Hay que ser consciente de los datos para comprender la magnitud del fenómeno Sound of Freedom [Sonido de Libertad], la película sobre la trata de niños para explotación sexual que ha dirigido Alejandro Monteverde, produce Eduardo Verástegui (quien también interviene como actor) y protagonizan Jim Caviezel, Mira Sorvino y Bill Camp.
Cifras incuestionables
Ésta es la situación:
-Actualmente está en el número 2 de la taquilla estadounidense y creciendo. De hecho, es la única del Top 15 que incrementó sus ingresos y salas respecto a la primera semana. Algo que se explica por el frío recibimiento inicial que había tenido por parte de las salas. Es el impulso del público lo que la está lanzando.
-Está compitiendo nada menos que con tres sagas que son historia del cine y cuyas nuevas entregas van a figurar entre los grandes éxitos del año: Insidious: la puerta roja, con Patrick Wilson (a la que superó en cuanto aumentó su número de salas), Misión Imposible: sentencia mortal, parte 1, con Tom Cruise (intratable número 1) e Indiana Jones y el dial del destino, con Harrison Ford (a la que ha desbancado de la segunda plaza).
-Compite asimismo con distribuidoras que son gigantes: en el Top 10 de la semana, Angel Studios (que lanza The Chosen) es un David rodeado de Goliats como Paramount, Disney, Columbia, Sony...
-El presupuesto de Sound of Freedom fue de 14,5 millones de dólares y en sus dos primeras semanas ya ha recaudado el triple, casi 42 millones, y esto no ha hecho más que empezar: una rentabilidad absoluta. Por comparar cifras, la película de la despedida de Harrison Ford -que no ha obtenido la respuesta esperada del público- tuvo un presupuesto veinte veces mayor y en su segunda semana parece que ha conseguido cubrirlo.
-Por completar esta idea: en el fin de semana pasado (14 a 16 de julio), Sound of Freedom ha recaudado solo la mitad que Misión Imposible y ¡el doble! que Indiana Jones e Insidious.
¿A qué se debe esta marcha triunfal de una película que carece de la distribución y promoción de sus competidoras, y que no es espectacular ni divertida, como Misión Imposible o Indiana Jones, y además aborda un tema desagradable y duro, de terror pero sin el 'alivio' de la irrealidad, como en Insidious, porque su horror es auténtico?
Diversos elementos contribuyen al fenómeno Sound of Freedom. He aquí algunos.
1. La calidad de la película
No se puede alcanzar el nivel de difusión en el que está Sound of Freedom sin una percepción de calidad importante en, al menos, uno de estos dos sentidos: el artístico o el comercial. Y en los calificadores más influyentes en Estados Unidos, los ratings son muy claros: Rotten Tomatoes le da un 100% en favor del público y un 73% en reseñas, y en Cinemascore es el único de los últimos 24 estrenos que recibe un A+.
Alejandro Monteverde se ha consagrado en las escenas de acción e intriga -porque no es solamente una película de denuncia- y ha conseguido aquello a lo que aspira todo director: conmocionar al público.
'Sound of Freedom' puede verse ya en Estados Unidos, Puerto Rico y Canadá. El 31 de agosto se estrena en México, y luego empieza su recorrido por la América de habla hispana.
2. Se basa en una historia real y en un problema actual y creciente
Lo que ve el espectador de Sound of Freedom no es el resultado de la imaginación de un guionista. Es una historia real, la de Tim Ballard, un antiguo miembro del DHS (Department of Homeland Security, Departamento de Seguridad Interior) a quien encarna Caviezel.
Ballard trabajó durante años como agente infiltrado formando parte de la lucha contra el tráfico de niños víctimas de abusos sexuales, en redes vinculadas tanto a internet como al turismo. En 2013 abandonó la agencia junto con otros miembros de su equipo y decidió dedicarse a esa misma tarea como parte de una fundación privada, Operation Underground Railroad.
Ballard es mormón y padre de 9 hijos, dos de los cuales los adoptó tras un rescate en Haiti. Recientemente fue entrevistado por Jordan Peterson, a quien transmitió su historia y sus motivaciones.
