La Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid cumple 50 años. El pasado 2 de mayo recibió esta institución la Medalla de la Comunidad de Madrid precisamente por su papel pionero en el desarrollo del periodismo español.

En las celebraciones de esta efeméride recuerdan que la Reina Letizia estudió allí, hace 25 años, y que le han hecho alumna de Honor. También nos ha llegado que otros personajes populares también estudiaron allí, como el director de cine Alejandro Amenábar, que hizo allí la película ‘Tesis’, o Pepa Bueno, a quien han nombrado Alumna Ilustre junto a otros compañeros de profesión. 

Pero se pasa de puntillas o se oculta directamente el papel de personalidades y entidades católicas en el origen de esta institución. (ReL ya lo destacó al recordar el inicio de la Universidad Complutense -aquí- y de la Universidad Autónoma de Madrid -aquí). 

La propia web de la facultad lo deja bien claro: "La formación reglada referida a los estudios de Comunicación en sus distintas especialidades en España se remonta al año 1941, cuando se crea la Escuela Oficial de Periodismo, con sede en Madrid. Posteriormente, nacen el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (1947), el Instituto de Periodismo del Estudio General de Navarra (1958), la Escuela de Periodismo de la Iglesia (1960), el Instituto Nacional de Publicidad (1964) y la Escuela Oficial de Radio y Televisión (1967)". 

Ángel Benito Jaén, el cofundador y decano

Uno de los indiscutibles próceres de la Facultad fue el sevillano Ángel Benito Jaén (1928-2020)Era doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense.

Antonio Fontán, catedrático de Filología y numerario del Opus Dei, que luego sería el primer presidente del Senado,  incorporó a Ángel Benito Jaén como periodista a la revista La Actualidad Española, dejándole al frente de la misma en 1956 al irse como docente a la Universidad de Navarra (universidad de la Prelatura del Opus Dei). Ángel Benito Jaén llegó después, en 1958 a esa universidad para integrarse en la puesta en marcha del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra (1958-1971) que fue primer centro universitario europeo en integrar los estudios de periodismo.

Ángel fue, desde sus comienzos, su primer director y decano (1962-1971).​ También fue director de la revista Nuestro Tiempo, hasta 1972. En esa época desarrolló su "Teoría General de la Información’. Además, también participaría en la inauguración de la primera emisora universitaria española y segunda de Europa, tras la fundada por Emile Dovifat en Berlín en 1931. 

En 1971 se aprobó la ley que regulaba los estudios de Ciencias de la Información y consolidaba el periodismo como estudio universitario. Ángel Benito fue uno de los cofundadores de la naciente Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense (UCM), profesor en ella (1971-1977) y decano hasta su jubilación (1981-1990).

En 1979 obtuvo la primera cátedra de Ciencias de la Información en Barcelona, y al año siguiente se hizo con la cátedra de Teoría General de la Información en la UCM.​ En 1981 fue elegido decano de la facultad de ciencias de la información de la UCM por votación directa de profesores, empleados y alumnos de la Universidad. Durante ese tiempo comenzó su colaboración con Prensa Española a través del Máster de Periodismo ABC-UCM.

Sus aportaciones al desarrollo académico e institucional de las Ciencias de la Comunicación en España son ampliamente reconocidas. Sus apuntes sobre Teoría General de la Información fueron la biblia de muchos periodistas actuales. Entre sus obras destacan: Introducción a la Teoría General de la Información, Guadiana, Madrid, 1973; La comunicación social, G. Blanco, Madrid, 1978; La socialización del poder de informar, Pirámide, Madrid, 1978; Ecología de la comunicación de masas, Eudema, Madrid, 1988; Prólogos a la Comunicación. Treinta años de investigación de los medios en España, Ed. Complutense, Madrid, 1994; La invención de la actualidad, Fondo de Cultura Económico, Madrid-México DF, 1995; Diccionario de Periodismo, Acento Ed., Madrid, 2001.​ Se le considera el gran propagador en España de las teorías sobre comunicación de Marshall MacLuhan  (que también era católico). 

