Una conocida marca española de leche anuncia en su envase que el tapón con el que se cierra está hecho de caña de azúcar.
Es curioso: hace no tanto tiempo semejante información sólo habría producido en uno una sana sensación de jolgorio y hasta de orgullo: ¡qué original, qué divertido, qué maravilla el talento del ser humano, hasta dónde es capaz de llegar su ingenio en el ejercicio de su legítimo derecho a dominar la tierra y servirse de los beneficios que ésta puede producirle!
Hoy todos sabemos reconocer la sutilidad del mensaje: una nueva lección del Big Brother1 al ciudadano sobre el comportamiento depredador con el que éste se conduce frente a la naturaleza. “Hemos tenido que hacer el tapón de caña de azúcar para que Vd., ciudadano prepotente y devastador, feroz e insaciable esquilmador de los recursos que nos proporciona la Pacha Mama, deje de consumir los nocivos plásticos fabricados a partir de combustibles fósiles con los que agrde Vd. a diario al Santo Planeta del que se ha constituido Vd. en auténtica plaga a erradicar”.
En definitiva, y en muy poquitas palabras (como le gusta expresarse al Big Brother, mensajes cortos, facilones, sin mayor adorno ni explicación): “plástico malo, fascista, de derechas; caña de azúcar buena, progresista, de izquierdas”.
“¿Qué por qué? ¿Pero quién se ha creído Vd., urbanita mequetrefe, votante de pacotilla, contribuyente imprescindible, para pedirme explicaciones a mí, que soy el Big Brother? Porque lo digo yo, y basta. Y ojito con preguntar ¿ein? ¿O voy a tener que recordarle a Vd. la cantidad de pedos que se tiene que tirar una vaca para que se tome Vd. un simple café con leche?”.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
1 Por cierto, “el hermano mayor” en español, no el “Gran Hermano” como los catetos que nos gobiernan lo han traducido a nuestra lengua.
©L.A.
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