¿Quién defiende qué?
Vuelco insólito en la actitud ante el aborto de los candidatos a la presidencia de Brasil
De acusar de "estar a favor de matar niñitos", a acusada de haberse practicado un aborto en la juventud.
El 31 de octubre se dirimirá la presidencia de Brasil en la segunda vuelta de unas elecciones cuyo primer resultado fue claramente favorable a Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores. La ex guerrillera apoyada por Luiz Inácio Lula da Silva sacó trece puntos de ventaja a José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, en la primera vuelta del 3 de octubre, pero desde entonces las distancias se han reducido.
Algunas encuestas hablan de ocho puntos y otras de seis, y la cuestión del aborto se ha convertido en capital. La sociedad brasileña, mayoritariamente pro vida, rechazaba las posiciones proabortistas de Rousseff, que ha tenido que moderar su mensaje para tapar ese agujero de votos. De hecho, este viernes se comprometió solemnemente a no flexibilizar la actual normativa: «Si resulto elegida presidenta no promoveré ninguna iniciativa para reformar puntos de dicha legislación ni de otros temas concernientes a la familia», dijo, además de asegurar que no emprenderá proyectos que «ofendan a la familia».
Su opositor, Serra, la había acusado recientemente de un cambio oportunista en su posición al respecto, así como en sus opiniones sobre Dios.
Pero las cosas se complicaron cuando Mónica Allende, la esposa de Serra, chilena (aunque sin parentesco con el ex presidente Salvador Allende), acusó a Rousseff en un mitin de «estar a favor de matar a los niñitos». Cuando en un debate público Rousseff reprochó a Serra esas palabras como parte de una «campaña sucia», Serra, inexplicablemente para muchos, calló.
Y la explicación puede haber llegado en las últimas horas. Según informa Folha de Sao Paulo, la misma Mónica Allende se practicó un aborto en Estados Unidos cuando ella y su marido se exiliaron en 1973, tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet.
El testimonio principal proviene de Sheila Ribeiro, una ex bailarina y ex alumna de Mónica Allende, quien en 1992 era profesora de ballet y, siempre en palabras de Ribeiro, lo habría admitido ante sus pupilas como forma de exponer las dificultades que vivió. La agencia Ansa informa de que el diario ha podido confirmar esta historia con otras alumnas.
La cuestión del aborto, que va a ser decisiva en el resultado electoral final por el peso de la opinión pública católica, se convierte de esta manera en un boomerang contra Serra, a quien Ribeiro acusa de «no respetar a su mujer».