En las peregrinaciones de Nuestra Señora de la Cristiandad, una nota común “es la devoción mariana como fuente de la cristianización de la sociedad: todos, franceses, españoles y argentinos, somos herederos de la civilización cristiana”, afirma Nicolás Stier, uno de los principales organizadores de la Peregrinación en la Argentina.
Junto a otros doce, Nicolás formó parte de la primera de ellas. En 2020 cumplieron diez años. La Peregrinación en 2022 se llevará a cabo entre el 13 y el 15 de agosto. Su punto de partida es el pueblo bonaerense de Rawson y su meta la Basílica de Nuestra Señora de Luján.
-En la actualidad, pareciera que no suena muy “políticamente correcto” hablar, y todavía menos procurar, el restablecimiento del orden social cristiano. ¿Cómo se explica, entonces, que la peregrinación en la Argentina se haya enfocado en este punto?
-La idea de restablecimiento del orden social cristiano no es por hacernos los “rebeldes sin causa” sino por una convicción. Lo cierto es que no es esta una iniciativa llevada a cabo pensando en el qué dirán. Lo que sabemos es que para salvarnos es necesaria la Gracia de Dios, y todas nuestras acciones humanas, es decir en cuanto creatura racional, deben orientarse al fin último que es Dios, al reencuentro con el Creador. Y las acciones humanas sociales deben estar también iluminadas y redimidas por la Gracia para que ellas también sean vehículo hacia la Patria Celestial. Y eso se ha perdido en buena medida, o casi totalmente. Y nos proponemos ser colaboradores en su restablecimiento.
Nicolás Stier.
-¿Por qué llaman la atención sobre la penitencia para lograr el restablecimiento del orden social cristiano?
-Nuestro Señor nos exhorta a tomar nuestra cruz y nos conforta diciendo que su yugo es suave y su carga ligera. El sufrimiento en esta vida es inevitable; la cuestión es darle sentido sobrenatural. No se trata de un masoquismo sino de la lucha de la que habla San Pablo por la cual “queremos lo que no hacemos y hacemos lo que no queremos”. Es una lucha espiritual e interior contra nuestras malas tendencias, consecuencia del pecado original, que nos desvían del fin último. Y también contra el espíritu del mundo, del cual el mismo Cristo nos pone en guardia y contra el maligno al cual el mismo Salvador nos enseñó a vencer en Su retiro al desierto.
»Ya desde el Antiguo Testamento el ayuno y la penitencia han formado parte de la purificación del hombre para acercarse a Dios. Y en este sentido, la Peregrinación expresa muy bien los sacrificios que se realizan como síntesis de nuestra vida que es Peregrinación a la Vida eterna.
-¿Por qué Nuestra Señora de la Cristiandad ha elegido la celebración tradicional romana de la Santa Misa?
-La Misa es el mismísimo Sacrificio de la Cruz, el mismo Sacerdote y la misma Víctima, renovado incruentamente sobre nuestros altares. Nada hay más maravilloso, ni aún toda la Creación junta, que una sola Transubstanciación. Estrictamente no ha sido siempre lo más frecuente entre los cristianos, por lo menos no con el acceso diario que podría decirse que tenemos hoy en día, aunque sí lo más importante. Ciertamente, la Misa es el Cielo en la tierra, y nada más cercano a la vida eterna donde participaremos eternamente del Banquete celestial, de las Bodas del Cordero.
»Por eso muy acertadamente dice el último de los Concilios, el Vaticano II, que la Misa es “fuente y culmen de toda la vida cristiana”. Y San Pío X también dijo algo muy similar. Pero bueno, yendo un poco a su pregunta, elegimos esta misa porque para nosotros, cristianos de rito latino, es la misa romana que se remonta a tiempos apostólicos; el vehículo principal a través del cual se ha transmitido la fe. Además, en nuestro caso, es la misa de la Evangelización de América. Y hoy en día, en un mundo neo-pagano, que vive en el vértigo, nada mejor que su majestuosidad, su precisión teológica y sus silencios. Todo en ella rebosa sacralidad: todo el hombre es elevado a Dios.
-La Peregrinación ya cumplió más de diez años. ¿Cómo fueron los comienzos? ¿No sienten algo de asombro a la vista de lo que hoy se ha convertido?
-La tentación es pensar que la Peregrinación es nuestra. Y la Pere, como coloquialmente le decimos, es una gracia de Dios. Y si Él ha querido que siga es porque quiere que honremos a su Madre de esta forma. El crecimiento numérico es llamativo sin duda, máxime teniendo en cuenta que en la primera fueron trece y hoy son más de mil.
»Pero ciertamente nos señala que hay una gran sed de Dios y nos compromete a seguir mejorando no solo espiritualmente sino también organizativamente día a día. La Peregrinación dura tres días pero se prepara con toda su logística durante todo el año en todas sus diferentes áreas. Son muchos los voluntarios que la hacen posible.
-En Francia y en España también se organizan otras peregrinaciones de Nuestra Señora de la Cristiandad. ¿Qué características especiales tiene en la Argentina?
-La de Francia fue claramente la que nos inspiró, la de España es más reciente y ha tenido un crecimiento exponencial. Hay algo en común en todas ellas que es la devoción mariana como fuente de la cristianización de la sociedad. Todos, franceses, españoles y argentinos, somos herederos de la civilización cristiana. Pero la Virgen, precisamente por ser católica, es francesa en Chartres, española en Covadonga y nuestra querida Virgen de Luján en Argentina.
»Acá surcamos caminando la pampa, hasta llegar al lugar que Ella eligió para quedarse y venerarla allí. El milagro de Luján es un milagro silencioso, humilde; pero “terco” o tenaz: la Virgen no se quiso ir de allí, por lo tanto ¡a Luján vamos! Durante la marcha en cada país se cantan los cantos litúrgicos que tenemos en común por tener la misma liturgia, pero también cantos populares de cada lugar. Es lo maravilloso de nuestra Fe: celebramos la misma misa, pero eso no borra la idiosincrasia de cada pueblo.
-Ante el estado actual de la Patria Argentina ¿cuál es el mensaje de los organizadores y los participantes de la peregrinación?
-A veces somos impacientes y rezamos para que baje un ángel del cielo y ponga las cosas en orden. Pero no es así como actúa Dios necesariamente. Él quiere valerse de nosotros, pecadores, para expandir su Reino. Y lo cierto es que pretender restaurar la Patria católica sin purificar nuestros corazones es absurdo. Y eso es lo que hacemos en Nuestra Señora de la Cristiandad: empezamos por nosotros mismos para llegar a toda la sociedad. Sin la centralidad del culto a Dios, nunca lograremos una cultura cristiana en nuestra patria.