El Instituto de Química Física ‘Rocasolano’ (IQFR) cumple 75 años y dio continuidad al Instituto de Química-Física construido en plena Edad de Plata durante la Dictadura de Primo de Rivera gracias en parte a la Fundación Rockefeller, que ya entonces buscaba fomentar la sanidad de las naciones originarias de inmigración a sus tierras, y que repetiría subvenciones bajo el gobierno de Franco.
Pero comencemos por el nombre, ¿a quién hace referencia? ¿qué significa eso de llamarlo ‘El Roca? Pues hace referencia al nombre que recibió en el momento de su fundación en honor a Antonio de Gregorio Rocasolano (1873-1941), químico español profundamente católico que nació y murió en Zaragoza, donde además desarrolló toda su actividad docente y científica.
Fue vicepresidente fundador del CSIC. El profesor Rocasolano cursó estudios de bachillerato en su ciudad natal, donde además se licenció en la Facultad de Ciencias en 1892, doctorándose en 1897 en la Sección de Física y Química de la Central de Madrid.
Tras una estancia en el Instituto Agronómico de París para estudiar microbiología y fermentación con el insigne Emile Duclaux, se doctoró por la Universidad de Madrid en 1987, siendo inmediatamente nombrado profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias de Zaragoza. En 1902 consiguió por oposición la cátedra de química general de la Universidad de Barcelona, que permutó por la de Zaragoza al año siguiente. Sus investigaciones sobre química agrícola y coloides le llevaron a ser considerado un científico de relieve internacional.
Debido a su talento científico y a su fuerte aragonesismo, Don Antonio fundó con otros científicos de la época la Academia de Ciencias Físicas, Químicas y Naturales de Zaragoza, de la que sería presidente durante el periodo 1922-1932. Además creó en la Universidad de Zaragoza, de la que llegaría a ser vicerrector en 1921 y rector en 1929, el laboratorio de Investigaciones Bioquímicas de la Facultad de Ciencias, que el mismísimo Albert Einstein visitaría en su famoso viaje a España en 1923.
En relación a su fe, existen citas directas de la misma, escritas por el Padre Tomás López en 1941, que dicen que Antonio de Gregorio Rocasolano “siendo Vicerrector de la Universidad de Zaragoza, y delegado regio de la Confederación Hidrográfica del Ebro, hacía ejercicios espirituales en el monasterio de la Veruela, comenzándolo a hacer en torno a 1929-30. Hacía en cinco días los Ejercicios de san Ignacio, solo, en habitación pobre, humilde cama, sobria comida, cinco meditaciones diarias, misa, lectura espiritual y paseando por el jardín con el director de Ejercicios para recibir instrucciones sobre las meditaciones hechas… “.
Además, estas referencias añadían igualmente que en la Semana Santa de 1940 “hizo los ejercicios ya enfermo, y meditando sobre la muerte comentaba hacerlo ‘por si había errado en algo’. Meditaba de manera muy religiosa sobre el momento de la muerte, recordando con especial devoción la de su padre: ‘nos llamó, se despidió de nosotros y añadió: Ya lo he hecho todo; vosotros seguid el camino que os he enseñado. Adiós hijos, y ahora a morir. Y cogiendo el crucifijo se lo puso en los labios, y así estuvo hasta expirar’…
Sus creencias católicas se ponen de manifiesto de modo sobresaliente en el libro De la vida a la muerte, en cuyo prólogo comenta: “Al estudiar el desarrollo de la vida y el tránsito de la vida a la muerte, surge el impulso religioso que no puede disimularse cuando se medita sobre estas ideas. Es cierto que esta inclinación religiosa origina algunas concepciones fantásticas; pero quien se oriente tomando como guía la Revelación y las enseñanzas del Creador, que quiso hacerse hombre para que pudiéramos comprenderle, queda libre de fantasías inútiles y de vacilaciones perturbadoras de la serenidad espiritual que precisa para interpretar los hechos experimentales que aparecen en el Laboratorio de Química cuando se estudian sin pasión estos problemas biológicos".
