2.130 mártires de la persecución religiosa. Un seglar para la Archidiócesis de Barcelona y un sacerdote para la diócesis de Tarrasa
Este sábado, 13 de abril, durante la audiencia concedida al prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, el Sumo Pontífice ha autorizado a que dicho Dicasterio promulgue dos nuevas causas martiriales: las de los siervos de Dios CAYETANO CLAUSELLAS BALLVÉ, sacerdote diocesano, nacido el 5 de agosto de 1863 en Sabadell (España) y asesinado por odio a la fe el 15 de agosto de 1936 en la localidad de Matadepera; y ANTONIO TORT REIXACHS, laico y padre de familia, nacido en Monistrol de Montserrat (Barcelona) el 28 de mayo de 1895 y asesinado por odio a la fe en la noche del 3 al 4 de diciembre de 1936 en Montcada (Barcelona).
Para la biografía de Antonio Tort el excelente artículo de Carmelo López-Arias:
La obra de Fernando Gómez Catón, La Iglesia de los mártires, publicada en dos tomos, en 1989, fue ilustrada -en su portada- con un cuadro de los mártires de Montcada que pintó él mismo, como ya explicamos: Montcada del Obispo - ReL (religionenlibertad.com)
El próximo beato, aparece en el recuadro, junto al Obispo mártir de Barcelona, monseñor Manuel Irurita, de pie, el segundo por la derecha. Abajo, el cuadro completo:
MOSEN CLAUSELLAS, UN HOMBRE CANONIZABLE EN VIDA
En la página 206, del tomo segundo, Gómez Catón nos explica:
«Sin embargo, ¿cómo no traer aquí el recuerdo de mosén Clausellas del cual afirma el autor de Grandeza cristiana de España [Luis Carreras i Mas, Grandeza cristiana de España. Notas sobre la persecución religiosa, (Les Frères Douladoure, Toulouse, 1938), página 135], que le conocía bien (los dos eran naturales de Sabadell): “era un hombre canonizable en vida”?
Mosén Clausellas contrasta con las dos figuras de los doctores Samsó y Guardiet, pues su único doctorado, como los de san José Oriol o el cura de Ars, fue su entrega humilde más solicita al alivio y compañía de la ancianidad desvalida, en el Asilo de Ancianos Desamparados, casa solariega que para este fin les había donado el Dr. Sardá y Salvany, a quien nuestro santo asistió en su lecho de muerte».
[¡Menudas figuras sacerdotales las mencionadas por Gómez Catón! De izquierda a derecha: el beato José Samsó i Elias, párroco de Santa María de Mataró, que fue beatificado el 23 de enero de 2010; el beato José Guardiet i Pujol, párroco de San Pedro de Rubí, que fue beatificado el 13 de octubre de 2013. Ambos mártires de la persecución religiosa. El tercero es el Dr. Félix Sardá y Salvany famoso por su obra El liberalismo es pecado].
MOSEN CLAUSELLAS, UN HOMBRE CANONIZABLE EN VIDA
En la página 206, del tomo segundo, Gómez Catón nos explica:
«Sin embargo, ¿cómo no traer aquí el recuerdo de mosén Clausellas del cual afirma el autor de Grandeza cristiana de España [Luis Carreras i Mas, Grandeza cristiana de España. Notas sobre la persecución religiosa, (Les Frères Douladoure, Toulouse, 1938), página 135], que le conocía bien (los dos eran naturales de Sabadell): “era un hombre canonizable en vida”?
Mosén Clausellas contrasta con las dos figuras de los doctores Samsó y Guardiet, pues su único doctorado, como los de san José Oriol o el cura de Ars, fue su entrega humilde más solicita al alivio y compañía de la ancianidad desvalida, en el Asilo de Ancianos Desamparados, casa solariega que para este fin les había donado el Dr. Sardá y Salvany, a quien nuestro santo asistió en su lecho de muerte».
El reverendo Cayetano Clauselles y Ballvé sucesor del Dr. Sardá, por gestión del Dr. Carreras en 1916, fue vicario de Sabadell y se hizo cargo de las Hermanitas de los Ancianos, como capellán de la comunidad. Figura ascética, en el porte, palabra, lecturas -no leía la prensa, sino el Kempis, el P. Granada y las vidas de los santos-; su falta de conversación que fuera con sus ancianos, a los que volcaba un corazón de extraordinaria dulzura, su dedicación al confesionario -llegó a ser el confesor de la mayoría de los conventos de Sabadell-; su franciscanismo, amor a la infancia, caridad y solicitud por los enfermos; sus concisas exhortaciones monosilábicas dirigidas al hondo del alma; su andar solitario por la ciudad, siempre recogido, fueron la aureola resplandeciente que los sabadellenses contemplaban día a día, durante muchos años, al cabo de los cuales, llegó a ser un anciano más entre sus ancianitos, su más verdadera familia.
Al llegar la persecución, también llegó su hora. De él había dicho el Obispo mártir, el siervo de Dios Manuel Irurita, que era un “verdadero predestinado”. Comenta un biógrafo muy acertadamente que su muerte no trunca la vida de este sacerdote pues corona su obra, como el más digno final premio extraordinario de aquel doctorado de caridad. Los acontecimientos no modificaron un ápice sus horarios y costumbres. Solamente reservó el Santísimo de toda profanación. Impresiona su indiferencia ante el peligro. Se resistió a desprenderse de su sotana, hasta que se le hizo ver las consecuencias graves para las religiosas y para el mismo Asilo.
