al menos en parte, gracias al apoyo recibido por políticos conservadores”.
“A pesar de la satanización de la prensa del sistema -y Canadá fue particularmente áspera al respecto-, había audiencias tanto en Estados Unidos como en Canadá deseosas de ver esta película”, añade Konzelman: “Aunque la cobertura fue escasa, la controversia ayudó a crear un runrún en torno al film. Ayudó a crear una conciencia en la gente en una medida que nosotros no habríamos podido alcanzar con nuestro modesto prespuesto publicitario”.