El propio Peterson explica que la labor de Ballard solo puede entenderse psicológicamente o bien por el aspecto "terriblemente oscuro" de lo que conoció en su trabajo y quiere combatir, o bien porque los diez años de misiones realizadas le han hecho "hipersensible" a esa realidad. Lo cierto es que el espectador de Sound of Freedom sale con ambas sensaciones, lo cual produce una inmediata identificación con la causa.
3. Siete años creando ambiente
De Sound of Freedom empezó a oírse hablar en 2016 (ReL lo recogió), cuando Eduardo Verástegui desveló que había conocido a Ballard y planeaba llevar su historia a la gran pantalla. En 2017 se vinculaba esa iniciativa (de la cual son víctimas numerosos niños mexicanos) a la posibilidad de que el cineasta optase a la presidencia de su país (de ello nos hicimos entonces eco en ReL). En 2018, dos estrellas internacionales como Jim Caviezel y Mira Sorvino se unieron al proyecto (lo recogimos en ReL) y la película se rodó en Colombia.
Durante el lustro siguiente, interrumpido por los confinamientos y restricciones de 2020-21, se pudo ultimar su distribución (tras una dura negociación con Disney, que tenía los derechos) y fijar el estreno para el 4 de julio de este año. Una fecha no casual porque es la fiesta nacional en Estados Unidos, vinculada en su cosmovisión constitucional a la idea de 'libertad', esa libertad de los niños esclavizados por la que luchan los personajes del film.
4. El carisma de Caviezel y Verástegui, un excelente tándem promocional
Caviezel será siempre el Jesús de La Pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson, un film que impactó y sigue haciéndolo mucho más allá de los ámbitos cristianos, logrando inopinadas conversiones (puedes leer en ReL los casos de Gabriela, Isabelle, Priscille o Anna).
Jim no ha dudado en recordar ese hecho para reforzar el mensaje de Sound of Freedom:
"Es la película más impactante desde La Pasión de Cristo", afirmó en una entrevista: "Y permitidme que os diga: el demonio no quiere que la veáis. Yo interpreté a Jesús, pero muchos están interpretando a Judas".
Tanto a Caviezel como a Verástegui se les ha visto con la voz temblorosa y los ojos húmedos en alguna de las numerosas entrevistas que están concediendo.
Alguien podría pensar que ello forma parte de la propia estrategia de comunicación, pero probablemente eso sería injusto para dos personas que no son solo actores, sino personas con convicciones firmes y activistas comprometidos. Por su apostura física, su talento interpretativo y sus fuertes contactos en Hollywood podían haber optado al máximo peldaño que la industria del entretenimiento ofrece. Pero se les negó en cuanto demostraron dar prioridad a su fe católica y las causas por las que luchan (ambos son dos puntales provida, por ejemplo) sobre su carrera profesional.
Además, entre ambos ha surgido una buena amistad, que puede apreciarse en el recibimiento que Eduardo le hace a James durante su entrevista con Agustín Laje (minuto 45:50), y donde revela que Caviezel fue el único actor que quiso el papel, por lo que le considera un "héroe":
Aunque ya eran dos personalidades de éxito indudable, solo ha sido con Sound of Freedom, una apuesta muy arriesgada en la que se han implicado a fondo, cuando han conocido las mieles del triunfo total. Un film, eso sí, por el que ya han avisado que perderán amigos y quizá la vida.
5. El momento político óptimo
¿Exageran?
Hay que tener en cuenta que el negocio al que apunta Sound of Freedom mueve miles de millones de dólares al año y tiene esclavizados en la prostitución a dos millones de niños en todo el mundo. Así que el riesgo de una venganza por parte de las mafias perjudicadas es posible.
Además, el lanzamiento coincide, cuando México se aproxima a unas nuevas elecciones en 2024, con el reavivamiento de la posibilidad -esta vez más fundamentada que en 2018- de que Eduardo Verástegui opte a la presidencia del país. No es infrecuente que un candidato mexicano sea víctima de un atentado.
Pero hay otros elementos a tener en cuenta. Sound of Freedom llega en un momento muy preciso de la política norteamericana. Tras el discutido resultado de las elecciones presidenciales de 2020, Donald Trump se ha ido perfilando como el gran favorito para una nueva victoria en 2024, figurando en las encuestas por delante de cualquier rival para las primarias republicanas, y por delante del actual ocupante de la Casa Blanca.