Y continuaba así: "En el momento actual los eclecticismos doctrinales, las medias tintas, han desaparecido, y en el continuo batallar que es la vida del hombre sobre la tierra, sólo quedan en pie, cual gladiadores en plena lucha, la tradición espiritualista de la Iglesia Católica, con toda su fecundidad, difundiendo por el mundo el amor a Dios y al prójimo que enaltece la vida y nos prepara otra mejor, y el materialismo ateo bárbaramente lógico cuando actúa, porque si para el hombre, como para las fieras, no hay más vida que la presente, debe vivir como mejor pueda, aunque para conseguirlo tenga que atropellar todo usando de armas traidoras para derribar eso que sus sabios dirigentes llaman convencionalismos crueles: Religión, Patria, Familia; es decir, cuanto constituye el firme cimiento de la civilización cristiana”.
Teresiana y doctora en Químicas en 1942
En cuanto a las importantes científicas católicas que hicieron su carrera en el IQFR, comenzaré por María Gómez Astudillo (1895-1985), que nació en Zamora y falleció en Madrid. Fue Religiosa Teresiana. En Zamora estudió hasta lograr el título de Maestra en 1916 con Premio Extraordinario. Tras obtener el premio extraordinario de Licenciatura en Químicas por la Universidad de Madrid (1941) y el título de Doctora en Ciencias Químicas (1942) alternó la función investigadora en el CSIC con innumerables especializaciones en diversos países, entre otros, Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica y Suiza.
Al mismo tiempo mantuvo una presencia cualificada en frecuentes congresos y encuentros nacionales e internacionales a los que aportaba sus comunicaciones sobre Química Orgánica e Inorgánica, Radioquímica y Radiobiología y otros temas investigados con su equipo o dirigidos por ella, que publicó en revistas científicas como Anales de Física y Química, Archivos de Farmacología y Toxicología, Real Sociedad Española de Física y Química, Revista Eidos, y sobre todo las publicadas por el IQFR de Química Física del CSIC del que formaba parte como responsable del Laboratorio de Radio Biología.
Participó activamente en la propuesta educativa de San Pedro Poveda Castroverde en la Institución Teresiana en diversas ciudades de España y América del Sur. Fue ella junto con Emma Álvarez, médico y compañera de la Institución, quienes hallaron el cadáver de este santo pedagogo asesinado en 1936 en el Cementerio del Este de Madrid.
Otras científicas católicas del Rocasolano
De Mª Josefa Molera Mayo (Isaba, Navarra,1921- Madrid, 2011), que fue Profesora de Investigación del CSIC, desarrollando la mayor parte de su actividad científica en el Instituto de Química-Física “Rocasolano” (IQFR) de Madrid, como química experta en cinetoquímica y técnicas cromatográficas, por lo que se la considera una pionera de la cromatografía española, ya hablamos aquí en ReL. Trabajó con dos premios Nobel, y fue capaz de conciliar vida familiar y trabajo, cuidando de su madre y sus tres hijos. Formó a científicos y miembros destacados de la industria química española del siglo XX y XXI.
La madrileña Sagrario Martínez Carrera (1925-2011) fue una importante científica, recordada en el acto ‘Homenaje a las científicas pioneras del CSIC’ que, con motivo del 80 aniversario de su fundación, dicha institución científica celebró en 2019.
Sagrario, al igual que otras muchas científicas pioneras del CSIC tales como Concha Llaguno , Gabriela Morreale, Juana Bellanato etc., etc., etc., fueron católicas practicantes convencidas. De Sagrario lo dicen tanto sus compañeros de trabajo como su familia, añadiendo además esta última los desvelos de Sagrario porque todos permanecieran en la Iglesia. Puedes conocer mejor su historia en este reportaje que publicamos en ReL.