La comunidad de Hermanitas fue sustituida por enfermeras y se tapió la comunicación del Asilo con su casa, pero mosén Clausellas era un anciano más. El 28 de julio de 1939, cuando uno de los asilados tuvo un desvanecimiento y cayó al suelo, el sacerdote se denunció a sí mismo “por su dulce atención y evidente bondad”, mientras sus labios murmuraban una oración. Las enfermeras se extrañaron.
- ¿Quién es este?
-Un señor retirado que vive en el Asilo, contestó una hermanita.
La enfermera clavó los ojos en él y exclamó:
-Aixó es un capellà! Aixó nomes pot fer-ho un capellà (Este es un sacerdote. Esto nada más puede hacerlo un sacerdote).
A partir de aquí, el peligro se hizo palpable. Recibe muchos avisos y recomendaciones para que se ponga a salvo: la Superiora, varios amigos. Pasaban los días y mosén Clausellas continuó al margen del odio cumpliendo su deber.
El 5 de agosto, le visita el padre de una de las religiosas, llamada sor Rosa. Como una fruta madura, no disimula su íntima aspiración. Al saludarle el padre de la religiosa, le dice:
-Aún estamos vivos porque no nos han matado.
Y él contestó:
-Sí, esperando que llegue la hora. Aquí han venido muchos para que me esconda; pero no quiero dar ningún malentendido. ¡Dichosos su fuéramos dignos del martirio! Hice todo el bien que pude. No sé que haya hecho daño a nadie. Aquí me quedo. Hágase su voluntad.
El 13 de agosto de 1936 unos milicianos hicieron un registro. El archivero municipal Dr. Carreres, ante la alarma, llegó al alcalde Moix. El 14, por la tarde, el coche fantasma con sus milicianos, le sacan de su oración y los recibe afablemente:
-A qué veniu, minyons? (a qué venís, jóvenes).
Si el alcalde estaba en antecedentes o no, llegado este momento, no está al parecer probado, aunque llamó a un control para detener el coche, pero este salió por otro con paso franco: en lugar de la carretera de Castellar, se dirigió hacia Matadepera. Un testigo vio el vehículo maniobrar sospechosamente en sentido contrario, por el camino de la “Font de la botella”, se detuvo cerca de Can Argelaguer, oyó varios disparos y las palabras:
-Ja ès mort, ja ès mort (ya está muerto, ya está muerto).
Aquella noche, sor Rosa oyó este comentario de uno de los asesinos a quien un compinche recriminaba el crimen:
-Ho he fet, i ho faré tantas vegades com es presenti; i el mateix faré amb la Superiora i amb les altres d´aquesta casa (Lo he hecho, y lo haré tantas veces como tenga oportunidad; y lo mismo haré con la superiora y las otras de esta casa).
[Camilo Fàbregas Dalmau, en 1956, en el km. 3 de la carretera de Matadepera, construye este monolito con una cruz latina incisa en la cara frontal, con la siguiente inscripción: “Aquí abrazó la palma del martirio al padre de los pobres mosén Cayetano Clausellas Ballvé. XIV-VIII-MCMXXXVI”. Encima del texto se añadió un medallón de bronce con el retrato en medio relieve de mosén Gaietà. El padrón de mosén Gaietà tuvo un precedente, más pequeño, inaugurado el 4 de diciembre de 1941 y que se sustituyó por el actual en 1956. En 1973 se añadió el medallón de bronce, obra de Camilo Fàbregas, que muestra el busto del clérigo. En 2004 se rehízo la plaza donde se encontraba el monolito].
SU VIDA
Cayetano nació en Sabadell el 28 de agosto de 1863. Fue alumno de los escolapios de Sabadell, y a los 13 años ingresó en el Seminario Conciliar de Barcelona. Desarrollo brillantemente su carrera sacerdotal, distinguiéndose por su carácter dócil y obediente. Él mismo fue pagándose los estudios, trabajando de criado en una casa acomodada de la capital.
En junio de 1888 fue ordenado sacerdote y cantó su primera misa en la parroquia de la Purísima Concepción de Sabadell.
Fue nombrado vicario de las parroquias de Olesa de Montserrat, Villanueva y Geltrú y de la arciprestal de San Félix de Sabadell, siempre a las órdenes del párroco, mosén José Alsina, que le apreciaba como un hermano.
Al fallecimiento de Mn. José Alsina, abandonó su carrera parroquial, para, como beneficiado de la misma parroquia de San Félix, cuidarse del cementerio y funeraria y dedicarse al cuidado de los pobres y enfermos, para los que sentía verdadera vocación.
Fue casi durante toda su juventud hijo espiritual del Dr. Félix Sardá y Salvany (1841-1916). Durante la larga enfermedad del gran apologista le sustituyó en la dirección espiritual del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que el Dr. Sardá había fundado, desprendiéndose de todos sus bienes materiales.
Al fallecimiento de este, acaecido en 1916, se quedó como capellán del citado Asilo. Durante 20 años consecutivos estuvo al cuidado de los pobres y Hermanitas del Asilo, a los que amaba como un verdadero padre.
Fue además director de la Orden Tercera de San Francisco y socio honorario de las Conferencias de San Vicente de Paúl, a cuyas reuniones nunca falló.
Los dones, la gracia, las aptitudes y la vocación de Mn. Cayetano le hacían un hombre diferente de los demás.
El martirio como ya hemos narrado fue el 14 de agosto de 1936. Décadas después, el 17 de junio de 1957, sus restos mortales fueron llevados a la capilla de Nuestra Señora de Montserrat, en la parroquia de San Félix de Sabadell (Barcelona). Bajo estás líneas, la procesión de aquel día. Y la lápida que fue colocada en su memoria.