Alfonso Albalá, poeta, novelista y periodista

Otro importante promotor protagonista del desarrollo de los estudios universitarios de periodismo fue el escritor, poeta y periodista Alfonso Albalá Cortijo (1924-1973). De profundas y acendradas creencias católicas, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, donde se licenció en Filología Románica. Trabajó como periodista en los diarios Informaciones y Ya. Fue profesor de la Escuela de Periodismo de la Iglesia y de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense al crearse la misma.. Por eso, la primera promoción de esa Facultad llevó el nombre de "Promoción Alfonso Albalá". 

Albalá fue ante todo poeta, ámbito en el que fue autor de una serie de libros de acendrada religiosidad alternada con el canto y contemplación nostálgica del paisaje extremeño de la infancia, en unos casos, o del amor y la exaltación de la mujer. Su ‘Poesía Completa’ se publicó después de su muerte e incluyó los poemarios ‘Desde la lejanía’ (1949), ‘Umbral de armonía’ (1952) y ‘El friso’ (1966), y los escritos inéditos ‘Sonetos de la sed y otros poemas’ (1979), así como algunos villancicos y poesías sueltas y el texto en prosa ‘Notas para un ensayo sobre la armonía’.

Como novelista se centró en sus recuerdos infantiles y de adolescencia en el contexto de la Guerra Civil, con obras como ‘Los días del odio’. Como periodista colaboró asiduamente en diarios y revistas, como Extremadura, Pueblo, Ya, Informaciones, El Español, Correo Literario, Ágora y Espiritualidad Seglar, y publicó algunos estudios sobre el lenguaje periodístico de utilidad docente. Como ejemplo de su sensibilidad religiosa ofrecemos la siguiente poesía de su autoría:

ESTE VERSO QUE HUELLA MI GARGANTA…

Este verso que huella mi garganta,
esta voz que no es voz, esta voz muda,
larva de voz que mi garganta anuda,
¿por qué me hace llorar? ¿por qué no canta?

 ¿Por qué en mi corazón hoy no levanta
este verso su antena, y se denuda
de forma, y llena el pecho, y hace ruda
esta voz que a su paso se adelanta? 

Este verso sin voz, ni prisionero,
como brisa sin viento en la alameda,
verso del corazón, su carcelero,
punzante aguja de dolor, vereda
que lleva hacia el Señor, desde mi otero,
¿por qué se apaga y a mis voces veda?

Sonetos de la sed y otros poemas, 1979 (póstumo).

Ángel Herrera Oria: pionero de la formación de periodistas

Otro claro antecesor de la Facultad de Ciencias de la Información, como indica la web de la misma, fue el Instituto de Periodismo de la Iglesia, creado por Ángel Herrera Oria en 1960 para formar a los mejores periodistas para hacer los mejores periódicos.

Ya antes de la guerra civil, Herrera Oria había fundado en 1926 la Escuela de Periodismo El Debate , el primer centro de formación para periodistas de la historia de España.

En el Instituto de Periodismo de la Iglesia se formaron, de 1960 a 1971, figuras del periodismo como José Hervás, María Dolores de Asís Garrote, Rafael Ortega Benito, Fernando González Urbaneja, Lalo Azcona, Antonio Alférez o Manuel Campo Vidal, que aprendieron a hacer un periodismo en un ambiente de apertura y de tolerancia, respetando los argumentos de los otros y aceptando las críticas siempre que estuvieran respaldadas por un razonamiento serio contundente.

Cuentan quienes fueron alumnos o colaboradores de Ángel Herrera, que era capaz de romper delante de un redactor un artículo detrás de otro hasta que se llegaba a la perfección, o su enérgico rechazo a la censura y a que fuese sólo el Estado el que formase a los periodistas. Apoyaba el acceso de la mujer al periodismo para infundir “el genio femenino”, algo que sin duda logró. Impulsor y primer presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Ángel Herrera Oria llegó a ser cardenal de la Iglesia Católica.

Dice Fernando Bonete en un magnífico artículo: "Los Propagandistas…dignificaron un oficio que hasta entonces se había tenido en muy baja concepción, ejercido por arribistas de paso hacia la política, literatos sin blanca o personas en busca perpetua de sentido, cuyo ejercicio no exigía ni admitía una sólida formación académica, porque el periodista no “se hace”, si acaso “se nace”’.