Cuando se ha cumplido un año de la histórica sentencia Dobbs contra el derecho al aborto (lograda gracias a sus nombramientos de jueces del Tribunal Supremo), el acoso político-judicial al que está siendo sometido Trump ha movilizado en torno a él a la parte mayoritaria de la opinión pública republicana.
Y de esos se benefician los impulsores de Sound of Freedom. Tanto Ballard como Verástegui colaboraron con la Administración Trump como asesores, el primero en torno a su especialización delictiva, el segundo para el impulso de la comunidad hispana en Estados Unidos. Por su parte, Caviezel no dudó en participar en octubre de 2021 en el Double Down Por Dios y por la Patria, una organización afín al presidente, ante el cual pronunció un histórico discurso cargado de referencias cristianas.
Esto ha significado, por una parte, que Sound of Freedom entre en el circuito de 'lo que tienes que ver' en el ámbito conservador dispuesto a dar la batalla cultural (el grueso del votante republicano), y en el circuito de 'lo que no debes ver' en el ámbito progresista, que ha empezado a disparar con grueso calibre contra el film, calificándolo como conspiranoico. Esa propaganda contraria por parte de los medios sistémicos ha reforzado así el favor de un sector del público cada vez más aleccionado a forjar sus criterios en sentido exactamente contrario al que promueven las élites globalistas y sus antenas.
Con todo, aunque dicha polarización política ha favorecido a Sound of Freedom animando a un público entusiasta, lo que busca el film (concienciar y comprometer contra el tráfico de niños para explotación sexual y venta de órganos) es tan transversal y asumible que ha roto barreras ideológicas. Gracias a esta película se están movilizando en todo el mundo contra la trata de niños personalidades de procedencias muy diversas. Es el caso, en España, del cantante Alejandro Sanz:
6. El momento religioso óptimo
Esa transversalidad política también lo es religiosa. Caviezel y Verástegui son católicos, pero Ballard es mormón y en ámbitos evangélicos se le ha hecho al largometraje un gran recibimiento igualmente.
Y llega en un momento especialmente propicio por el reciente éxito -a otro nivel económico, pero de gran impacto en las tendencias- de Nefario [Nefarious], una película que revela el plan de Satanás para destruir al ser humano alejándolo de Dios. En cierto modo, Nefario ha preparado el espíritu del espectador para Sound of Freedom, porque el sufrimiento que vemos en el rostro de esos niños es el triunfo del que presume el demonio que en dicho film ha poseído al preso condenado a muerte.
Nadie mejor para explicarlo que Cristal Aparicio, la niña que interpretó a Rocío en el papel de una víctima de este comercio internacional. Cristal explica que durante el rodaje estuvieron siempre presentes un psicólogo y los padres de los jóvenes actores por si alguna escena les resultaba demasiado dura, dado lo delicado y escabroso del tema, y que los productores cambiaron cosas que podían traumatizarles.
Si fue así en una representación, lo más benévola, irreal y acompañada posible, ¿cómo será el impacto sobre los pequeños sometidos a ello varias veces al día durante años, hasta ser descartados por edad?
7. La oración
Por último, pero no lo menos importante, hay que recordar que productores, distribuidores y equipo artístico de Sound of Freedom han dado desde el principio una dimensión trascendental a esta película: los niños son hijos de Dios cuya "pureza e inocencia", dice Eduardo, hay que proteger. Y tanto Caviezel como Verástegui han sido muy explícitos e insistentes en pedir oraciones para su éxito.
Eduardo Verástegui, entrevistado por el padre Oswaldo Agudelo, un antiguo ejecutivo de televisión que, tras su conversión y vocación, fue ordenado sacerdote en 2017.
Pero no piden que se rece para su éxito comercial o artístico, sino para el cumplimiento de su misión: "Salvar una vida es mi Oscar", proclama Eduardo. Por eso, cuando supo que las propias circunstancias del rodaje habían propiciado inopinadamente un rescate de doscientos niños, lo tuvo claro y se lo dijo a Ballard: "La mano de Dios está aquí".