Y Vds. me dirán, ¿cuál es ese pacto, Antequera? Alemania estaba aliada con Italia y con Japón; y la URSS, por su parte, lo estaba con Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
Y sí, efectivamente eso es lo que nos han contado reiteradamente en la escuela, a eso queda reducido el entero desarrollo de la Segunda Guerra Mundial… Pero no, amigo lector, eso no fue así… Es más, no es que no fuera exactamente así, es que no fue ni remotamente así.
La Segunda Guerra Mundial arranca con una alianza de Alemania con Italia mediante el llamado Pacto de Acero de 22 de mayo de 1939, alianza que se ampliará el 27 de septiembre de 1940 a Japón mediante el llamado Pacto Tripartito.
Y con otra alianza estratégica de Alemania no menos importante, ésta con la Unión Soviética, la firmada en Moscú el 23 de agosto de 1939, es decir, sólo 93 días después de firmar Alemania su pacto con Italia, ¡y nada menos que un año y un mes antes del que firma con Japón!
El Reino Unido, por su parte, no tiene más alianza que la firmada con una Francia que se ha rendido incondicionalmente a Alemania (y que de hecho para a ser su aliada), e intenta desesperadamente firmar algún tipo de pacto tanto con la Unión Soviética, -que se niega repetidas veces (se conocen los reiterados requerimientos que Churchill hizo a Stalin en este sentido)-, y/o con los Estados Unidos del presidente Roosevelt, que no quiere ni oír hablar del tema hasta que se produzcan elecciones en el país, dada la impopularidad de la intervención entre los electores yankees, elecciones que acontecen a finales de 1940.
Celebradas las mismas, aún demorará casi un entero año la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, la cual no se produce hasta que el 11 de diciembre de 1941 se produce el supuesto “ataque sorpresa” de los japoneses a la base norteamericana de Pearl Harbor, acompañada de la declaración de guerra alemana a los Estados Unidos cuatro días después.
Lo que quiere decir que durante 832 días, es decir dos años y tres meses, el Reino Unido, con Winston Churchill a la cabeza, estuvo haciendo frente al esfuerzo de guerra ¡en absoluta soledad! No sólo contra Alemania y todos sus aliados, -¡entre los cuales la Unión Soviética!-, sino contra los muchos que en su propia casa no eran favorables al enfrentamiento con los nazis o incluso sentían algún tipo de simpatía hacia ellos. Eso que le debe el mundo al empecinamiento y coraje del tozudo y orondo premier británico del puro habano y la copa de cognac.
A la alianza entre los nazis alemanes y los comunistas soviéticos firmada el 23 de agosto de 1939, la historiografía la conoce “amablemente” como Pacto Molotov-Von Ribbentropp, como si fuera producto de las "ocurrencias" de dos amiguetes con nombres de circo elegidos para la farsa, en el que es el único caso que yo conozca de una alianza militar llamada por el apellido de dos ministros de Asuntos Exteriores, porque normalmente las alianzas se conocen por el nombre de los países que las firman. Lo que ya nos está dando una pista de por dónde van los tiros (nunca mejor dicho, porque tiros habrá y muchos, como vamos a tener ocasión de ver).
No se va a tratar, como todavía al día de hoy se nos quiere hacer creer, de un “pacto de no agresión” entre nazis y comunistas -que ya sería, per se, bastante sorprendente-, no, sino que se va a tratar de una alianza militar en toda regla, por la que sus firmantes no sólo se prometen mutua seguridad, sino que se repartirán, como es bien notorio y conocido, todo un país... y no un paisete cualquiera, sino uno de la entidad político-territorial de todo un Polonia. La Unión Soviética conseguirá, además, que Alemania reconozca la legitimidad de sus pretensiones sobre un amplísimo área de influencia que se extiende por Finlandia, Estonia, Letonia, Besarabia y Lituania. Como pacto de no agresión no está mal, ¿no les parece?
Por si todo ello no fuera suficiente y efectivamente estuviéramos hablando de una alianza en toda regla entre la Alemania nacional-socialista de Adolf Hitler y la Unión Soviética comunista de Iosif Vissaronovich Dzhugashvili "Stalin", la llamen como la llamen, dicha alianza será todavía más preciada y estimada por la Unión Soviética, -cuyo líder supremo se personará en su firma como garante-, que por Alemania, cuyo endiosado jefe ni se digna presentarse.
El proceso militar desencadenado por la alianza estratégica será de un cinismo maravilloso. Primero, la Alemania nacional socialista organiza lo que en el argot militar se conoce como “una acción de falsa bandera”, consistente, en este caso, en un supuesto y falsificado atentado polaco contra una estación de radio alemana. Es el llamado “Incidente de Gliwice” (“Überfall auf den Sender Gleiwitz” en alemán) de 31 de agosto de 1939, un ataque que, en realidad, se autoinfligirán los alemanes, y que conocemos en detalle gracias a la declaración de Erwin von Lahousen, encargado de llevarla a cabo, en Nuremberg, donde participará en calidad de testigo, sin recibir condena. Von Lahousen, de hecho, había participado en la Operación Walkiria (pinche aquí si desea conocer mejor la Operación Walkiria), el atentado contra Hitler que más cerca estuvo de alcanzar su objetivo, la eliminación física del tirano, aunque como todos los demás también fracase.
Al mismísimo día siguiente del Incidente de Gliwice, el 1 de septiembre de 1939, Alemania entra en Polonia. El 17 de septiembre, es decir, sólo dieciséis días después, so pretexto de garantizar el orden y particularmente la seguridad de ucranianos y bielorrusos ante los sucesos acaecidos, es la Unión Soviética la que lo hace. Una operación redonda.
El 6 de octubre, tras una resistencia heroica frente semejante coalición de ogros, Polonia se rinde tanto ante Alemania como ante Rusia, en lo que con toda claridad ha sido una operación conjunta perfectamente coordinada entre dos estrechísimos aliados. ¿De verdad se puede llamar al ya de por sí mal llamado Pacto Molotov-Von Ribbentropp, un simple pacto de no agresión?
La alianza estratégica germano-sovietica, o mejor todavía, nazi-comunista, va a durar hasta que el día 22 de junio de 1941 conoce su final. ¿Porque la denuncia, quizás, la Unión Soviética, escandalizada por los excesos nacional-socialistas en Europa occidental, o por la persecución bien avanzada ya de judíos en toda Europa, y particularmente en la Polonia que ambas potencias se han repartido? ¡Ni en broma! Sino porque es Alemania la que ¡unilateralmente, y sin previa declaración de guerra!, lanza la llamada Operación Barbarroja, que no pretende otra cosa que la completa invasión de la Unión Soviética.
Es decir, que la alianza estratégica de reparto de áreas de influencia entre la Alemania nazi hitleriana y la Unión soviética comunista stalinista ha durado exactamente 668 días, es decir, prácticamente dos enteros años.
Y después de haber estado 668 días lealmente y fidelísimamente aliados a los nacionalsocialistas, cosa que sólo hicieron por propia voluntad otros dos países en el mundo, Italia y Japón, y ninguno con los frutos que obtuvo la Unión Soviética, aunque luego los frutos se tornaran hieles, ¿pueden los comunistas ir obsequiando a todo el mundo con el epíteto de “fascistas”? ¿Pero de verdad no va a haber nadie en el planeta que le saque los colores a estos comunistas sinvergüenzas por su absoluta y completa falta de pudor y de decencia?
Hasta que eso ocurra, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB